Llamé al telefonillo y una voz dulce contestó:
- ¿Quién es?
- Hola Eva, ¿me abres? Voy a ver a tu hermano.
Contestó con un larguísimo "Síííííí" y rápidamente me abrió, empujé la puerta hacia dentro y pasé. Fui al ascensor y le di al botón, oí un par de golpes en la puerta del portal y me giré para ver quién era.
- Ábreme. - Gritó Alejandro.
Se me escapó una sonrisa maliciosa y me acerqué a la puerta.
- ¿O qué? - Dije arqueando una ceja.
Me fulminó con la mirada.
- No tengo llaves, ábreme o luego te vas a arrepentir.
- ¿Arrepentirme de qué? - Me reí.
- ¡Qué me abras! - Gritó aún más fuerte.
Noté como se estaba desesperando y empujó la puerta. Oí el ascensor abrirse, así que di media vuelta y me fui corriendo hacia él. Me metí y marqué el piso nº 3.
El ascensor arrancó y empezó a subir, de pronto se paró en el 1er piso y sonó un golpe en la puerta. Se abrió y vi a Alejandro con la respiración agitada apoyado con un brazo en la pared.
- De mí no te libras tan fácilmente, payasa. - Sonrió y se metió dentro.
Me agarró de la cintura y me acercó a él, yo intenté separarme y le golpeé el brazo para que me soltara.
- Uy que daño, llévame a un hospital. - Se burló.
- ¡Suéltame, imbécil! - Grité.
- No cariño, te he dicho que no te vas a librar de mí tan fácilmente.
En ese momento se abrió la puerta del ascensor, ya estábamos en el 3er piso, aproveché su despiste y le empujé dentro del ascensor mientras yo salía corriendo de allí. Llegué a la puerta de Aleix y llamé al timbre.
En apenas unos segundos salió Aleix a recibirme y me abrazó, yo le devolví el abrazo y le di un pequeño beso en los labios.
- Hola mi niña. - Me sonrió.
Volví a besarle y noté un carraspeo de garganta a mi espalda, me giré un poco y vi a Alejandro revoleando los ojos.
- ¿Os queda mucho tortolitos?
Aleix se rió y me rodeó la cintura con un brazo para que pasara con él, Alejandro pasó detrás de nosotros y se sentó con Eva en el sofá. Yo me fui con Aleix a su habitación y nada más entrar él se sentó en la cama y yo me acerqué a él.
- ¿No te sientas? - Me preguntó.
- No, gracias.
- Ven aquí, anda tonta. - Me acercó a él, se tumbó en la cama y me tiró encima de él. Me reí y le di otro beso mientras le abrazaba. - ¿Por qué te has ido antes? - Me preguntó haciéndome caricias en la espalda.
- Estaba Adriana allí.
- Pues te vas a tener que ir acostumbrando a verla...
- ¿Qué? ¿Por qué? - Pregunté medio gritando mientras volvía a ponerme en pie.
- No te alteres y escúchame...
Me quedé mirándole fijamente a los ojos sin decir nada, esperando a que me contara lo que quería saber.
- Hugo y ella están juntos...
Noté mi corazón hacerse mil pedazos, pero, ¿por qué, joder? ¿Por qué?
- ¿Estás bien...? - Aleix se puso en pie y me abrazó acurrucándome en su pecho.
- Sí, tranquilo. - Dije titubeando. - Solo necesito ir al baño un momento, ¿vale? En seguida vuelvo.
Salí de la habitación y me fui corriendo al baño, me derrumbé por completo y me caí al suelo de rodillas, empecé a llorar otra vez y me senté con la espalda apoyada en la puerta y la cabeza escondida entre mis piernas.
Pero Aroa, ¿por qué lloras? Si tú estás con Aleix. ¿A caso te gusta Hugo...?
Esa pregunta se mantuvo un buen rato en mi cabeza, ¿y si era verdad? ¿Y si de verdad me gustaba Hugo?
En ese momento escuché unos pasos por el pasillo y a alguien cantando:
- "No hay prisa, te duele el corazón al recordar su sonrisa, te duele con razón, pero no, no hay prisa, y vuelves a tu casa con la misma camisa pero con manchas de ron..."
¿Cómo no iba a recordar esa canción? Era la canción favorita de Alejandro, la habíamos escuchado un montón de veces juntos.
- "No hay prisa cuando sale el sol, en la mañana de una noche larga, después de las vueltas y el acohol, en tus pupilas el mundo cambia..." - Siguió cantando.
Me asomé por la rendija de la puerta y le vi en frente de mí, en su habitación, con los auriculares puestos. Seguía cantando y a mí me encantaba, me recordaba a todas las veces que me la había cantado a mí.
- Alejandro... - Susurré.
Aroa si susurras y él tiene los auriculares puestos, ¿de verdad crees que te va a oír?
- Alejandro. - Dije un poco más fuerte.
Él se giró y me vio sentada en el suelo del baño, se quitó los auriculares y se acercó a mí.
- ¿Sigue siendo tu canción favorita? - Intenté sonreír.
- ¿Lo dudabas? - Me sonrió y se sentó en el suelo a mi lado. - ¿Qué ha pasado cariño? - Le fulminé con la mirada y él se rió. - ¿Pero a quién se le ocurre llorar con rímel puesto?
Me encogí de hombros y él se puso en pie, abrió un pequeño cajón y sacó un algodoncito, lo mojó en agua y se acercó a mí.
- ¿Qué vas a hacer? - Pregunté.
- ¿Tú qué crees cariño?
Me pasó el algodón por la cara quitándome el rímel que tenía extendido por llorar. Cerré los ojos y dejé que me siguiera quitando el maquillaje.
- Cariño, sabes que siempre me has gustado más sin maquillarte.
- ¿Cuánto tiempo vas a seguir llamándome cariño?
- Hasta que caigas rendida en mis brazos. - Me guiñó un ojo. - Y entonces te volveré a llamar mi chica. - Suspiré frustrada y me puse en pie. - ¿Me vas a dejar así?
- ¿Qué quieres? - Se puso en pie y me miró fijamente a los ojos.
- Una noche contigo, cariño. - Se acercó aún más y noté su respiración rozándome los labios.
- Sigue soñando.
Salí por la puerta y volví a la habitación, cuando entré vi a Aleix tumbado en la cama jugando con su móvil, nada más verme entrar lo dejó y se sentó.
- ¿Te encuentras mejor? - Me preguntó.
***
Bueno queridos lectores, ¿qué os ha parecido este cap? Espero vuestros comentarios con vuestra opinión y mil gracias por leer <3.
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Heridas de placer.
ספרות נוערAbrí los ojos y ahí seguía él, a mi lado, se había quedado como me prometió. Me quedé mirándole un tiempo, estiré un brazo para poner mi mano en su cara y hacerle caricias. Fue algo extraño pero nada más sentir mi mano en su mejilla pude apreciar...