Tras salir del cuarto demoniaco corrí tras ella como alma que lleva el diablo, no me importaron los demonios que se cruzaban en mi camino con intención de matarme, solo la tenía a ella en la mente y nada ni nadie me iban a impedir alcanzarla. Paré en seco, sin saber con exactitud por qué una sonrisa socarrona se dibujó en mi rostro, mi Dark, siempre estuvo a mi lado, manteniéndose fuerte sin importar lo que pasara. Sacudí mi cabeza, para luego volver a la realidad y darme cuenta de que ya no había ningún demonio a mí alrededor, me pareció rara toda la calma que había. Sin embargo, hoy nada podía salir bien, lo supe cuando un llanto se escuchó desde un parque cercano, sin prestar atención a los inexistentes sucesos a mi alrededor, fui hacia donde se encontraba.
Estaba sentada en la rama de un árbol, tenía el presentimiento de que lo único que se escuchaba en kilómetros era su llanto, lo que me parecía extraño; no era el momento de preocuparme por ello.
- Wonderla... Dark, ¿Podemos hablar?- Hablé desde abajo del árbol de donde se encontraba, ella subió la vista limpiando sus lágrimas, respiró profundo y se aventó del árbol.
- ¿Qué quieres?- Preguntó con el mismo hilo de voz que usó después de vomitar la mitad del contenido de su estómago acompañada de una sonrisa falsa, eso es algo que me irrita de ella, siempre escondiendo sus sentimientos para no preocupar a los demás, solo tenía ganas de golpearla en el rostro repetidas veces para que entrara en razón... Lástima que mi moral me lo prohíbe, además, no creo ser capaz de hacer eso.
No lo hice, solo me acerqué despacio a ella con mi mejor intento de mirada fría e inexpresiva dejando pocos centímetros entre ambos, me detuve un momento para detallar las facciones de su rostro, sus ojos avellana se llenaron de lágrimas haciendo que su labio inferior temblara un poco, esto hizo que me lanzara a sus brazos, abrazándola como si fuera la última vez.
- Por favor no me vuelvas a hacer esto, sí que eres idiota- Susurré a su oído mientras reía un poco, ella se estremeció, sin embargo, poco a poco esa risa que tomé por reconfortante se volvió llanto.- Te amo, Nunca dejé de hacerlo.- Mascullé apretándola más a mi mientras mis lágrimas mermaban. Entre sollozos y lágrimas sentí los delicados pero fuertes brazos de Darks correspondiendo a mi abrazo. Nos separamos un poquito y ella me regaló la tan hermosa sonrisa de la que es dueña.
- Igual que yo.- Susurró ella mientras me miraba a la cara y una que otra lagrima escaparon de sus ojos. Con mi pulgar borré el resto que dejaban, tomando su rostro entre mis manos acercándola con suavidad a la mía.
- No vuelvas a irte- Pedí mientras nuestras frentes se juntaban con nuestros ojos serrados disfrutando del momento.
- Lo prometo- Dijo en un tono apenas perceptible, si la tenías muy muy cerca para después intensificar la fuerza con la que me abrazaba, lo estaba disfrutando, no me importaba el hecho de que ella estuviera rompiendo mis costilla, solo estaba feliz de verla y daría mi vida por ella sin importar que.
Después de separarnos yo volvía a pasar por mi cabeza aquel detalle que antes no me importaba, pero era hora de que lo analizara.
- Lamento mucho dañar el ambiente, pero hay algo que no me cuadra en todo esto- Dije con dulzura acariciando su rostro.
- ¿A qué te refieres?- Cuestionó ella curiosa.
- Me refiero a que desde que salimos del cuarto de las pesadillas de cualquier persona cuerda, no he visto a ningún demonio- Expliqué pensativo.
- Ahora que lo mencionas, yo tampoco he visto a ninguno- Concordó mientras caminaba de un lado a otro, como si intentara recordar algo.- Tenemos que irnos.- Ordenó mientras tomaba mi mano y me arrastraba al edificio de en frente.
- Espera Wonderla.... ¡Agh! Darks, ¿Por qué volvemos?- Pregunté intrigado mientras era arrastrado a la fuerza, de verdad es perturbadora la idea de intentar averiguar qué pasaba por la cabeza de esa muchacha.
- Discúlpame, es que apenas estoy recuperando la memoria- Se excusó apenada- Lo que pasa es que tenemos que volver, porque todavía tenemos que salvar a América ¿Me equivoco?- Explicó rápidamente para correr a la entrada del edificio, la verdad si ella no fuera la esperanza de América, ya la hubiera golpeado mandando mi moral al traste, pero ella es así y no dejará de serlo, solo me puse a reír, para luego correr también a el edificio.
Corriendo y corriendo, subiendo y subiendo, los pisos del maldito edificio parecían interminable, aunque a decir verdad por cada piso, en mi cabeza se formulaban más de mil preguntas ¿Qué es lo que tenemos que hacer aquí?, ¿Por qué no hay demonios?, no obstante, la pregunta que más desconcertado me traía era ¿Cómo es que Darks sabe qué hacer?, la pregunta rondó por mi cabeza hasta que me hartó, por lo que me enfrasqué en mis pensamientos que no me di cuenta cuando Darks me empujó por el maldito agujero, que tanto tardaré en reprimir cayendo en un trance involuntario al recuerdo de aquel nauseabundo olor, solo desperté de este cuando sentí el colchón en mi trasero.
Era la misma habitación, igual de putrefacta y apestosa que antes con la única diferencia de que la primera vez no había una gigante puerta de metal que conducía a un ascensor del Medioevo en toda una esquina. Una nota pegada a la puerta escrita con sangre.
"Este es el efecto y tú eres la mariposa."
Leí en voz alta la nota.
- Mierda, todo esto es mi culpa- Dijo enojada consigo misma mirando hacia lo otra pared, en su cara se notaba la preocupación.
- Puede ser, sé que no es de mucha ayuda el que te lo diga pero, esta es tu oportunidad de arreglarlo- Exclamé con un cansino tono mientras la tomaba de la mano y la jalaba en dirección al ascensor.
Seguimos bajando, solo oscuridad a nuestro alrededor, hasta que la misma voz se volvió a escuchar.
- Que curiosos son los mortales, es realmente frustrante ver un mundo lleno de personas que se quejan de sus patéticas vidas, teniendo en cuenta que su vida no es más que un fugas en insignificante momento en la tierra, pero los idiotas que intentan cambiarlo son muy interesantes.- Exclamó animada la voz.
- ¿De qué se trata este juego?- Dark preguntó frívolamente, tan segura, como si supiera quien provocó todo esto, como si supiera la causa de este apocalipsis.
- El juego es simple, cuando el ascensor se detenga encontraran frente a ustedes un laberinto, donde deberán superar sus más profundos miedos, claro, si es que ellos no los devoran primero.- Explicó la misteriosa voz entre risa y risa.
- ¿Cuáles son las reglas?- Continuó Dark mientras apretaba los puños.
- ¿Reglas? Las reglas son tan solo dos... No salirse del laberinto y si tu miedo te controla debes dejar el juego y rendirte.- Sentenció la espectral voz, para luego terminar con su trasmisión.
- Prepara el arma y mantén la mente abierta, tus miedos pueden controlarte fácilmente, pero jamás harán que te rindas, eso solo es decisión tuya.- Me animó Dark para que después de unos segundos el ascensor parara de un solo golpe, permitiendo ver en su exterior un gran laberinto, que reflejaba las pesadillas más profundas de cualquier humano. Algo que te enseñan en el ejército es estar dispuesto a morir por tu país, en mi caso, a estar dispuesto a morir por el mundo entero.