(3) Club

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Club


Lion solo miró al sujeto, impresionado por semejante abuso. Algo ya le había dicho que tendría problemas con él. Ariel se volvió luego de dejar su bandeja y con paso firme se colocó frente de él y le dedico una mirada asesina. Se dio cuenta de inmediato que era más alto que el bravucón, por poco, y también le dedico una mirada fría. Estaba muy molesto.

─¿Qué? ─le dijo Ariel con desafío, su voz era potente y áspera, su mirada; desdeñosa.

─¿Disculpa? ─replicó un indignado Lion en el mismo tono desafiante, nunca había tenido problemas con nadie, pero si se metían con él no se iba a quedar de brazos cruzado. No era un tonto, para dejarse humillar y dominar por gente como él. Eso sí que no lo permitiría.

─Te disculpo, pero que no se repita ─se limitó a responder el otro, torciendo la boca en una sonrisa burlona y despectiva, acentuando el desdén de sus ojos, ya de por sí sombríos.

Dando media vuelta se dirigió a la puerta.

─¿Cuál es tu problema? ─escupió Lion en voz alta, sin poderse contener, al percatarse que sus nuevos compañeros estaban detrás de él. Se sentía humillado.

Ariel se detuvo de golpe y el silencio se alzó como una aplastante ola en la cafetería. Ahora todos los miraban, las vistas iban de Lion a Ariel y viceversa.

El bravucón se volvió de nuevo hacia él, lentamente, hasta quedar de nuevo frente a frente, con ojos aún más llenos de furia. Pero Lion no inmuto su rostro, que también reflejaba su propia ira.

─¿Qué dijiste? ─le preguntó Ariel como si no diera crédito a sus oídos, pero con la misma voz arrogante que retumbo más clara debido al repentino silencio. Parecía inmensamente ofendido. "Hay que ver" pensó Lion.

─Dije: ¿cuál... es... tu... problema? ─repitió, separando las palabras como si le hablara a un retrasado mental.

─¡Ten cuidado nuevo! ─le advirtió un chico desconocido, uno de los trúhanes (uno grande y alto, de piel morena). Como les decía Beth: El "equipo de rufianes" ya estaba detrás de Ariel. A su derecha se encontraba Hermes, incondicional, pero aun así le echaba miradas de preocupación a su primo, como si no quisiera que se metiera en problemas, algo dubitativo, le puso una mano en el hombro, como llamándolo a la calma, que este se sacudió sin miramientos. Ariel les hizo un ademan con la mano a los dos indicándoles que no se metieran, sin apartar ni un segundo los ojos de Lion, que aún tenía la bandeja en la mano.

─Los nuevos nunca saben nada ─aclaró el capitán de baloncesto─. Por eso hay que enseñarles ─y se acercó con paso firme a su contrincante hasta situarse a pocos milímetros de su rostro. Pero Lion no se movió, colocó rápidamente la bandeja a su lado, en su sitio, sin dejar de encararlo apretó los puños. No sabía por qué, nunca había estado en una situación similar, pero se sentía listo, como si pelear fuera parte de él, como si corriera por sus venas. Lo cual era absurdo porque nunca había golpeado a nadie en su vida. Pero eso tampoco significaba que no era capaz de defenderse si alguien lo agrediera. Sintió súbitamente un gran rencor hacia Ariel y un deseo irracional de hacerle daño, como seguramente también él sentía. Los puños le temblaban dándole la impresión de que echaban chispas eléctricas. Lo más extraño era que sentía un extraño hormigueo en su nuca, como si pasaran corrientes eléctricas de verdad desde allí a todo su cuerpo. Eso era algo que nunca había experimentado. Pensó que debía ser la adrenalina, pero no estaba muy seguro.

Juego de Titanes (Rebelión y Sombras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora