Capítulo 3. UN HURACAN

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El helicóptero aterrizó sobre un gran parque de Colombia en Cali, que por lo visto, se encontraba intacto, pero según mis datos este no lo estaba. Les di a mis soldados la orden de que solo bajaran las armas y botiquines, así sería más fácil correr si se presentaba una amenaza.

Mi misión principal era buscar a aquel sobre viviente que había publicado ese video con la esperanza de que nos lo pudiera explicar todo, pero si él o ella se encontraba muerto, mi segunda misión sería asegurarme que se pudiera volver a vivir aquí. Estuvimos caminando por mucho rato, cuando el sol se empezó a ocultar decidimos buscar un refugio.

--------------------------------------------------------------------------------Buscar un refugio

Se vería a primera vista que cualquier lugar estaría bien ya que después del incidente todo quedo intacto, como si la gente hubiera simplemente desaparecido, pero esto era diferente, no cualquier lugar podía ser seguro aunque eso fuera lo que aparentara. Al final, con los demás decidimos que nos refugiaríamos esa noche en una pastelería.

Entramos forzando una puerta blanca de metal que nos bloqueaba el paso, aunque fuera prácticamente imposible, hasta ahora era lo que podíamos hacer. Al entrar volvimos a colocar la puerta en su lugar asegurándonos de que nada pudiera entrar. Al colocar la puerta en su respectivo lugar me di cuenta de que esta no había sido abierta después del día del accidente, pues a juzgar por el cerrojo el cual había sido cerrado con llave, fue lo que me hizo pensar que el dueño del local desapareció cuando, posiblemente, estuviera de camino o de lo contrario la puerta hubiera estado abierta.

El local era algo pequeño, pero tenía el suficiente espacio para nosotros seis. Me detuve a pensar un momento mientras descargaba mis cosas y caí en la cuenta de que todos mis hombres eran lo que se podrían llamar "lo mejor de lo mejor". El primero de mis soldados, era el chico con el coeficiente intelectual más alto en Alemania, su nombre era Matt, tenía aproximadamente diecinueve años lo cual a mi parecer era algo sorprendente, cabello rubio y ojos azules, su cara parecía a la de un modelo como para ser la de un simple soldado, labios bastante pequeños y no es que fuera muy alto. El siguiente fue enviado por su gran capacidad de supervivencia en la guerra, Axel, de diecisiete años, cabello castaño, ojos verde oscuro, alto y delgado, aunque él no era de Alemania sino de Estados Unidos, a decir verdad, si te lo encontraras en la calle lo confundirías con un alemán por raro que suene, el chico había salido de su país ya que el ejército lo rescató y mando a Alemania tal cual me paso a mí. El tercero, destacado por su conocimiento en armas, Lakmin, él era un chico de cabello rojizo, bastante pálido, ojos miel tirando a amarillos, labios carnudos y de estatura promedio, Lakmin era alemán pero gran parte de su familia era americana; la noticia lo había devastado. El cuarto, Tequilla, era el enfermero, y simplemente se le dio a oportunidad de apoyarnos en esta misión, él era pelinegro con ojos del mismo color y el segundo más alto de entre todos nosotros. El quinto era el piloto del helicóptero, Fred, era un hombre de cabello cano en un corte militar, ojos grises y era bastante bajo, su apariencia era la de un anciano que jamás había visto la acción en toda su vida, bastante serio, pero era un excelente piloto, y aunque no tuvimos ningún problema en el viaje, estoy seguro que si algo hubiera pasado, él no hubiera dejado que cayéramos directo a nuestra muerte segura.

La noche pasó, nos turnamos para hacer la guardia mientras los otros intentábamos dormir, solo que en esos momentos decirlo era algo y hacerlo era otra cosa muy diferente, los ruidos de afueran convertían la estancia en un total infierno y estoy seguro de que más de uno pensó que moriríamos, no los culpo, yo también me sentí así cuando nos montamos al helicóptero. Y así fue como pasamos la noche más larga de nuestras vidas.

En esos momentos, el amanecer era algo que se podía comparar con el momento más feliz de toda tu vida. Una sensación momentánea de tranquilidad nos recorrió a cada uno de los presentes, nos levantamos del suelo y salimos con cuidado de nuestro refugio dirigiéndonos por las calles en busca de nuestro objetivo, todos nosotros aún nos encontrábamos en estado de alerta por la terrible e infernal noche, pensando en lo que habría afuera.

Caminamos unas cuantas horas todavía con terror en nuestros adentros, llegando a lo que era el centro de la ciudad, cuando un sonido dulce que aseguraba calma, sin embargo, lo que se escuchaba no era ningún canto de aves, la cuales en ese continente ya no habitaban. Se escuchaba una voz, un tarareo de una canción, y aun que fuera raro, era una canción nueva, como "Pops goes the weasel" ¿Pero cómo?, me pregunté.

Seguí el sonido, hasta llegar a un edificio no muy alto con las ventanas rotas, un edificio abandonado mucho antes que todo sucediera, y en la sima de este, se encontraba una chica, llamé a mis compañeros con un gesto de mi mano y todos juntos intentamos llamar su atención, después de unos cuantos segundo intentándolo Lakmin agarró su pistola y apuntando al piso disparó haciendo que la chica mirase para abajo, suspire aliviado por haber llamado su atención pero un poco molesto por la acción instintiva de mi soldado, me deshice de mis pensamientos para continuar con la operación. Me alarme cuando vi que esa chica saltó de la sima del edificio, intenté reaccionar pero no lo logré hasta el momento en que la vi enfrente mío apuntando su pistola a mi frente.

- No deberían estar aquí- Dijo la chica misteriosa en un idioma que no alcancé a reconocer, creo que al ver que ninguno de nosotros le entendíamos repitió lo dicho previamente en la lengua universal. Me fijé en ella se me hacía conocida de cierto modo pero no creo haberla visto jamás, la chica era bastante alta pero no lo suficiente como para alcanzarme, sus ojos cafés oscuros, sus pestañas ligeramente largas, su cabello moreno con rayos dorados, liso y tan largo que le llegaba a los talones, aunque estuviera recogido con una cuerda por la parte de la cintura para evitar tropezar con él, piel morena, labios ni muy grandes ni muy pequeños, y en ese momento llevaba puesto una chaqueta a lo militar, pantalones negros anchos, botas color crema sucias y llenas de barro y un suéter azul de gato bajo la chaqueta.

- Es peligroso que estén aquí- Nos reprendió de nuevo la chica con cansino enfado.

- Somos de ejército, venimos en un operativo de suma importancia, niña, así que si tuvieras la amabilidad de decirnos el por qué te lo agradecería- Le espeté, antes de que ella tuviera la oportunidad de siquiera responder se hicieron presentes unos gritos que provenían detrás mío, cuando voltee pude ver que mis compañeros no estaban.

- Debes irte- Me ordenó de nuevo la chica, la verdad desde mi punto de vista parecía más preocupada que enfadada.

- ¡Ni loco! si vuelvo sin ellos me mataran- Exclamé ahora preocupado por mis compañeros, porque si volvía a Alemania sin ellos me acusarían de asesinato.

- De todas formas, si te quedas aquí morirás de igual manera- Dijo ella con un tono indiferente y con un semblante despreocupado mientras observaba el arma.

Ya sumido en la desesperación intenté ser racional y buscar la manera más lógica de hacer algo, no obstante, me encontraba tan desesperado que no se me ocurría nada, lo único que se encontraba en mi cabeza ahora eran las imágenes de mi antigua misión: bombas estallando, cadáveres, armas, soldados enemigos, mis compañeros muriendo. Así que me debatí por la única opción "razonable".

- Por favor, ayúdame a encontrarlos- Le pedí intentado no ponerme aún peor de lo que me encontraba.

Ella dejó su examen al arma para lanzarme la mirada más fría que había sido recibida por mi persona en mucho tiempo.

- Okey te ayudaré, pero te advierto que si mueres ellos también lo harán- Dijo severamente irritada.

- Gracias...- Dije con el típico tono que se usa cuando no sabes el nombre de una persona.

- Wonderland, mi nombre es Wonderland- Dijo ahora con una calida sonrisa- Vamos, sígueme será mejor que no te quedes solo y menos de noche, pero procura ir rápido- Mencionó Wonderland, se dio la vuelta y de una patada abrió la puerta, se puso sus audífonos para correr y se dispuso a subir a el mismo edificio, yo me quedé parado en la entrada muy asombrado por el ingenio de la chica, luego caí en la cuenta de que 1. Me encontraba en un país desconocido, 2. Estaba solo y 3. Lo único que podía hacer en esos momentos era seguir ciegamente a esta chica con la esperanza de encontrar a mi escuadrón hací que hice lo mismo que Wonderland solo que con más dificultad, jamás había subido a un edificio de esa manera, eso es algo que no te enseñan en el ejército.

Y así paso una parte de mi segundo día en aquel lugar que fue convertido una pesadilla, pero que tan solo era lugar de una aventura suicida.

efecto mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora