Desgracia en el primer día.

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Luego de que Freddy y Lisa se fueran, pude comer tranquilamente e irme de nuevo a mi cuarto, para acostarme de nuevo y quedarme viendo al techo, pensando, que la había cagado a lo grande.

Sólo a mí se me ocurría hacer esa apuesta, cuando eran ellos los que siempre me defendían cuando no podía. Claro que es una buena lección para intentar defenderme solo, pero no era precisamente el punto, está más que claro que voy a terminar en el hospital antes de la primera semana.

Estuve toda la noche sin dormir, por culpa del miedo que tenía de ir al campus. No quería ser aplastado brutalmente, que sabía que iba a pasar... mierda.

Me levanté al escuchar la alarma, la cual no me había despertado, porque no había dormido nada.

Me vestí con un Jean negro, una polera negra, mi sudadera morada y mis converse moradas.

—Hoy va a ser un día muy largo— Dije antes de salir de mi cuarto.

Bajé las escaleras para ir a la cocina, donde estaba mi mamá preparando el desayuno.

—Buenos días— Saludé.

—Bueno días, Andrew, ¿Cómo dormiste?

—No muy bien, dormí gran parte de la tarde, por lo que no tenía sueño— Mentí.

Sueño había, pero cosas que perturbaran y volvieran loca mi cabeza también había, y creo que el doble...

—Oh, bueno, por lo menos dormiste en la tarde, así que no iras del todo mal descansado al colegio.

—Sí... se puede decir— Respondí de manera desinteresada.

—¿Te sientes bien?— Preguntó mi mamá al darse cuenta que no tenía muchos ánimos.

—Sí, tranquila— Sonreí de manera fingida— Me iré ya al colegio— Dije yendo a buscar mi bolso y mis llaves.

—¿No vas a desayunar?

—Desayunaré en el recreo, no te preocupes— Dije saliendo de la casa— Bye bye.

Comencé a caminar al colegio con una cara de seriedad total.

—¡HEY! ¡MATTHEW!— Escuché que gritaron el nombre de alguien, en el otro lado de la calle.

Volteé por simple curiosidad y pude ver a quién llamaban. Un zorro de pelaje completamente rojo y ojos amarillos, se volteó a ver quién lo llamaba.

Como si el zorro supiera que lo estaba viendo, volteó justo a verme, sus ojos amarillos me vieron directamente a mis rojos ojos, haciendo que me sonrojara. Volteé inmediatamente y continúe caminando. Escuché las risas del zorro, lo que hizo que me sonrojara más y acelerara el paso.

Seguía caminando, para llegar al colegio, pero tenía un pequeño inconveniente, el zorro se había cambiado de acera, en pocas palabras, venía detrás de mí todo el rato, ¿Cómo lo sabía? Lo escuchaba.

—Para ser un conejo tienes un cabello bastante morado— Comentó el zorro.

Ignoré por completo su comentario y continué caminando.

—Oh, vamos, no me ignores, el silencio es muy aburrido— Rió.

—¿Acaso te parece divertido burlarte?— Hablé con bastante seriedad.

—¿Burlarme? Sólo hice un comentario para ver si querías hablar, aunque ya veo que no— Continuaba riendo.

—Si ya sabes que no quiero hablar, entonces no molestes— Decía aún con voz completamente seria.

Contigo A Mi LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora