No tardó mucho en bajar y nada más abrir la puerta fue a darme un abrazo pero yo me aparté y le di una bofetada en la cara.
-¿Pero qué pasa enana? - Dijo mientras se pasaba la mano por la mejilla, donde le había dado.
-No me llames así. - Tenía ganas de llorar pero me contuve todo lo posible, tenía que ser fuerte. - ¿Te has tirado a tu ex? - Dije fría.
-¿Perdón? - Frunció el ceño.
-No te hagas el loco.
-¿Quién te ha dicho eso?
-¿A ti qué te importa?
-No es verdad.
-No claro, - dije irónica. - Y yo soy tonta. - Se quedó callado un momento sin saber qué decir.
-Aroa yo... Lo siento... - Noté una lágrima resbalar por mi mejilla, me di la vuelta y me fui. No quiero volver a saber nada de él. - Espera, joder. No te vayas. - Me gritó.
Yo seguía llorando y decidí irme a casa de Hugo.
Cuando llegué estaba el portal abierto así que pasé, fui a su puerta y toqué el timbre.
-Hola mocosa, ¿y esa cara que me traes? - Me dijo en un tono cariñoso mientras me abrazaba.
-Acabo de romper con Iván. - Me acurruqué en su pecho y me eché a llorar como una niña pequeña.
-Tranquila mi niña, tranquila.
Me estaba haciendo caricias en el pelo y noté unos pasos y unas voces al fondo del pasillo, levanté la cabeza y vi a Aleix y a Adrián mirándome. Me sequé las lágrimas y me separé un poco de Hugo. Vi como Aleix clavó sus ojos negros en los míos e intentaba sonreír para que yo hiciera lo mismo.
-Hola. - Les dije. - No quería molestar, ya me voy...
-De eso nada. - Hugo me abrazó de la cintura, me metió en su casa y cerró la puerta. - Ve al salón anda, es tu casa, ya lo sabes. - Yo intenté sonreír y él me devolvió la sonrisa.
Atravesé el pasillo y al llegar al salón me senté en el sofá, cogí una manta y me arropé. En seguida Aleix se acercó a mí y me abrazó.
-Lo siento...
-No, tú no. No has hecho nada.
Estuvimos un rato todos juntos en el salón, ellos jugaban a la play y yo de vez en cuando miraba el móvil, cada vez tenía más mensajes de Iván por lo que decidí apagar el móvil. Hugo se puso de pie y se fue del salón.
-¿Queréis que saque algo de comer? - Interrumpió él viniendo de a cocina.
-Hugo creo que me voy a ir... - Dije yo.
-Mocosa, que no.
-Por favor, nos vemos mañana en clase. No lloro, te lo prometo. - Él asintió y miró a Aleix.
-¿La acompañas a casa?
-Claro. - Dijo poniéndose de pie.
Nos fuimos de camino a mi casa, íbamos andando un poco separados el uno del otro. Una de las veces intentó darme la mano pero yo la aparté rápidamente y volví a sentir un cosquilleo en la tripa.
Joder Aroa, tranquilízate que te lo va a notar.
- ¿Qué te pasa? Estás rara. - Mierda.
-Estaba pensando en lo de Iván...
Me pasó un brazo por el cuello y me acercó a él, estaba sonriendo y a mí me encantaba su sonrisa. Acababa de romper con Iván pero con Aleix era algo distinto. No quería enamorarme ahora, no después de lo de ese imbécil.
-Tienes que estar feliz.
-No puedo...
-"No puedo" no viene en el diccionario. - Yo solté una pequeña risa por aquel comentario y él se rió conmigo.
Llegamos a mi casa, me dio un abrazo y me besó la frente.
-Gracias por acompañarme.
-De nada morena. - Me contestó acariciándome la mejilla. - Recuerda eso de sonreír. Por mí y por Hugo.
Yo asentí y me fui a mi casa. Cuando llegué lo único que hice fue tirarme en la cama y esperar a que llegara la hora de cenar.
Oí la alarma del móvil. ¿Pero qué hora es? Cogí el móvil y miré la hora. Las 7:00. Mierda, me quedé dormida anoche. ¿Y mis padres no son capaces de despertarme o qué?
Me levanté de la cama, me vestí y bajé al salón. Cogí un bollo y me senté en la silla cerca de la mesa.
-No me despertaste anoche. - Le dije bostezando a mi madre.
-Es que tenías una carita de cansada que me daba pena despertarte... - Dijo acariciándome la cara mientras me dejaba un vaso de zumo en la mesa. - Ha llamado un amiguito tuyo al timbre.
Rápidamente se me cambió la cara. Iván, no, no puede estar aquí. ¿Cómo salgo yo ahora de casa? No quiero verle la cara a ese capullo.
-¿Amiguito?
-Sí, está ahí abajo esperándote para ir juntos a clase me ha dicho.
-Bueno, me voy que llego tarde. - Me comí el bollo lo antes que pude, me bebí el zumo y salí por la puerta.
A un par de casas estaba él. ¿Pero qué hace aquí? Si no ha venido nunca ha recogerme por las mañanas, y ni siquiera me ha llamado o mandado un mensaje.
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Heridas de placer.
Genç KurguAbrí los ojos y ahí seguía él, a mi lado, se había quedado como me prometió. Me quedé mirándole un tiempo, estiré un brazo para poner mi mano en su cara y hacerle caricias. Fue algo extraño pero nada más sentir mi mano en su mejilla pude apreciar...