Capítulo 6 - Dar ejemplo

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Darien se atrevió por fin a hablar, dando dos pasos hacia delante, poniéndose a la altura de las dos chicas:

- ¿Qué... qué podemos hacer para ayudaros?- Brenda y Rosalynn le miraron, sorprendidas ante su resolución.

Al oír de nuevo esa potente voz, se dieron cuenta de que venía de un roble milenario y gigante:

- Para empezar, podríais intentar concienciar a la gente para que deje de arrojar basura por todas partes...- dijo con una voz un tanto más suavizada, viendo que los jóvenes estaban dispuestos a colaborar.

- ¿Cómo... lo hacemos?- preguntó Brenda, algo temerosa todavía.

- Vosotros sois los seres racionales, pensadlo vosotros...- respondió el roble, con sarcasmo.- Ah, una cosa más... vosotros tres no vais a poder solos con esta misión... vais a necesitar la ayuda de alguien más. Brenda, toma las cenizas del cerezo y guárdatelas, brillarán cuando estén cerca de personas que tengan un corazón voluntarioso.-

Ella sacó los tubitos que la profesora les había dado para guardar muestras y echó dentro las cenizas cuidadosamente. Al acercarse Darien y Rosalynn a ayudarla, las cenizas se pusieron a brillar, y se miraron entre ellos, sorprendidos... y halagados a la vez.

- Volved con vuestros compañeros.- les dijo el árbol.- Y haced que se callen, por lo que más queráis... están armando un gran jaleo en la entrada del bosque...- les pidió, luego su voz se apagó y la mente de Brenda dejó de recibir miles de voces que la atormentaran...nunca se había sentido tan aliviada. 

Mientras volvían, tomando nota sobre las especies de árboles y pájaros y ardillas que vieron (para que la profesora no pensara que no habían hecho nada durante la mañana), Rosalynn exclamaba:

- ¡Esto ha sido algo increíble! ¡Un árbol nos ha hablado! ¡Tenemos que decírselo a todos!-

- Eso ni de broma, ¿por qué crees que ahora todos me tratan de loca, eh? No podemos contarlo, limitémonos a actuar y tratar de ayudar al bosque...-dijo Brenda.

- Por una vez, la rubia tiene razón...- dijo Darien, quien se ganó una mirada fulminante de Brenda.- Tenemos que animar a la gente a que se una a la causa pero sin decirles que todo fue idea del espíritu del bosque, o acabaremos en un manicomio... se me ocurre que podríamos fundar un club ecológico en el instituto... así será más fácil dar con las personas adecuadas.- dijo Darien, señalando los tubos llenos de ceniza azul que llevaba en su mano derecha.

- Buena idea.- dijo Rosalynn - Mañana podríamos ir a decírselo al director, ojalá nos dé permiso para fundarlo...-

- Venga, démonos prisa.- apremió Brenda.- Deben de estar armando un gran alboroto y estar tirando más guarrerías al suelo. Si es necesario, lo recogeremos nosotros, no vamos a permitir que le hagan más daño al bosque.-

Darien no dijo nada, pero tenía serias dudas de que Brenda fuera a hacer lo que con tanta firmeza afirmaba...

Así, siguiendo la senda que les abrían los arbustos, guiándoles, llegaron al lugar donde estaban sus compañeros, que más que estudiar la naturaleza, estaban haciendo el bruto. Como Brenda había adivinado, lo habían dejado todo echo un asco: latas de refresco tiradas, plásticos, bolsas de patatas...

- Desde luego...- resopló Darien - Parece mentira que tengan diecisiete años... ¿qué hacemos?-

- Recojamos lo que han tirado.- dijo Brenda.

- ¡Sí, hombre! Y de paso les llevamos las mochilas al autobús...- dijo el chico, con ironía.

- ¿Es que no lo entiendes, Darien?- le preguntó Rosalynn muy seria.- Tenemos que dar ejemplo.- y acto seguido, se agachó y empezó a recoger la basura del suelo.

Brenda, con algo de asco al principio, hizo lo mismo, pero sabía que estaba haciendo lo correcto por primera vez en su vida... y se sintió bien.

Darien resopló, pero también se puso a recoger con ellas. El alboroto de chavales correteando cesó de pronto, pues todos se quedaron atónitos al verles limpiar el bosque... y estallaron a reír.

- ¡Mirad! ¡Los pardillos están haciendo de basureros!- gritó un chico, señalándoles.- ¡Eh, Darian! ¿Por qué no me limpias los zapatos?- se burló.

- ¡Leo Welden!- exclamó una profesora que había acompañado a la señorita Woods en el viaje.- En lugar de reírte tanto, podrías moverte un poco y tomar ejemplo de Brenda, Darien y Rosalynn... además, si no me equivoco, esa lata de refresco es tuya ¿verdad? - dijo señalando una que había junto a su pie.- ¡Recogedlo todo! Y que sepáis que estáis todos castigados al volver, excepto vosotros tres.-

Con fastidio y mirando muy mal a Darien y las dos chicas, se pusieron a recoger la basura y a tirarla en las papeleras que había allí.

- ¡Todo el mundo al autobús!- les llamó la profesora Woods, muy enfadada después de haberse enterado de lo que sus alumnos estaban haciendo en lugar de estudiar el entorno. Cuando los tres subieron al autobús, el rostro de la profesora se dulcificó y les sonrió.- Estoy orgullosa de vosotros... - ellos le devolvieron la sonrisa, pero Darien no las tenía todas consigo.

Él se sentó delante de Brenda y Rosalynn en el autobús, y tras recibir una lluvia de bolitas de papel y muchos insultos, Darien se volvió y les dijo.

- Ya véis de lo que ha servido "dar ejemplo"- 

- Al menos lo han recogido todo... ha valido la pena aunque ahora tengamos que soportar todo esto...- respondió Brenda.

- Pues para haber sido una de ellos, no parece que lo estés pasando muy mal...- le espetó Darien con sorna.

Ella sonrió amargamente y miró por la ventanilla.

- Qué sabrás tú...-

Al regresar a casa, lo primero que hizo Brenda fue buscar un sitio discreto en el jardín trasero para plantar allí la ramita del cerezo. En cuanto la hubo rociado con un spray de agua, las flores parecieron brillar y en su mente resonó de nuevo la vocecita del cerezo: "Gracias..." y ella sonrió... de pronto, se le ocurrió qué hacer con parte de las cenizas azules que había recogido...  corrió a su cuarto y entusiasmada, se subió corriendo a su cuarto.

- Brenda, cariño... Lilly ya está poniendo la mesa,  la comida ya está lista.- le dijo su madre.

- ¡No tengo hambre!- gritó ella desde su habitación cerrando la puerta.

Lilly, la asistenta de la familia, negó con la cabeza y le dijo a la señora Dawson:

- Si la chiquilla no empieza a comer un poco más se va a quedar como un fideo...-

La madre de la chica suspiró con resignación, sentándose en la enorme mesa de caoba.

Al poco rato sonó el teléfono y la asistenta lo cogió.

- Sí, buenas tardes, residencia de los Dawson...- respondió. - ¡Ah, señor Dawson! Dígame, ¿necesita algo?- sus hombros se deshincharon.- Ah... bien... enseguida se lo diré... adiós.-

La señora Dawson, sin que Lilly le dijera nada, ya sabía lo que le iba a decir.

- El señor Dawson me ha comunicado que no podrá venir hoy ni a comer ni a cenar, está en una larga reunión de negocios...-

- En fin... lo de siempre... tendré que comer sola de nuevo...- dijo la mujer, cabizbaja. Lilly, sin dejarse amilanar por la pena que le inspiraba su señora, corrió a la cocina a por la sopa y le sirvió un buen plato, aunque sabía que se la iba a dejar casi entera.

- Señora, ¿quiere que suba a la habitación de la señorita Brenda y la haga bajar a comer?-

- No, Lilly... déjala, debe de estar haciendo algo importante... como su padre...- le dijo.- Puedes retirarte.-

El mensaje del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora