Capítulo 8. NO PUEDO RECORDARTE.

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Desperté temprano, hoy era el día en el que, si la suerte estaba de nuestro lado, averiguaríamos dónde están todos los ciudadanos de América.

Wonderland estaba a mi lado durmiendo plácidamente con una encantadora sonrisa dibujada en su bien proporcionado rostro, bajé de la cama intentando no moverme mucho y evitado a toda costa despertar a Wonderland. Salí de la habitación para darme una ducha, sin embargo al pasar por en frente de la puerta del día anterior, mi curiosidad se despertó nuevamente haciendo que mi cuerpo se dirigiera hacia ella ignorando todos los impulsos que mi cuerpo le mandaba frenéticamente para evitarlo. Como si mi cuerpo tuviera vida propia, ambas manos intentaron abrir aquella puerta, pero tal y como dijo Wonderland, está siempre estuvo cerrada, no entendía por qué mi memoria me decía que ayer había entrado a aquel cuarto, si la puerta estaba cerrada, sacudí mi cabeza pensando que tan solo era imaginación mía y me dirige al baño.

Después de la relajante ducha caliente salí del baño y vi a Wonderland comiendo una manzana con la misma ropa que tenía cuando nos conocimos

- Pareces una pintura, definitivamente no tienes más ropa- Dije burlándome de ella.

- Lo dice el imbécil que tiene la misma ropa que desde que llego- Contraatacó con una gran sonrisa de victoria y satisfacción.

- Si, buen punto pero yo no vivo aquí hace más de cinco años.- Exclamé arrebatándole la sonrisa poniéndomela yo mientras ella bufaba estruendosamente.

- Ajá, toma alguna manzana de la mesa, hoy no quiero cocinar- Argumentó Wonderland mientras seguía comiendo su manzana

- ¿Entonces para qué trajiste comida ayer?- Cuestioné con ironía.

- Estas en lo cierto, pero recuerda que hoy nos iremos y no creo que necesitemos mucha comida en nuestros estómagos, además con esto es suficiente para toda esta semana- Respondió acabando la manzana y tirándola por el balcón.

Después de alistar una que otra cosa, salimos del apartamento tomamos un auto y nos dirigimos al aéreo puerto, uno que otro demonio por el camino, pero después de media hora de camino llegamos al aéreo puerto y como dijo Wonderland, este se encontraba intacto.

Entramos por el estacionamiento llegando a unas puertas de desembarque para pasajeros, ahí habían unas escaleras eléctricas (obviamente sin funcionar) por las cuales subimos a una sala de espera muy grande en la cual habían unas ventanas que daban vista a la pista donde muchos aviones estaban descansando de su pesada labor, rompimos una ventana y saltamos a la pista, yo por mi parte me dirigí hacia el avión más pequeño, pues así sería más fácil pilotarlo, termine de encender los motores recordando las cosas que me enseñó mi abuelo cuando era pequeño, Wonderland subió y tomo el puesto del copiloto mientras yo el del piloto, no era un avión tan pequeño, pero tan poco tan grande, ya que necesitábamos un avión de pasajeros, ya que con el de carga el viaje sería más riesgoso debido a los demonios.

- Esto será difícil ya que no tenemos torre de control que nos guie.- Confesé algo preocupado.

- No te preocupes podrás hacerlo- Exclamó dedicándome una sonrisa mientras sostenía mi mano amablemente.

- Está bien, aquí vamos, solo espero no perderme y llegar a México antes que a Estados Unidos- Solté un largo suspiro y puse en marcha el avión.

Unas horas de largo viaje, tenía sueño y no veía la hora de poder dormir, pero si lo hacia el avión caería y al no tener torre de control no podía usar el piloto automático matándonos a ambos. La verdad es que entre Wonderland y yo, ella era la que más sufría intentando no dormirse para que yo no me sintiera mal, además que mientras yo dormía después de desmayarme, ella se quedó despierta hasta la madrugada vigilando que ningún demonio se acercara a el apartamento.

efecto mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora