Lo único que pude hacer fue correr en busca de Wayne. Iban a ser la 9 de la noche así que todos correrían desesperados a sus habitaciones ya que los castigarían si no estaban ahí.
Pero hoy no era así para mí. Necesitaba decirle lo de la nota. Él era el único que me podría decir toda la verdad. O eso esperaba.
Antes de bajar por las escaleras lo visualice hablando con una rubia, mí corazón se rompió un poco más pero no era el momento de pensar en eso.
Corrí hasta él, toda agitada ya que había estado corriendo.
—¿Podemos hablar ahora? El cuarto se esta inundando por la lluvia—dije rápidamente dándole un vistazo a la chica.
Ni siquiera estaba lloviendo pero sólo salió de mí. Reí mentalmente.
—Claro—Dijo preocupado. Se despidió con la mano de la chica y ésta se fue enojada.
Me tomó del brazo y fuimos rápidamente a la habitación, llegamos sin que nos vieran ya que eran pasadas de las 9. Cerré la puerta detrás de mí.
—Antes de que digas que fue mentira, ve esto—dije rápido para que no me llamara mentirosa. Él solo tomó la nota, la desdoblo y leyó.
—Tenemos que irnos, toma tus cosas en una mochila, solo lo más esencial, avisaré a los demás—dijo mientras guardaba la nota y abría los cajones sacando ropa.
—No me iré de aquí antes de que me expliques, siempre me ocultas cosas Wayne, dime que es lo que pasa ahora mismo, no me importa si duele—dije frustrada y molesta.
Él estaba viendo la pantalla de su celular, y de repente despegó su mirada observándome fijamente.
—Bien, sientate—dijo mientras ponía nuestras mochilas en su cama, me senté junto a él.
Comenzó a hablar.
—La razón por la que debemos irnos Kendra es porque A.C significa Arsen Clifford. Pero no te preocupes no es el verdadero. Es tú hermano Kendra él que escribió eso. El siempre firma a si con el nombre completo de Clifford para despistar, descuida tu hermano es bueno. Nos va ayudar a salir de aquí.—dijo en un tono tranquilo y despacio para que yo pudiera comprender cada palabra.
Me quedé paralizada.
Antes de poder decir algo un estruendo se escuchó fuerte. Wayne y yo nos miramos. Tomamos las mochilas y me dirigí hacia mi buró. Tomé el libro y lo guardé.
Wayne tomó mi mano y salimos al pasillo. Fuego. Era lo único que se podía observar. Las habitaciones eran evacuadas.
Mi mente solo pensaba en Ann y Matt. No los podía dejar atrás. Me safé de la mano de Wayne y corrí a la habitación de Ann, sabía que ahí estarían los dos, ya que hace poco Matt se mudó a su habitación.
—Ayudaaa!—se escuchaban sus voces detrás de la puerta.
Escombros se encontraban ahí interponiéndose para poder abrirla. No podía sola. Sentí que alguien comienzaba a quitarlos. Era Wayne. Le ayudé y por fin logramos abrir la puerta. Corrí hacia mis amigos llena de lagrimas, me despedí de ellos con un abrazo.
—No puedo quedarme—dije entre sollozos—son y siempre serán mi familia, espero verlos otra vez.—y con eso salí corriendo de ahí junto a Wayne. Volteé hacia atrás y ya se encontraban juntos en la fila de la salida de emergencias con los demás.
Nosotros corrimos en la dirección contraria. Fuimos a la lavandería y salimos por su pequeña puerta. Al estar en el exterior tosimos recostados en el pasto ya que el humo nos estaba asfixiando. Nos levantamos y salimos del orfanato por la puerta secreta.
Veía como toda mi vida se quemaba y ardía. Ahí pase los mejores momentos con mis amigos y también los peores, aunque por otro lado esto siempre había sido lo que quería, libertad.
Alexander y Madeleine se encontraban fuera junto con un chico el cuál corrió a abrazarme.
Su abrazo desprendía cariño, preocupación pero sobre todo amor, me sentía amada. Lo apreté aún más, comencé a llorar. Y el hizo lo mismo.
Cuando nos separamos, pude observar su rostro. Tes pálida, cabello castaño y ojos azules. Su cuerpo era atlético.
—Mi nombre es Keith, y soy tu hermano—su voz masculina me irradiaba paz. Le di una sonrisa cálida.
—Tenemos que irnos , no tardará en llegar la policía—dijo Madeleine interrumpiendo nuestro momento.
— auto esta en aquel callejón, vamos—dijo Keith mientras nos indicaba con su mano que lo siguiéramos.
Al subirnos quedé junto a Wayne en la parte trasera del auto, y aun lado de él se encontraba Madeleine. Alexander iba enfrente junto a Keith quien iba manejando.
La duda no me dejaba tranquila. Así que tuve que preguntar.
—¿Tú quemaste el Orfanato?—dije mientras veía los ojos de Keith por el retrovisor.
—Si, lo siento, era lo necesario para salir, los policías irán directo al orfanato y la ruta quedará libre—dijo explicándome cada detalle.
Era bastante inteligente lo admito.
Llegamos a la carretera a unos metros de salir del estado. Mis nervios salieron a flote. Wayne tomó mi mano y susurró un "todo va a estar bien".
Keith le gritó un "gracias!" al policía y ya nos encontrábamos en otro estado.
Una nueva experiencia comenzaría aquí. Me sentía mal por abandonar a mis amigos, pero era por su bien.
Llegamos a una casa al parecer abandonada pero bien cuidada en medio del bosque. Keith estacionó el auto y todos bajamos.
—¿Aquí vives?—Madeleine le preguntó a Keith y él solo asintió mientras veía su gigantesca casa.
Entramos y los hermanos fueron a separar sus cuartos. Yo me quedé con Keith.
—¿Podemos hablar?—mi voz sonó tranquila pero por dentro tenía miedo de preguntar.
El asintió dándome una cálida sonrisa y nos dirigimos al jardín trasero. Tomamos asiento en una mesa de picnic y comencé.
—¿Eres mayor que yo?—pregunte rápidamente.
—Mmh.. Tenemos la misma edad, aunque nací unos segundos antes que tu—dijo y me quedé asombrada. Eramos gemelos o mellizos? No lo sé quizá luego me lo explique.
—¿Recuerdas a mamá?— pregunté y volteó a verme rápidamente.
—Kendra estoy aquí para contarte todo. Si no piensas preguntar de una vez por todas. Te lo diré— dijo tranquilo, quizá ya era hora de escuchar la verdad.
—Todo empezó con nuestra madre..—comenzó a contarme.
Keith en multimedia💕
ESTÁS LEYENDO
Secretos a Kendra
Science FictionKendra, una chica que lleva toda su vida encerrada junto con sus mejores amigos en un horfanato, descubre que hay vida despues de las puertas que dividen el exterior y lo que solo ella conoce. Jamás se había puesto a pensar quienes podían ser sus p...