No hay mejor lugar en el mundo que a tu lado

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>>Hat

El resto del día fue bastante tedioso. 

Las cosas habían salido bien, Farlan había aceptado ir a la fiesta conmigo, así que, ¿qué más podía pedir? El tema salió por sí solo, no necesitaba darle demasiadas vueltas, ¿por qué hacerlo? Era mejor ir directamente al grano. 

Estuvimos conversando el resto del día por mensaje, y me sentía el idiota más grande de la galaxia por sonreír cada vez que el teléfono vibraba. 

Ahora, ¿qué se supone que debía hacer? Hasta cierto punto, estaba asustado, preocupado, puesto que si algo salía mal antes de que el viernes llegara, perdería la cabeza. No me permitiría arruinarlo de nuevo, y quizá necesitaría algo de ayuda...

>>Dae, todo salió bien.

Pasó una hora, y ella contestó.

>>No lo dudo Hat. Farlan parece un crío en dulcería, ¡lo juro! Tiene el humor cambiante de una preparatoriana enamorada.

>>Lagartija, ya empiezas a hablar como él.

>>¿O será que todo te lo recuerda, Romeo?

>>Estás chiflada.

>>Como una cabra loca. Como sea, ¿ya tienes las canciones para Farlan?

>>Se quedó con mi violín, así que voy a practicar hoy para tener todo listo el viernes.

>>No puedo tragarme el hecho de que ustedes dos harán que me de diabetes. 

>>Por Farlan, no lo niegues.

>>Por mis dos mejores amigos, tortolitos.

>>Qué graciosa.

Fue el último mensaje.

El día seguía, las vacaciones se acercaban, y eran en esas épocas finales en las que un collar de cuerda colgado de un árbol se veía tentador para algunos alumnos. No para mí, por supuesto, pero ver a otros sufriendo por exámenes y proyectos era la cosas más divertida del mundo.

De poder hacerlo, los grabaría en un DVD para verlo cada que quisiera reírme un poco. 

-XXX-

Sonó la campana y terminó mi última clase del día. 

Le envié un mensaje a Farlan, pero no contestó.

Dae dijo que ese día salió temprano y tuvo que ir a casa de otro compañero para acabar con un trabajo para la clase de literatura, así que aunque la noticia me hirvió un poco la sangre, sólo preferí dejarlo pasar. 

Me regañé por ser tan ingenuo, tan paranoico. No podía caer en eso.

Pasó otra hora.

Llegué a casa, pero no había ningún mensaje.

Empecé a practicar, pero no podía concentrarme en las notas ni en las canciones.

Terminé mi tarea.

Pasó otra hora. No pude dormir para distraerme del teléfono.

 Intenté practicar de nuevo y cambié la lista de las canciones unas quince veces.

Debía ser perfecto, porque eran para él.

Pasó otra hora. Atardecía.

La pantalla del celular sólo tenía la hora.

Dae tampoco contestaba.

Comencé a preocuparme, y a la vez no, porque sabía que debía darle espacio, controlarme.

O se cansaría de mí. Podría hacerlo.

Llegó la noche.

Una hora, dos más. No podía dejar de caminar por toda la mansión, mirando el piso, haciendo puños, sin saber qué hacer.

Me harté.

Eran pasadas las diez de la noche, y llamé al celular de Farlan.

Siete veces me mandó a buzón o se mantenía en "ocupado".

Entonces llamé a Dae.

Ojalá lo hubiera hecho antes.

-¿Dae?

Silencio. Estaba llorando. Y eso era preocupante, porque ella nunca...ella sencillamente no dejaba...

-¡Dae!

-Hat, lo siento...

-¿Qué ha pasado?

-Farlan tuvo un accidente. Está en el hospital. 

We Are Lost StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora