(5) Consecuencias

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Consecuencias

Lion sentía como si los huesos le hubieran estallado en miles de diminutas astillas. Astillas, que se abrían paso por sus músculos y le provocaban tal dolor que se preguntaba con ansias por qué no llegaba la muerte. No podía siquiera moverse por la intensidad del dolor, y aun así escuchaba voces como de paramédicos, incluso creyó oír un grito lejano de su madre. El dolor aumentaba cada vez más y parecía querer consumir por completo todo su ser, hasta obtener la última gota de su agonía, y eso era lo que deseaba en ese instante si con eso conseguía morir. Al menos así el dolor cesaría. Sentía la desesperación como un monstruo que se alimentaba de su alma. "Definitivamente, esta tiene que ser la muerte" pensó.

Su agonía parecía no querer detenerse nunca, pero aun así lo hizo. El dolor se fue junto con la desesperación. Fue un alivio tan repentino, que lo sintió como una fragante brisa cálida que barriera todo el mal de su cuerpo. Fue lo más agradable que hubiera experimentado nunca después de un dolor tan intenso. ¿Ya estoy muerto? Se preguntó. Aún seguía sin poder moverse. Esperó, en la oscuridad absoluta en la que estaba, hasta que logró distinguir un extraño punto de luz dorado. Fue hacia él, no supo cuando recobró el movimiento, y esta pequeña luz se hacía cada vez más grande. Hasta que todo se convirtió, tan repentinamente como todo lo demás, en un sueño.

La luz cegadora que vio lo cubrió por completo y le lastimaba los ojos mientras estos se acostumbraban a ella, sin embargo vio algo más extraño aun: estaba en un lugar desértico, de tierra roja, con cierta vegetación serófila, escasa, y al fondo una gran ciudad que reconoció como la ciudad en la que actualmente residía. Pero eso no era lo más extraño.

Lo insólito; eran los sujetos que flotaban en el aire como a cien metros de él. Se miraban fijamente, expectantes, los dos con el rostro muy serio, mientras un extraño resplandor blanco les cubría la piel, sería una visión celestial de no ser porque las ropas de ambos estaban casi toda rota en el torso y las piernas, aun así se distinguía que eran unos trajes extraños, de color negro y como de corredor de motocross, pero mucho más sofisticados al mismo tiempo.

Uno de los sujetos era rubio y de ojos grises brillantes que Lion reconoció de inmediato como su padre y sin poder contenerse le gritó:

─¡Papá!... soy yo, Lion... ¡ayúdame!... ─pero no le respondió, ni siquiera pareció oírlo. Definitivamente debía estar muerto pues si no, no vería a su padre que hacia catorce años que había fallecido. Lion le gritaba más y más fuerte pero no le respondía, era como si en realidad no estuviera allí. ¿Qué está pasando? Se preguntó confundido.

Vio al otro sujeto de cabello castaño rojizo y ojos grises, más claros y brillantes, como los de su padre y los suyos propios. Ambos, su padre y el sujetó, eran fornidos y altos. No tenía ni la más remota idea de quien era el otro. Y sin embargo le pareció familiar.

De repente el sujeto extraño hizo un movimiento fugaz, tan rápido que de haber parpadeado Lion no lo habría notado. Un segundo antes estaba a unos veinte metros de distancia de su padre y al otro, estaba detrás de él y le propinaba tal golpe con el codo en la zona media de la espalda, que sonó como el estallido de diez cañones disparados simultáneamente. Hizo que su padre se inclinara hacia atrás de puro dolor en un horrible ángulo y expulsara tal cantidad de sangre por la boca, que parecía mentira que no muriera al instante.

─¡NOOO! ─rugió Lion─. ¡PAPÁ! ─quería ayudarlo, pero no sabía ni cómo ni por qué su padre flotaba en el aire o si él también podía hacerlo. Sin embargo, el golpe parecía no haberle afectado mucho a su progenitor, quien le respondió dando un veloz medio giro, todavía más rápido que el movimiento del otro sujeto, y le dio tal patada en la cara; que lo hizo caer a la tierra tan velozmente, que parecía como un meteorito descendiendo del cielo, que al chocar con el suelo, levantó una cantidad inusitada de tierra que a su vez se hizo una nube de polvo que lo bloqueó todo por unos minutos. Pero inmediatamente después, para sorpresa de Lion, que esperaba que su padre hubiera acabado con él, se levantó y fue, veloz como el rayo, hacia su padre. Comenzaron a pelear a una velocidad inhumana, que Lion apenas podía creer que pudiera verla con todo detalle.

Juego de Titanes (Rebelión y Sombras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora