Capítulo VII

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Era el último día de exámenes, miércoles 20 de junio para ser más exactos, y ya todos saldríamos de vacaciones. Mis padres tenían todo listo para irnos a la feria del arte y a la de la lectura. Tomé mi celular y lo acerqué hacia mí, vi la hora y eran las 6:30 a.m. Salté de la cama y desperté con muchas ganas de ir a la universidad. 

—¡Hoy será un gran día, seguro que sí! —pensaba yo motivado y con alegría.

Abrí la puerta de mi cuarto y sonriente tomé mi toalla, mi cepillo de dientes y mi champú. Había pasado casi un mes desde que salimos en familia ya que los exámenes que seguían requerían de mucho esfuerzo de mi parte. Muchos ensayos que entregar, informes, visitas a centros médicos para irnos metiendo de lleno en el campo de la medicina. Ufff... Había sido un tiempo bastante agotador. Pero justo al llegar a la puerta del baño...

—Lo siento, leoncito. Si fueras más alto serías más veloz —dijo Adrián haciendo una de sus características morisquetas quitándome el puesto en el baño.

—¡Grrr...! ¡Pero si yo llegué primero! ¡Adrián, sal! 

—Yo gané por ser el león más alto, el príncipe de la casa, el bordón de la familia, el consentido de papá y mamá.

Honestamente lo digo, mi hermano era un león bastante agradable a simple vista pero a veces era el más odioso enemigo que todo hermano mayor podría tener.

—Deja de alabarte tanto y apúrate, tú no puedes demorarte tanto. Además, tienes la ventaja de que siempre vas en bicicleta a la escuela y puedes salir más tarde que yo.

—Jaja, cómprate una moto y ahorra los pasajes para la universidad —reía él mientras se podía escuchar como él cepillaba sus dientes.

Bajé rápidamente hacia la sala para observar las noticias de la mañana mientras esperaba a que mi hermano se desocupara. Encendí el televisor cuando vi que estaban realizando la promulgación de los eventos que Aurelius había divulgado tiempo atrás. Vestía formalmente pero se le notaba un traje demasiado ajustado al cuerpo que resaltaba sus pectorales.

—Ya mañana comienza el evento —pensaba sosteniendo el control remoto— Aurelius, no sabes las ganas que tengo de verte ya y...

Justo en ese instante, me imagine cosas demasiado ardientes y excitantes fantaseando con su enorme cuerpo, su sonrisa encantadora y cautivadora, esa mirada sensual que enamoraría a cualquiera que se le acercara.

—Oh... Aurelius... Mmmm... -Decía yo relamiendo mis labios mientras acariciaba mis pezones y lo veía por televisión.

Sin embargo, sin poder notarlo, algo realmente bochornoso ocurrió.

—Pero... ¿Qué carajos? ¿WTF? —le preguntaba Adrián y pensé muchas cosas al creer que me sentía descubierto.

—¡Adrián! ¡Mierda! —respondí tapando mi entrepierna y muy apenado— ¿Qué viste?... ¡Qué!

—¡Estás sentado sobre mis revistas deportivas! ¡Quítate!

Por un momento me había asustado pensando en que me había descubierto tocándome con el hombre que tanto quería y sentía que estaba amando. Mi corazón se aceleró muchísimo y casi que ni bien hablar podía cuando mi hermano me sorprendió.

—Me asustaste, pensé que sería alguna otra cosa que dirías.

—Para nada, ahora retira tus diminutas nalgas de mi revista, leoncito. Y vete a bañar que hueles a gato -Sonreía molestándome.

—Está bien me iré a bañar. No sin antes...

Miré hacia la ventana y justo pasaban dos chicas por ahí. Le halé la toalla y lo dejé en plena ropa interior a la vista de ellas.

—¡Ahhhhh! ¡Estúpido! —gritó el sonrojado y tomando su toalla rápidamente para cubrirse mientras yo corría rápidamente hacia el baño para alistarme.

Ya estando en la ducha, seguí fantaseando poco a poco con Aurelius. Me imaginé ver su fuerte cuerpo de hombre esculpido y cálido. Imaginé estar entre sus grande brazos musculosos que me harían sentirme acogido.

—Mmmmmmm... Uhhhhh...

Debo admitir que mis manos rodeaban mis pezones y mi excitación crecía hasta el punto de tener una erección enorme e incontrolable. Para nadie es un secreto que en todo momento de la vida de un chico como yo, ver hombres guapos significa poder tener fantasías con ellos, especialmente con tantas fotos yiff que hay por ahí circulando libremente. Pero imaginar cómo él podía estarme tocando, besando, acariciando y lamiendo era para mí un total placer.

—Ohhh... Así... Necesito esto... Murrrr... Te necesito a ti~ —decía entre gemidos dentro de la ducha, masturbando mi miembro hasta tal punto de que mi cuerpo se sentía caliente y palpitaba aún con el agua recorriendo mi cuerpo.

Estaba tan excitado, deseoso de ese macho. En tanto tiempo era la primera vez que había fantaseado con el hasta el punto de alcanzar el clímax del placer y eyacular en toda mi mano. Era estimulante el tocar cada punto excitante de mi cuerpo y más aún si pensaba en él. Pensé que estaba loco por un momento pero luego me seguí dejando llevar.

—Ahhhhhh... ¡Murrrr...! —dije al tomar firmemente mi miembro, liberando mis últimas descargas de cálido semen en mi mano y dejando fluir mi líbido.

Pero el momento placentero fue interrumpido cuando Adrián tocó a la puerta. Tomé una toalla y me cubrí para abrirla.

—¿Y ahora qué?...

Sobraba preguntar. Mi hermano me había lanzado una bolsa con harina producto de la vergüenza que lo había hecho pasar.

—Esto es por avergonzarme ¡Ahora me voy! ¡Adiós! —reía mi hermano pícaramente, corriendo ya cambiado con su tradicional uniforme de Educación Física.

Cerré de inmediato la puerta y limpié mi melena con mi cara seria totalmente por su broma tan pesada. A causa de eso, llegué tarde a la universidad pero conté con la suerte de llegar a las 10:00, media hora antes de mi último examen. No me sentía con rabia, sentí mucho placer y con mucha confianza, realicé mi examen con mucha alegría por lo acontecido en la mañana y más aún si fue pensando en el león de mi corazón.

El león de mi corazón [Furry/Bara] [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora