Capítulo 13 - Rabia

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James estaba seguro de que la rabieta se le pasaría pronto... no sospechó en ningún momento que Brenda estaba metiendo a toda prisa ropa, dinero, sus libros del instituto y cosas que consideraba imprescindibles en una bolsa para pasar fuera de casa el tiempo suficiente hasta que las cosas se calmasen. Se asomó al pasillo y al ver que su padre estaba de nuevo en el despacho, hablando con uno de sus socios por teléfono, aún con lágrimas en los ojos, bajó a hurtadillas la escalera y salió sin que nadie se diera cuenta. Corrió hasta alejarse lo bastante de ahí, y luego llamó a Rosalynn.

- ¡Hola!- saludó ella muy contenta.

- Hola, Rosalynn... verás, necesito que me hagas un favor... ¿podemos vernos ahora?-

- ...Sí, claro... ¿estás bien? Parece como si estuvieras... llorando...-

- Es que estoy llorando.- dijo ella.- No te imaginas lo cruel que puede llegar a ser mi padre... ¡me he escapado de casa!-

- Dios... ¿dónde estás?-

- Llegando al parque que está al lado del Hotel Bern...-

- No te muevas, voy para allá.- dijo Rosalynn, colgando.

Unos quince minutos después, la chica apareció corriendo a toda prisa y en seguida localizó a Brenda, que aún seguia llorando, sentada en un banco.

- ¿Qué te pasa, cielo?- le preguntó ella, pasándole la mano por la espalda para que se calmase.

- Mi padre... se ha enterado de que estoy detrás de lo de las protestas por defender el bosque...-

- Pero... ¿cómo?-

- Alguien con muy mala intención publicó unas cuantas fotos sobre la protesta de la asamblea, y en una se me ve demasiado bien... creo que sé quién puede haberlo hecho....-

- ¿Quién?-

- Haley... su padre es el director de ese periódico...-

Rosalynn le dio un puñetazo al banco.

- Esa maldita pu.... puñetera....- se corriegió sin saber cómo se pudo contener. - Y claro, imagino que al bueno de tu padre no le ha debido de sentar muy bien...-

- Como una patada en el estómago al parecer... me ha amenazado con que si no dejo el club, me mandará a un horroroso internado en Alemania donde te hacen levantarte a las 6 de la mañana todos los días...- decía Brenda, desesperada.- Y antes de querer darme cuenta estaba en mi habitación, guardando todo lo que iba a necesitar en la bolsa del gimnasio... No quiero ser una molestia, pero...-

- Ni me lo pidas.- dijo Rosalynn muy seria. Brenda se sorprendió, ¿le iba a cerrar la puerta ella también?- No tienes que hacerlo.- luego cogió la bolsa de Brenda y se levantó.- Vamos, en marcha...-

La chica no se pudo sentir más agradecida, y casi sin hablar se dirigieron a casa de Rosalynn.

Al llegar, le contaron la situación a la madre de Rosalynn, quien no tenía ningún problema en dejar que Brenda se quedara todo el tiempo necesario con ellas, pues ya se había declarado fan del movimiento para salvar el bosque, pero aún así, insistió en llamar a los padres de Brenda para que no se preocupasen.

- No se moleste... no les importo un bledo...-

La mujer, algo dudosa, decidió dejarlo estar y las dejó solas en la cocina.

- ¿Quieres una taza de chocolate caliente?- le preguntó Rosalynn.

- ¡Gracias! No tengo nada en el estómago salvo los restos de las palomitas del cine.- dijo ella, riéndose.

El mensaje del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora