3 ÐE OCŦUBRE: "El riesgo del intelecto Laison."

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El ambiente, pesado y tenso colmaba la falta de energía de Lidia. Las caras a su alrededor se notaban visiblemente tristes, desanimadas y aterradas por lo acontecido hace dos días. Los profesores hacían silencio, demostrando su culpa a cada uno de los estudiantes por votar a favor de la nueva ley, y a su vez, tristes por la muerte del profesor Farres que, a pesar de ser un ser humano desagradable, a ellos les apenaba su muerte. Por otro lado, las porristas y el equipo de lacrosse mostraban su furia a directivos e incluso el día de ayer asistieron a la alcaldía, exigiendo las disculpas del alcalde por las muertes de los cinco lugareños de Mytris Eden, pero este no salió de la alcaldía en ningún momento. Se mantuvo dentro, demostrando ante el pueblo su evidente cobardía, ignorando así el dolor de las familias de los cinco fallecidos del 1 de octubre. Lidia esperaba que este se sintiera mal por los adolescentes fallecidos, pero había dejado claro lo contrario.

Las familias, mantuvieron sus fuerzas enfrentándose a policías exigiendo que busquen a los asesinos de sus hijos, y a su vez, asistieron estos días a la iglesia en busca de paz. El cura, prometió que Dios encontraría al asesino de sus hijos y que pronto se harían los tributos a cada uno de ellos, pero a puertas cerradas, donde solo asistirán amigos y conocidos de las víctimas.

Al igual que Lidia, ninguno de los adolescentes pensaba vivir esto. Algunos mantenían que todo se trataba de aquella leyenda, pero otros, incluyéndola, creen que solo se trataba de personas matando por macabra diversión o personas de algún culto satánico que, querían contraatacar contra un pueblo con lugareños cristianos como lo es Mytris Eden. De todas formas, los pensamientos de todos no estaban centrados en quienes están detrás de todo esto, sino en el deseo de querer escapar hacia la ciudad y olvidar lo que pasó como si se tratara de un mal sueño, uno que lamentablemente es real y que muchos volverán a vivir. Algunas familias regresaron de la ciudad para proteger a sus hijos o para exigir al alcalde la aprobación de llevárselos junto a ellos, pero eso solo sería un caso en vano.

En cuanto a los padres de Lidia, aun no recibió ningún llamado de ellos, y las veces que intentó contactar con su madre, solo recibía un: "Estoy ocupada, Lidia. Recuerda que, si estás mal, debes refugiarte en el sótano". Luego desaparecía de la línea y no volvía a conectarse. Cuando las noticias de los cinco homicidios llegaron a oídos de toda Canadá, esperaba llamadas desesperadas de sus padres o verlos delante de la casa exigiendo que comience a empacar para irse hacia Montreal, pero nada de eso pasó. Las actitudes de ambos le daban escalofríos y no le gustaba. Lidia sentía que algo andaba mal para que ellos actúen sin preocupación ante lo que pueda pasarle cuando días atrás estaban sumamente desesperados por protegerla. ¿Qué les ocurrirá?

Rechistó, observando las estanterías. Lidia pasó largas horas en la biblioteca, lejos de las noticias y rostros apenados de los lugareños. Buscaba distracciones, nuevos libros que le hagan olvidar la realidad de lo que vivía, pero cada uno de esos libros ya habían formado parte de su lectura hace meses, menos los que están en la habitación del fondo de la biblioteca. Dirigió con lentitud su mirada hacia allí. Nunca pisó ese lugar. Era un sitio oscuro y aterrador. Pero pensó que, podría dejar el miedo a un lado y averiguar si dentro había algún libro interesante que pueda hacerle olvidar lo ocurrido.

Se levantó del asiento, dirigiéndose a paso lento hacia el oscuro fondo de la biblioteca; un sitio al que nadie quería acercarse. (*)

Se detuvo delante de la puerta, sintiendo sus manos temblar.

-Muy bien, Lidia. No seas cobarde -respiró hondo y la abrió, lentamente. El chirrido de la puerta al abrirse le erizó la piel, y al asomarse, todo estaba oscuro.

Respiró hondo y se adentró a la habitación, sin antes activar el flash del móvil.

Caminó lentamente entremedio de las estanterías, leyendo rápidamente los títulos y géneros. La poca luz dentro parpadeaba sin parar, las telarañas en cada esquina de las estanterías, el sonido inquietante de las gotas del techo al caer y el olor putrefacto, helaban la sangre de Lidia. A las afueras, esta habitación parecía del tamaño de la habitación del conserje de la escuela, pero dentro, a pesar de estar en lo correcto al mencionar que era un sitio tenebroso, era lo contrario. Se veía incluso más grande que la biblioteca de fuera, y la cantidad de estanterías era el triple de las que había allí.

El Mes De Halloween🎃(#LMB) ✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora