Estuvimos en el pasillo contándonos todo lo que habíamos hecho en las vacaciones mientras la hora pasaba, por suerte los últimos 5 minutos el profesor nos dejó pasar.
Las demás horas del día pasaron lentas pero por fin llegó la hora de salir, Hugo y Ariel no se llevaban del todo bien y no podía irme con los dos a comer, pero decidí irme con Hugo ya que hacía más tiempo que no hablaba con él.
Íbamos andando juntos cogidos de la mano, aunque como siempre yo estaba en mi mundo.
-¿En qué piensas pitufa? – Me preguntó mirándome fijamente a los ojos.
Me emboba aún más si él me miraba a los ojos, los tenía azules, como el mar, o el cielo, bueno en verdad podría hacerle millones de comparaciones y ninguna estaría a su altura.
-En nada, no sé. – Empezamos a reírnos como dos idiotas mientras seguíamos caminando.
Llegamos a la pizzería y vi una mesa rodeada de unos 4 muchachos, en seguida los reconocí, eran los amigos de Hugo. Yo conocía a un par de ellos pero tampoco teníamos mucha relación.
-Vete con ellos, ahora voy yo.
Me soltó la mano y me hizo una seña para que fuera a aquella mesa en la que había dos asientos libres.
-Pero Hugo sabes que yo…
-Aroa que no muerden. – Soltó una pequeña risa y me besó la mejilla. – Venga ve.
Fui hacia ellos y me senté al lado de uno de los pocos que conocía. Se llamaba Iván (o eso creo), la verdad es que era realmente guapo, tenía los ojos muy azules, tanto que parecían grises y era moreno. El típico chico que todas las de mi edad querrían tener como novio, o simplemente como lío de una noche.
Me miró fijamente a los ojos y me sonrojé.
-Aroa ¿verdad? – Esbozó una pequeña sonrisa.
-Sí. – Le devolví la sonrisa. Podía notar como me ardían las mejillas.
No se me daba demasiado bien hacer amigos, odiaba a Hugo por hacerme esto. Por cierto, ¿dónde se había metido?
-Iván, ¿dónde está Hugo? – Rápidamente se giró para mirarme, volvió a clavar sus ojos en los míos, esta vez me fijé mejor. No es que pareciese que los tuviera grises, es que sí que los tenía grises, aunque con algunos pequeños tonos azules.
-No lo sé, a mí me ha mandado hace un rato un mensaje para avisarme de que te ibas a quedar con nosotros un rato porque se tenía que ir. ¿Nos conoces a todos?
-Qué va, solo a ti y a Aleix.
Hugo me había hablado varias veces de él. Es de Lleida pero se tuvo que venir a vivir aquí por trabajo de su padre hará un par de años, por eso su nombre es catalán.
-Entonces no tienes que conocer a nadie más, nosotros dos somos los mejores. – Dijo mientras se reía.
Me reí yo también y le hice un gesto con la mano a Aleix para saludarle.
-De todas formas, si te hace mucha ilusión te presento a los otros dos. – Yo asentí con la cabeza y el continuó hablando. – El rubio es Adrián y el del al lado se llama Víctor.
Les saludé a ellos también.
-¿Quieres que nos vayamos a dar una vuelta hasta que venga Hugo? – Me preguntó Iván cambiando de tema.
-Sí aquí hay mucho jaleo.
Nos levantamos los dos de la mesa y antes de salir por la puerta oímos una voz a lo lejos.
-Iván no te pases con ella que es de Hugo. – Dijo Adrián.
Justo antes de que Iván fuese a hablar le respondí yo:
-Yo no soy de nadie, y si se pasa o no será decisión mía, no tuya.
Todos empezaron a reírse y Adrián se puso rojo de la vergüenza. Iván me dio la mano y salimos de aquel lugar.
-No seas tan cruel con Adri. – Dijo Iván mientras seguía riéndose.
-¿A qué ha venido lo de Hugo? – Pregunté yo.
-A nada, sabes lo que todo el mundo piensa de vosotros.
-Ya, pero no es así.
A Iván se le cambió el gesto de la cara en a penas una décima de segundo y me miró a los ojos.
-¿Ah no? – Frunció el ceño.
-Pues no, ¿os ha dicho él lo contrario?
-No, es que no solemos hablar de vosotros dos.
-Bueno, pues ya te lo digo yo.
-Entonces, ¿tú no tienes novio? – Preguntó curioso.
-No, no tengo. – Me reí. – ¿Y tú? Un chico como tú imagino que tendrá novia.
-Tampoco. – Sonrió.
De repente se paró en seco y soltó mi mano.
-¿A qué te refieres con “un chico como tú”?
Yo me sonrojé y empecé a ponerme nerviosa.
-Pues… Ya sabes, como tú. Guapo.
Me acerqué a su lado con la cabeza agachada. No sabía por qué había dicho eso, ahora sí que me ardían las mejillas y casi tartamudeaba. Él sonrió y volvió a andar.
-Así que crees que yo soy guapo... – Clavó su mirada en la mía y me sonrió. – Tú también lo eres.
Continuamos andando un rato más sin decir nada, pero esta vez Iván se iba acercando cada vez más a mí mientras íbamos cogidos de la mano otra vez. La verdad es que con él estaba cómoda, no era de los típicos tíos inmaduros, o al menos eso parecía…
De repente oímos una voz a nuestras espaldas y nos giramos los dos.
-¿Iván se puede saber qué estás haciendo?
Era una chica castaña, estaba muy lejos y no la podía ver bien pero parecía guapa. Vi como Iván se ponía nervioso y se apartaba de mí.
-Eh… Yo…
Esta vez era él quien tartamudeaba, ella se acercó a nosotros y me miró de arriba abajo.
-¿Y tú quién eres morena?
Yo salí corriendo de allí, me había equivocado por completo. Seguramente ella sería su novia y yo otra tonta más de las que suele engañar. Solo quería ver a Hugo, le llamaba una y otra vez pero no cogía el teléfono. Hasta que por fin después de cinco llamadas respondió.
-¿Qué pasa pitufa?
-¿Hugo podemos vernos?
-Sí, claro, ¿qué ha pasado?
-Ahora te lo cuento.
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Heridas de placer.
Teen FictionAbrí los ojos y ahí seguía él, a mi lado, se había quedado como me prometió. Me quedé mirándole un tiempo, estiré un brazo para poner mi mano en su cara y hacerle caricias. Fue algo extraño pero nada más sentir mi mano en su mejilla pude apreciar...