(4) Provocaciones

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Provocaciones


Los puños se le cerraron instintivamente, al mismo tiempo que se endurecía su semblante. Pero se relajó inmediatamente al ver que el que acompañaba a Ariel no era uno de sus rufianes, sino que era el mismo profesor que los había interrumpido en su primer encuentro en la cafetería. Lion ya sabía que era el Coordinador del Colegio, el Prof. Alfonso Madrid.

─Buenas tardes ─saludó este al pasar por su lado, sin prestarle mucha atención.

─Buenas tardes, Profesor.

Ambos siguieron su camino, y por la dirección que tomaron, Lion intuyó que se dirigían a la Dirección. Cruzaron la esquina del pasillo, no sin que antes Ariel le dedicara una mirada de desprecio. Él, sin embargo, siguió su camino a clase.

No sabía porque, pero desde que llegó a su nueva escuela su vida había estado plagada de sensaciones y situaciones nunca antes experimentadas. Nunca había tenido, por ejemplo, tantos amigos, nunca había sentido tanta pasión por algo como las Artes marciales y nunca había tenido un enemigo, pues aunque él no quería verlo ni como amigo o enemigo, Ariel sí que lo veía a él como su adversario.

Las siguientes semanas pasaron rápida y tranquilamente, tal como la primera. Lion había estado practicando cada vez más duro en sus entrenamientos, luego de aprender de Ana las nociones básicas y haber recibido su uniforme. Una especie de ajustado y ligero kimono naranja oscuro, como el de los demás, con cinturón del mismo color. Había comenzado a entrenar de mano de su maestro, que como imaginó, tenía la destreza de un tigre. A pesar de que sólo llevaba un mes, había aprendido bastante de él. Tuvieron que agregar como otro día de práctica, aparte del miércoles, los viernes después de clases. Él quería aprenderlo todo no importaba cuanto tardara.

Pero las prácticas aumentaban también sus exigencias, había peleado ya con casi todos sus compañeros del mismo nivel, y ninguno le había podido ganar; sin embargo, en ese momento era con Ana con quien peleaba. Algo que lo hacía sentirse dividido, pues no quería hacerle daño a su amiga, aunque ella no era tan frágil como parecía.

Ambos seguían girando en torno al otro, con los puños levantados, sin dejar de mirarse a los ojos.

─¡Vamos Lion, es una pelea, no la estas sacando a bailar! ─le gritó el asistente del maestro─. Harás que te derribé.

Algunos chicos rieron.

─¿Quieres bailar conmigo? ─le preguntó Ana en susurros.

Él se sonrojó. Una grabe distracción, pues Ana logró estamparle una patada que lo derribó de espaldas contra el duro suelo del gimnasio.

─¡Ves! ─gritó de nuevo el asistente, quien le pasó un billete disimuladamente y con cara de pocos amigos a uno de sus compañeros.

El Maestro Ben los observaba apaciblemente, como si no estuviera allí en realidad. Lo que hizo que se sintiera más apenado por caer ante Ana. Por lo que, aprovechando que ella se había distraído con la reacción de Billy, impulsó una patada desde el suelo hacia ella y logró derribarla a su lado. El profesor reaccionó al fin, todos callaron.

Ana lo miró cuando se vio a su lado en el suelo, como si lo hiciera por primera vez.

─Nunca nadie me había derribado ─dijo ella.

─Siempre hay una primera vez para todo─ comentó Lion, con una sonrisa a la que ella no pudo resistirse.

─¡Muy bien, eso es todo por hoy! ─los despidió el Maestro, miró a Lion que ya estaba de pie con su amiga─. Bien hecho muchacho.

Juego de Titanes (Rebelión y Sombras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora