Capítulo 7 - Búsqueda

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Al día siguiente, Brenda apareció en el instituto con una botellita minúscula de cristal llena de las cenizas del cerezo tapada con un pequeño corcho y pasada por un cordel. Lo llevaba colgado al cuello como si fuera un colgante cualquiera... pero no lo era en absoluto... Cuando se encontró con Darien y Rosalynn las cenizas emitieron un suave destello.

- ¡Qué chulo!- dijo Rosalynn, cogiéndolo. - ¿Lo has hecho tú?

- Sí, ¿a que es bonito? Se me ocurrió que así podríamos buscar al siguiente o los siguientes elegidos más fácilmente y sin llamar la atención.- dijo sacando otro colgante idéntico y tendiéndoselo a Rosalynn, que llena de ilusión, se lo puso de inmediato.

- ¿No pretenderás que yo vaya por ahí con eso al cuello?- preguntó Darien, con gesto tosco.

- Vaya, vaya... pensaba que a Don Independiente no le importaba lo que los demás dijeran de él...- dijo ella, con malicia.- Pero tranquilo, ya lo había pensado.- añadió tendiéndole un llavero con la misma botellita con cenizas azules colgada.

Él sonrió, cogiéndolo.

- Me gusta tu estilo, rubita.- dijo él, divertido.

- Bien, dos cosas... una, deja de llamarme rubita...- dijo Brenda, fulminándole con la mirada. -  Dos, deberíamos separarnos hasta que empiecen las clases, recorrer los pasillos y ver si brillan... si no hay suerte buscaremos conjuntamente después...-

Los dos asintieron y se separaron.

Recorrieron los pasillos pasando olímpicamente de las burlas y de las amenazas (porque todo el curso estaba castigado por ensuciar el bosque excepto ellos), concentrados en sus cenizas. En alguna ocasión, el colgante de Brenda emitió algún que otro débil destello, pero no eran señales claras. Pensó que probablemente esas personas se unirían al club, porque si al menos producían un breve centelleo, algo de voluntarioso tendrían en ellos. Seguía muy optimista, a pesar de que no se cruzó con nadie que produjera un claro brillo de esperanza en las cenizas. Los otros tampoco tuvieron suerte, y cuando se reunieron en el pasillo de sus clases, Rosalynn y Darien se mostraron un tanto derrotistas. Rosalynn se despidió de ellos y se fue a su clase. 

Darien y Brenda estaban en el mismo aula . Él se sentaba siempre solo en el fondo y ella delante, con sus amigas... pero hacía tiempo que su sitio había sido ocupado por Meghan Lee, y ahora se sentaba sola. En vez de dirigirse a su sitio, con mucha decisión, atravesó la clase hacia el fondo caminando muy erguida, dejó las cosas en el sitio vacío al lado de Darien y se sentó, con total naturalidad. Él la miró extrañado, aunque divertido.

- Emmmm... ¿qué haces, rubita?-

- Vender globos a la puerta del circo, ¿tú que crees?- le respondió con sarcasmo.- ¡Y no me llames rubita!-

Darien no dijo nada más, y sonrió para sus adentros, le hacía mucha gracia la actitud de la chica.

El profesor entró en clase, pero el jaleo estuvo lejos de cesar... ahora todos les miraban y cuchicheaban, murmurando que Brenda no podía haber caído más bajo... algunos hasta se pasaron notitas mofándose y rumoreando sobre si estaban saliendo juntos. Brenda aún sentía vergüenza cuando se reían de ella, aunque se hacía la fuerte, no pudo soportarlo más y le escribió a Darien en una esquina del cuaderno una notita que decía:

- ¿Cómo haces para que no te afecten las burlas?-

Él sonrió y escribió debajo:

- Es la costumbre, al final aprendes a hacer lo que tú quieras en lugar de vivir para los demás... aunque supongo que a una pija rubia como tú le costará mucho más...-

Ella le propinó un codazo, aunque luego ambos se rieron en voz baja. Luego decidieron dejar de hacer el tonto y atender en clase, cosa que los demás no hacían, pues estaban demasiado ocupados mirándoles.

Al sonar la campana del recreo, se reunieron con Rosalynn y decidieron seguir la búsqueda en la cafetería. Se repartieron por todo el área, para asegurarse de que se encontraban con el mayor número posible de gente, pero al cabo de un rato se cansaron y se sentaron los tres juntos en la mesa apartada de Darien.

- Esto va a ser más difícil de lo que yo creía... - admitió Brenda al cabo de un rato.- No estamos teniendo suerte en la búsqueda... y todavía queda que la tengamos cuando le pidamos permiso al director para fundar el club ecológico...- 

- Los tuyos funcionan, ¿pero y si los nuestros no?- preguntó Darien, mirando su llavero. Brenda se fijó en que había quitado sus llaves de se llavero viejo y las había cambiado al que ella le había dado y no pudo evitar sonreír.

- Comprobémoslo...- dijo ella. Rosalynn y él acercaron los llaveros a sus caras y a las de los otros dos y efectivamente, las cenizas brillaban entre ellos.- Funcionan...-

- Pues tal vez nadie más aquí tiene lo que hace falta para esta misión...- dijo Darien con orgullo, siempre se había considerado diferente a los demás, y para él, ser diferente era lo mejor que podía ser.

De pronto, los tres frasquitos empezaron a brillar con un destello azul muy potente y los escondieron de la gente, para que nadie sospechara. Vieron pasar ante ellos un chico enorme y fornido, de pelo negro y diminutos ojos marrones, que mirando con recelo a todas partes, se fue a una mesa no muy lejos de la suya y se sentó solo. Comenzó a dar buena cuenta de su gran hamburguesa de queso mientras leía un libro cuya portada rezaba "104 especies de aves autóctonas estadounidenses". Los tres se miraron sorprendidos, y Brenda preguntó.

- ¿Quién es?-

- Se llama Bruno Bacon... es un chaval del último curso, además de una leyenda entre los marginados...- dijo Rosalynn

- Sí - corroboró Darien.- Dicen que tiene el récord de haber repetido curso más veces que nadie en toda la historia de Middleton High... ¡Seis años!-

Brenda sonrió, miró su colgante y luego les susurró:

- Es nuestro tipo.- luego se levantó con decisión y caminó hacia la mesa del chico, que aún no había reparado en ellos. Pero Darien la detuvo, cogiéndola por el brazo.

- Yo de ti tendría cuidado... dicen que le dio una paliza a un tío sólo porque tiró un envoltorio de chicle al suelo del patio.- le advirtió.- Está un poco pirado...-

- Pero las cenizas han brillado cuando él ha pasado... el cerezo le ha elegido... además, si es capaz de machacar a alguien que anda tirando guarrerías por ahí, es el chico perfecto para la misión.- dijo ella, entusiasmada, y sin que los otros dos pudieran hacer nada, siguió adelante, hasta ponerse enfrente de Bruno. Rosalynn y Darien cruzaron una mirada de circunstancias, y luego se apresuraron a acercarse también. Bruno apartó la mirada de su libro en cuanto notó su presencia.

- Hola, ¿tú eres Bruno Bacon, verdad?- le preguntó Brenda, muy decidida... no iba a dejarse impresionar por los rumores que corrían sobre él, al fin y al cabo si algo había aprendido aquellos días, había sido no juzgar a la gente por su apariencia o por lo que otros digan de ellos.

El chaval los miró a los tres, y confuso asintió, no entendía a qué podía venir ese repentino interés en él si no era para divertirse a su costa.

Sin decir nada más, Brenda apartó la silla enfrente de él y se sentó. Rosalynn y Darien hicieron lo mismo, y Bruno, más desconcertado que jamás en su vida, cerró el libro y les dirigió una mirada desconfiada e interrogante.

- ¿Qué queréis de mí?- les preguntó.

Los tres adivinaron, por su tono de voz, que Bruno era alguien inofensivo y sonrieron.

- Tenemos algo que proponerte...- dijo Darien, haciéndose el interesante.

El mensaje del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora