Para ser honesto, el hecho de dormir con una mujer que no fuese de mi familia era muy extraño, extraño en proporciones bíblicas.
Después de que Wonderland lavara mi ropa y la de ella, sonaron las campanas que significaba que ya eran las 7:00 P.M. Wonderland me agarró del brazo y me llevo a la única habitación además del baño a la que se podía entrar, cerró la puerta con seguro y luego las ventanas y cortinas; había bastante luz en aquel cuarto.
Se podría decir a primera vista que era un cuarto de chica, una pared rosa con una guitarra eléctrica que colgaba de ella, y unos cuantos dibujos, otra pared azul, la cual decía Wonderland (se veía pintado hace poco; la pintura estaba en buen estado), una cama sin hacer de sabanas color azul y cortinas de ambos colores y un cielorraso blanco que iba a la perfección con el resto de la habitación; me sentí un poco abrumado por un momento en esa habitación.
- Creo... Creo que es hora de dormir- Dijo mientras se ponía una especie de pantalones pequeños.
- ¿No habías dicho que no tenías más ropa?- Pregunte desconcertado por el previo comentario en un tono lóbrego.
- Con ese comentario me refería a que la ropa que tengo también estaba en la lavadora- Aclaró mi duda secamente mientras se acostaba en la cama destendida y desteñida.
- ¡Ah! intenta no ocupar mucho espacio- Me ordenó sin pisca de condescendencia mientras se daba la vuelta para quedar de cara a la pared. Hice caso omiso a su cometario para a continuación retirar las botas de mis pies y vacilante me acosté a su lado sin ocupar tanto espacio tal y como ella me pidió. De repente, sin saber por qué sentí como mi rostro se calentaba y me sentí avergonzado por un momento. La verdad la cama era bastante cómoda, así que esa noche fácilmente me quede dormido.
Desgraciadamente, desde lo que había ocurrido en América no había dormido bien, todas las noches eran de insomnio, pesadilla tras pesadilla, simplemente no podía cerrar mis ojos, es imposible dormir si el cerebro no se calla. No importaba si estaba trabajando, en un autobús, en mi cama, o hasta en el lugar más aburrido del mundo, sencillamente no podía. Dormir, algo tan sencillo como encender un televisor era una acción titánica para mí. Esa noche fue diferente, algo en esa habitación tenía un olor que me tranquilizaba, que de alguna manera me aseguraba que todo estaría bien desde ahora y quién lo diría, el único lugar en el que podía dormir tranquilo, era en mitad de un apocalipsis demoniaco.
Al otro día, la pequeña Wonderland literalmente me despertó a gritos, no fue capaz de despertarme a punta de palmadas o ve tú a saber, ahora ella llevaba un jean oscuro, unas zapatillas converse, una blusa naranja de tiras, el mismo suéter de gato de ayer y el hilo amarando su cabello a su cintura. Parece que aquel lugar de verdad me hacía dormir tanto como un bebe en el pecho de su madre.
- ¡Ja! Por fin despiertas- Dijo notablemente enojada- Ve a bañarte, de verdad apestas. Muévete, no hay que perder tiempo- Ordenó intentando sonar un poco más tranquila que antes a la par que salía del cuarto y se dirigía a la cocina. Sin perder el tiempo, me dirigí al baño.
Abrí la puerta del baño, y a decir verdad era el mejor lugar de la casa. Cerré la puerta de baño y me saqué la ropa y sin la suficiente cofinancia me metí a la tina para luego correr una cortina improvisada con sabanas mal colgadas, que a mi parecer, Wonderland había sido la culpable de poner, porque calculando el tiempo, ella debió tener doce años cuando ocurrió todo esto o yo qué sé, solo me baso en suposiciones.
Me di una ducha larga. Mientras dejaba que el agua recorriera mi cuerpo desnudo, me dejé llevar por el hilo de mis pensamientos, América no era tan malo, después de todo tenia agua caliente, mientras en Alemania solo había agua fría, ahora solo me pregunto, ¿Cómo Wonderland hizo funcionar a todo un país entero?, ya que según la información de los satélites, Colombia era el único país en América que en este momento ocupaba luz, además ¿Cómo había podido sobre vivir seis años en un apocalipsis demoniaco?
Después de un rato, salí de la ducha, mientras me secaba el cabello y el agua bajaba por mi abdomen me di cuenta de que había dejado mi ropa en la habitación, así que maldiciéndome hacía mis adentros salí de baño, choreando un poco de agua.
- El desayuno está listo- Anunció Wonderland secándose las manos con una toalla de cocina para luego voltear a verme en mi falta de ropa, con tan solo calzoncillos. Sorprendida, se dio la vuelta tan rápido como le fu posible.
- ¡Ponte ropa!... por favor- Pidió esta con un hilo de voz que reflejaba vergüenza, sin embargo por el color de sus orejas se veía que le era imposible ocultar su gran "emoción", así que decidí aprovecharme un poco de ello y también aclarar una que otra duda.
- Y... Dime- Comencé acercándome a ella con pasos lentos sin siquiera haberme tomado la molestia de hacerle caso, la abracé por detrás de la cintura poniendo mi cabeza en su hombro; sentí que su respiración se entrecortaba.
- ¿Qué edad tienes?- Le pregunté susurrándole al oído con tono seductor, siempre se han dado bien este tipo de cosas. Sentí un pequeño escalofrió de su parte.
- E-Eso n-no es a-algo que te i-importe- Respondió con el mismo hilo de voz.
- Me importa más de lo que parece- Contraataqué con un tono algo coqueto.
- Mmm...- Masculló decidiendo si revelarme su edad- Diecisiete- Respondió ahora pegándome con el codo para poder liberarla, eso fue lo que hice.
Después de que me cambiara me senté en el suelo mientras ella me tendía una manzana y un especia de sándwich de atún.
- Creo que deberíamos empezar a buscar una forma de recuperar a tus soldados, después de todo si tu mueres, también ellos - Tragué en seco, casi me trago el gran pedazo de manzana que en ese momento masticaba.
- Wonderland, ¿Por qué no habías empezado a buscar la forma de liberar a las demás personas de América? y si me das el beneficio de la duda ¿Cómo viviste todos estos años?-Pregunté, creo que he estado haciendo demasiadas preguntas, o al menos algunas muy "pesadas" para ella.
Antes de responderme, Wonderland se dedicó a inspeccionar detalladamente las facciones de mi rostro para luego comenzar a responder.
- Primero, dime ¿Cómo sabían que quedaban sobrevivientes en América?- Me respondió ella con otra pregunta.
- Mediante un video subido a YouTube unos días después del comienzo de todo esto- Respondí e inmediatamente ella coloco una mano en su barbilla.
- Bueno, pues si sirve de algo, yo no fui quien subió el video- Dijo ella encogiéndose de hombros con una expresión de indiferencia bástate fingida. Eso podría significar que había otras personas vivas en este continente y que talvez entre ellas podría estar ella.
- Eso significa que hay más sobrevivientes- Exclamé con gran emoción a la vez que le daba otra mordida a mi sándwich.
- No.- Me contradijo Wonderland de manera cortante acabando con mi optimismo.
- Pero... Pero entonces ¿Quien subió el video?- La cuestioné con una gran confusión; me estaba comenzando a irritar.
- Bueno...- Comenzó ella recordando- Había alguien, un viejo, él me enseñó a disparar y todas las cosas necesarias para sobrevivir... Ya sé dónde podemos investigar cómo salvar a tus soldados.- Dijo con gran optimismo parándose y tomando su arma de la mesita para a continuación dirigirse a la puerta- ¿Estas esperando una invitación?- Preguntó sarcástica mientras arrancaba la puerta y caminaba por el pasillo a la salida de los edificios, yo solo me levanté, tomé mi arma y mi chaqueta y la seguí. No pude dejar de darle vueltas al asunto de lo conocido que se me hacía todo, pero cada vez que intentaba recordar se me hacía borroso, lo único que quería era saber ¿Por qué esta noche y en este lugar me sentí seguro aun sabiendo que no lo estaba?, esa sensación, esos recuerdo, que pueden ser recordados... Si tan solo...