Capitulo 7

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"¿Quieres a Ginny?"

Aquella pregunta no dejaba de rondar por la mente del moreno. ¿Quería a Ginny? Recostado en la cama, mirando al techo de su habitación, la cabeza del muchacho daba vueltas y más vueltas sobre ese tema.

El primer punto era aclarar que su relación con la pelirroja no era, ni por asomo, igual que antes de llegar al pasado. Ahora hablaban más, habían llegado a tratarse como amigos de toda la vida, y Ginny era muy buena con él. Podía confiar en ella, podía ser él mismo estando a su lado, a sabiendas de que le iba a aceptar tal y como era. Además, su carácter le agradaba y se sentía feliz a su lado. Lo cierto, era que no se imaginaba como sería su vida si ella se fuera, le dolía pensar en ello.

Bueno, pero no podía decir que la quería por eso. Todas esas cosas también le sucedían respecto a Hermione, y Hermione era amiga, casi su hermana. No la veía como algo más...

Desde luego, iba a necesitar tiempo para responder a aquella pregunta... ¿Quería a Ginny?

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Horas más tarde, antes de comer, Ginny, Lily, el pequeño Harry y Harry se encontraban en el amplio jardín de la casa. Lily trataba en vano de arreglar una maceta que Harry bebe había tirado al intentar ponerse de pies apoyándose en ella. Mientras tanto, Ginny jugaba con el pequeño haciéndole gorgoritos para que sonriera.

Inconscientemente, Harry se deleitaba observando a los dos últimos. Le asombraba la facilidad con la que su yo del pasado se había acostumbrado a la presencia de la joven pelirroja. Le encantaba estar cerca de Ginny y lloraba si la joven pasaba mucho rato lejos de él. En cierto sentido, pensó Harry, eran muy parecidos... A él tampoco le gustaba estar separado de Ginny...

Harry parpadeó y se mordió el labio. Acababa de darse cuenta de algo: no le gustaba permanecer lejos de Ginny.

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Aquel mismo día, durante la hora de la comida, los cinco estaban reunidos en la cocina. Lily se había resignado a hacer comer al bebe aquel puré de grotesco color verde, haciendo que el Harry del futuro lo agradeciera profundamente. Mientras James comentaba con Harry algunas de las mejores jugadas de quidditch de hasta entonces, Lily le pasó una cuchara de bebe a Ginny para que ella intentase dar de comer al pequeño.

Por el rabillo del ojo, Harry observó la escena. El niño cerraba los labios fuertemente, provocando que su cara adquiriera una divertida expresión mientras negaba girando el rostro de derecha a izquierda. La pelirroja se inventaba juegos, subía y bajaba la cuchara, le hacía cosquillas, pero el niño no cedía. Entonces, con una sonrisilla en la boca, la joven acercó su rostro al bebe y le posó un suave beso en la mejilla. Al separarse, cogió la cuchara con el puré y se la acercó de nuevo con una dulce sonrisa en los labios.

Sorprendentemente, el niño abrió obediente la boca y dejó que Ginny le diera de comer. Bueno, fue sorprendente para Lily y para James, porque en lo que respectaba a Harry, el ya sabía que el pequeño se iba a comer el puré. El haría lo que fuera por un beso de Ginny. Es más, sin beso alguno, haría todo cuanto ella le pidiese. Y al fin y al cabo, él era ese niño, y ambos reaccionarían igual.

De nuevo, Harry parpadeó y se mordió el labio. Acababa de descubrir otra cosa: haría lo que fuera por Ginny.

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Esa misma tarde, en la cocina, Lily había preparado una mezcla de barro y agua para que Harry jugara a hacer manualidades con el barro húmedo. En seguida, Ginny y el Harry del futuro se unieron al pequeño. A una hora, el bebe se enrabietó porque no era capaz de hacer un perrito igual a su tío canuto y, agarrando la extraña figura con forma de palo con extremidades retorcidas, la espachurró en su puño y la lanzó con furia.

¿Conozco a mis padres?Where stories live. Discover now