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—Kendra..— oí que alguien susurró mi nombre. —¿Estás despierta?—continuó diciendo aquella voz. Me removi en las sabanas y prendí mí lámpara que estaba alado de mí cama mientras me incorporaba lentamente.

Abrí uno de mis ojos y lo ví sentado en la orilla de la cama. —¿Qué quieres Wayne?—es lo único que pude decir aún dormida.

—Te están buscando, y no es nada bueno— contestó con un tono ¿preocupado? Valla pensé que Wayne era de las personas que te dejaban morir en situaciones de riesgo. Reí mentalmente.

—¿A qué te refieres con eso?—dije en un tono cansada ya que interrumpió mi sueño.

—Tienes que acompañarme y te explicaré—me dijo levantándose de la cama, asomándose por la ventana.—No podemos salir, nos castigarían—dije en tono obvio, ya que era imposible dejar el orfanato.

—¿Confías en mi..?—me dijo acercándose lentamente —Pues no, la verdad es que no—dije apresuradamente. El solo me vió con cara de pocos amigos y salió de la habitación sin antes decirme que me esperaba afuera.

Bien Kendra que más puedes perder, tú vida es aburrida aparte solo te dejarían 2 días sin comer en el salón rojo.

Escalofríos me invadiero  al recordar aquel cuarto, me habían dejado ahí en muchas ocasiones por culpa de Rebbeca. Era todo oscuro, solo una cama, en las puertas y paredes había agujas  y picos para que no pudieras salir o escapar.

Cambié mi atuendo a unos jeans, tenis, sudadera y mi gorro de lana negro, salí de la habitación encontrándome con Wayne recostado en la pared.

Fuimos bajando las escaleras y todo me daba miedo ya que obviamente las luces estaban apagadas. Solo teníamos una lampara que estaba en manos de Wayne.

Llegamos al cuarto de lavandería y salimos al exterior por una puerta pequeña que estaba en una de las esquinas de esa habitación. Jamás había visto que pudiésemos salir de aquí en todos los años que he estado.

Pasamos los jardínes y también parte del bosque, Earl nos esperaba en una puerta de servicio que daba hacía las afueras del orfanato.

—¿Estás seguro de esto? No puedes explicarme aquí dentro—dije con algo de temor al hablar.Wayne solo me miró y jaló de mi mano ya que él se encontraba afuera.

Cuando mis pies y todo mí cuerpo estuvo de otro lado me sentí libre, Ann mataría por estar aquí pero no podría decirle nada.

Wayne y yo comenzamos a caminar por las oscuras calles de la ciudad, hasta que me digné a preguntar.          —¿Como llegaron al orfanato? Me refiero a tus hermanos y a ti.— Él solo volteó en mi dirección e hizo una mueca.

—Madeleine quizo entrar a una tienda de ropa lujosa, entonces Alex y yo fuimos a tomar asiento. En eso dos tipos entraron a la tienda amenazando a la señora que atendía, tratamos de defenderla pero los delincuentes eran solo chicos y como los dejamos inconscientes, la policía nos investigó, y pensaron que viviríamos mejor aquí pero no.— me narró toda la historia que pasó junto a sus hermanos.

—Valla.. Pero y tus padres? No se hicieron cargo o los abandona...—no pude terminar ya que me interrumpió.

—Shh.. Agáchate—dijo Wayne recostándose en la llanta de un coche jalandome para que no me vieran. Cuando las personas pasaron pudimos levantarnos.

Fuimos directamente a una biblioteca y estaba sorprendida ya que jamás había visto la ciudad. Menos en una noche con luna llena. Se veía tan hermosa. Todas las estrellas juntas brillando.

Entrando tapamos nuestras caras ante las cámaras de seguridad. No sé a donde íbamos pero me sentía segura estado fuera del orfanato.

—Toma.. Lleva éste y éste—decía Wayne mientras me daba unos cuantos libros. Yo como podía los agarraba aunque no cargaría con todos.

Los deje con la señorita que atendía y me aleje para que Wayne pagara. No sé de dónde sacó dinero. Pero yo no iba a pagar. Eso estaba claro.

Me dijo que íbamos a ir a una cafetería y así fue. —¿Qué van a pedir?— el joven que atendía nos pregunto, se veía cansado quizá trabajabs hasta muy noche. — Un frappé de chocolate blanco para los dos—dijo Wayne interrumpiendo mi lectura al menú. El chico solo asintió y se fue.

—Bien ahora dime ¿qué es lo que pasa?—pregunté mientras dejaba el menú en su lugar.—Esperamos a más personas Kendra, ten paciencia—contestó mientras volteaba a la puerta.

Después de unos minutos el joven llegó con nuestros pedidos y Wayne pagó otra vez. Valla esto sí que era el cielo, jamás había probado algo así. Solo los batidos que daban en el orfanato pero no se parecían en nada.

La puerta de la cafetería soltó el sonido de su campanita indicando que alguien había llegado y pude ver que eran los hermanos de Wayne. Buscaban por todas partes y al vernos caminaron hacia nuestra mesa.

Alexander se sentó junto a mí, y Madeleine junto a Wayne. Todos se miraabb y me quedé confundida quería que me dijeran  ya lo que pasaba. No soporté más e hice la pregunta.

—Ya son todos o faltan más por llegar?—dije en un tono molesta ya que nadie se decidía de quién hablaría primero. Ellos notaron mí enojo y Madeleine comenzó a hablar.

—Querida esto es algo muy importante que debes saber— volteó a ver a Wayne y continuó—hay un tipo malo llamado Clifford que quiere ...—tardó en decir y le continuó Wayne—tu sangre—lo dijo en tono seco.

Me quedo estática, analizando la situación y ví que todos volteaban a diferente sitio menos Alexander , él seguía viéndome.

—¿Mi sangre?—pregunte dudosa—como es posible sí toda mi vida he estado metida en ese maldito orfanato—dije molesta ya que parecía ilógico lo que me decían —¿para que la querrían, son vampiros o algo?—continué diciendo molesta.

Alexander solo tocó mi hombro y se apresuró a decir— Obviamente no son vampiros Kendra, es un científico que quiere clonarte.—todos lo voltearon a ver con cara molesta.

Ésta situacion no la comprendía. Como para que quisieran clonarme, si con una de mí ya es suficiente.

—Aja.. y ¿porque me clonarían?—pregunte curiosa ya que tenía que saber más cosas.

Madeleine iba a hablar pero Wayne la detuvo. —Si confías en nosotros y dejas que te guiemos en esto te diremos—se adelantó a decir el dichoso Wayne.

Se que no tenía que confiar en nadie pero necesitaba saberlo, quiero respuestas.

—Esta bien.. Confió en ustedes y dejaré que me guíen en todo esto—dije imitando el tono anterior de Wayne.

En eso el letrero de la cafetería comenzó a parpadear, las luces iban cambiando a diferentes colores y Alexander comenzó a reír. Esto es muy raro y ya me dió miedo.

—Somos diferentes Kendra—menciono Wayne mientras veía el letrero junto con los demás.—¿Di..diferentes?—casi ni podía hablar, con todo eso pensé que ya le había vendido mi alma al diablo y que acabaría ahí mi vida.

—Nosotros tenemos el control de nuestras mentes—Madeleine volteó a mi dirección y me dió una sonrisa cálida—las personas "normales" son opuestas a nosotros a ellos los controla la mente.— continuó diciendo tranquilamente.

—Eso fue lo que hiciste con Rebbeca—Wayne se aproximó a decir—ordenaste a tu mente que te dejará en paz pero como aún desconoces como funciona casi cometes un asesinato.—terminó viéndome fijamente a los ojos.

Secretos a KendraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora