Cap.26

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Felicidad. Eso eso era lo único que se podía transmitir en medio de aquel abrazo que era envuelto entre sonrisas y lágrimas. Y es que entre más fuerza quiere uno agregar a un abrazo, más suave se siente.

¿No les ha pasado?.

Ese sentimiento que sale de repente al querer tener a alguien junto tuyo, a su lado, a su alcance para poder abrazarlo con todas sus fuerzas, con todas sus energías, tanto que ni siquiera te das cuenta que la otra persona ya ha quedado incluso morada al no poder respirar, pero qué sin embargo tú sientes que no hiciste nada con tu diminuta fuerza.

El pequeño así lo sentía, pero después de unos segundos, largos pero a la vez cortos segundos, dejó respirar a su persona favorita en el mundo.

Sí. Yeye siempre había sido su muñeco favorito, pero ahora, era su persona favorita. Por qué era una persona.

Después de tanto tiempo...lo era.

Le sonrió. Yesung se enterneció, ¿Cómo no hacerlo con tan angelical y hermoso gesto?. Simplemente, todo de su pequeño era angelical y hermoso. Esos hermosos ojos color avellanas que eran iluminados por un hermoso brillo, esas hermosas y regordetas mejillas que eran pintadas de un hermoso rubor rosa, esos hermosos labios de un color hermosamente rojito, ese pequeño pero hermoso cuerpo, esa voz entonada, suave, chillona y simplemente hermosa, esa risa que transmitía hermosura al igual que su hermosa sonrisa.

¿Repitió muchas veces "hermoso, hermosa?.

Él no tenía la culpa. La culpa lo tenía Ryeowook, sí, él. Por ser simplemente hermoso.

Tan bello, tan delicado como cada pétalo de una rosa que Kangin le llevaba a diarios a Leeteuk. Tan suave, tan...tan hermoso. Además ese olor a fresas que transmitía, tenía olor a bebé. Era su bebé.

Rozó con sus dedos la mejilla del más bajo, y ahí pudo sentir la magia que siempre sentía al tocarlo, era cómo una sensación única, mágica. Sentía conexión. Lo quería, en realidad siempre lo había hecho, no quería ni imaginarse cómo estaría si él no estuviera consigo, seguro desearía ser un simple peluche de nuevo. Sonrió, nunca lo fue, Wook siempre había notado su existencia, siempre supo que tenía vida.

Querer. Esa palabra era muy corta para definir lo que en realidad sentía por su Wookie.

Pero sabía que era algo, que no se podía ver ni describir, pero que al sentirlo, sabía que era mucho más que mágico.

¿Qué era?, No lo sabía.

Besó esa cálida y suave mejilla rosa, y sintió que volaba, mucho más alto que las nubes. Quería sentir más de esa sensación única, cada beso que repartía en el rostro del bajito lo elevaban cada vez más alto, y sus tiernas risitas le daban fuerza a sus alas para mantenerlo en el aire.

Pero se detuvo, en menos de un segundo, todo su mundo se detuvo. Esa escena de las películas se estaba empezando a repetir, esa corriente que era incómoda pero mágica a la vez, y esa hermosa boquita cerca de la suya, a milímetros de distancia. Podía escuchar claramente como su corazón latía, como si un micrófono fuera puesto cerca para poder escucharlo con su claridad.

Y sin poder evitarlo, sus ojos ya miraban la boca entre abierta del menor, se acercó sólo un poco más, y ahí ambas respiraciones se combinaron. Un movimiento más, uno más.

Sólo uno.

¡Toc toc toc!.

Y el mundo perfecto acabó para enfocarse en una cruel realidad. No, el mundo así no le gustaba a Yesung.

Quería saber que se sentía hacer lo mismo que en las películas y nada más bonito que fuera con su pequeño.

¿Pues ya qué?, Tuvo que besar la frente de Ryeowook, claro, un beso dulce y lleno de aquel sentimiento hermoso. ¿A eso se le llamaba "mala suerte"?, ¡Pues qué mala suerte!.

Tuvo que dejar a su bebé para ir a abrir la puerta a regañadientes. Su semblante enojado cambió a una sonrisa nerviosa, sí, nerviosa, en cuanto vio a Kangin.

Típico, ¿O no?.

- Hola, Yeye. Hola, mi pequeño.

- ¡Papá Kangin! - y ahí estaba la típica bienvenida del pequeño hacia su mayor, un grito de felicidad y un abrazo fuerte. Él y Yeye acostumbraban a recibirlo así siempre. - Te extrañamos. Mucho.

- Y yo a ustedes, mis niños. ¿Por qué no me abrían la puerta?, ¿Qué estaban haciendo?.

¡PUM!, Cambio de miradas y silencio total.

- Nada.





Dejó reposar las bolsas en un espacio de alguna tienda por quinta vez, soltó un suspiro de cansancio. Cargar las bolsas del supermercado y caminar con todo su peso para poder lograr llegar a su casa era más cansado que tres horas en el gimnasio, igual sólo a él se le ocurría ir solo y, si fuera poco, a pie.

¿¡En que estaba pensando!?. Qué ridículo. Tenía apenas veintidós años y estaba seguro que ya parecía de ciento y tanto. Volvió a cargar toda su compra dispuesto a seguir su camino.

- Déjame ayudarte, hyung.

Volteó a dirección de la voz conocida, sonriendo al ver al jóven castaño bajarse de una enorme moto negra y llegar hasta él para cargar la mitad de las bolsas.

- ¡Oh, Kyuhyun!. No te preocupes por esto, yo puedo cargarlas. No te molestes, igual ya falta poco para llegar.

- Tomará como veinte minutos para que puedas llegar. Además no es ninguna molestia. Nada pierdo con llevarte, voy para allá. Vamos.

- ¿Pero y las bolsas?.

- Caben perfectamente en el departamento. Sólo es acomodar. A ver, dame las que faltan - dijo mientras acomodaba cada bolsa en la extensa caja que permanecía en su transporte - Bien, ya está listo. Ten.

Temeroso, Leeteuk aceptó el casco que el menor le tendía.

- Sube.

- ¿Qué? - abrió sus ojos. Kyuhyun lo miró.

- A la moto, tienes que subir.

- Pero..yo no..

- ¡Vamos, Teuk!, No me digas que tienes miedo.

- ¡Claro que no!, No es eso..

- Bien, entonces sube.

- ¿Y si no es segura?.

- Tranquilo, es segura. Primero, estás jóven para tenerle miedo. Segundo, yo voy manejando. Y tercera...- dudó en decirlo, pero ya qué más daba - no es un caballo. Esos sí que son peligrosos.

El mayor sonrió.

- Está bien. Gracias.

- No agradezcas, es un honor.

No era miedo, quizás era precaución. Hace mucho que no se subía a una moto, pero que Kyuhyun llegara en el momento que más lo necesitaba era una enorme bendición.

Mi Muñeco [YeWook] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora