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Mi vida cada vez iba empeorando. Había muchas preguntas que de ninguna tenía respuesta. Necesitaba saber la verdad, al menos saber si es que estaba en el lugar correcto.

Me encontraba en el jardín de la casa. Pensando. Aún no sabía como es que Keith es dueño de esta inmensa casa.

Había tomado el libro rojo y lo empecé a leer. Me dio curiosidad por simplemente ir al final.

Vi que lo firmaron para alguien.

Para: "Keith, el más fuerte, mi único amor." Estaba escrito con letra cursiva en la parte inferior del libro de la última pagina.

Me quedé paralizada.

—Kendra ven vamos a cenar!—la voz de Madeleine interrumpió mis pensamientos.

Guardé el libro otra vez en mi mochila y me dirigí al comedor.

Keith se encontraba en el inicio de la mesa, le seguía Madeleine, enfrente de ella Vanessa con Wayne a su lado y enfrente de él Alexander.

Me senté junto a Alex.

—Se que no tenían planeada mi visita pero necesito un lugar para instalarme, ya que me quedaré un par de días en la ciudad, no quiero darles molestias—Vanessa dijo atrayendo la atención de todos, con su voz horrorosa.

—No digas eso, sabes que puedes quedarte—la voz de Keith sonó comprensible ante lo que dijo Vanessa.

—¿Cómo se conocen?—la voz de Alexander interrumpió el momento de Vanessa.

Que buena pregunta Alexander.

Se voltearon a ver Keith y Vanessa. Sospechoso.

—Me encontraba en un bar un amigo me invito a su fiesta—pausó—Derek —continuó— y Vanessa estaba ahí, nos volvimos amigos— terminó de decir.

Había escuchado ese nombre.

Fue cuando salí del orfanato y hablaba con Wayne, ella se acerco. ¿Será el mismo bar?.

—Kendra no has tocado tu comida, tan mal cocino—la voz de Keith me trajo de nuevo a la tierra.

—No, no es eso. Debo admitir que hace rato comí helado—mentí. No quería comer lo que el preparó sabiendo que me engaño. Pero no podía dejar que él lo supiera. Tenía que ser Kendra la inocente, hasta que supiera la verdad de todo esto.

Todos continuaron comiendo y escuchando las historias de Vanessa.

No sabía si contarle a alguien lo del libro. Ya no podía confiar en nadie. Ni en mí.

Terminaron de comer y me paré de la mesa, dirigiéndome a la habitación.

Alguien me seguía.

—¿Aquí dormiré?—aquella horrorosa voz sonó detrás de mi.

Sabía que pasaría esto. Pero ya estaba preparada.

—Si claro, solo tomaré unas cosas—dije amablemente. Me costó mucho decir aquello.

Me dirigí al closet tomé unas cobijas y de la cama mi almohada.

—Toda tuya, descansa—dije otra vez forzando una sonrisa. Ella solo asintió y se puso a ver el cuarto.

Salí de la habitación. Encontrándome con él. Esto iba mal.

—¿A dónde vas?—dijo Wayne mientras veía las cobijas que llevaba en el hombro.

—A dormir—dije evadiendo su mirada.

—La habitación esta allá—dijo señalando la puerta.

—A sí, lo que pasa es que alguien quería dormir contigo, y no soy yo—dije mientras pasaba por su lado, dándole una palmada en la espalda camino hacia las escaleras.

Estando abajo me instalé en uno de los sillones. No estaba con ánimos de pensar. Solo me dispuse a dormir.

—"Cariño.. Debes de encontrarme. Estoy atrapada. Se que estás desesperada por saber la verdad. Puedo sentirlo. Toda esta en ti. Trata de recordar. Este es el único momento en el que puedo hablarte. Pase años tratando de conectarme contigo. No confíes en nadie, cariño, al final todos son mentirosos. Si este es mi último aliento, quiero que decirte que te amo tanto, te amo mi niña. Búscame Kendra, búscame cómo Neysa, soy tu madr... tengo que irme, están aquí... noo."—

—Mama?... Por favor.. Respondemee.. No te vallas..!.—

Abrí los ojos, me incorporé rápidamente. Ya era de día.

Estaba cubierta de sudor y lágrimas.

Quizá fue un sueño. Pero lo sentí tan real. Ella es real. Y debo de encontrarla.

—Chicos iré a recoger los celulares!, me acompañará Madeleine— Escuché a Keith gritando desde las escaleras. Me escondí detrás del sillón, no quería que me viera así, me haría muchas preguntas.

Él y Madeleine salieron de la casa. Suspiré de alivio.

Me dirigí a la cocina, necesitaba tomar agua, oí ruidos provenientes de ahí. Y para mi sorpresa estaban todos desayunando. Solo a mí me suceden estas cosas.

—¿Qué te paso chica?—la voz irritable de Vanessa sonó y todos voltearon a verme.

La ignoré.

—Kendra ¿estas bien?—ahora la voz de Wayne se escuchó.

—Si, solo estaba viendo una película Déjenme—mentí, era obvio. No les diré toda mi vida a ellos.

Tomé un vaso y me serví agua fría. Lo que necesitaba.

Iba a dejar el vaso en el lavaplatos cuando Alex se puso a lado mío.

—No me convences Kendra ¿qué pasa?—dijo susurrando.

—Luego te digo, ahora no tengo ánimos—le contesté susurrando y dándole una sonrisa cálida.

La puerta principal sonó.

—Llegamos!, vengan y escojan el suyo— gritó Madeline desde el recibidor.

Todos llegamos y habían celulares puestos en la mesa, cada uno tenía un color. Madeleine al parecer había escogido el suyo. Rosa.

Alex tomó el de color negro. Yo iba a escoger el de color rojo pero en eso Wayne lo tocó también, fue después de mi a sí que lo gané. El se quedó con el azul, Keith tenia uno verde y Vanessa ella al parecer tenía desde hace mucho su teléfono que era diferente.

Me dirigí al baño, no confiaba en Keith a si que puse varios códigos a mi celular, para que no me localizaran, no me hackeran mi información y tener mi propio servidor sin copias de seguridad. Gracias a Matthew supe hacer esto, me enseño en las computadoras pero me dijo como ejecutarlo en los celulares. Después de todo sabía mucho sobre estos aparatos.

Necesitaba buscar el numero de Sean. No sabía como pero era urgente, tenía que encontrar a mi madre.

1 mensaje nuevo.

Numero desconocido.

—Necesito hablar contigo Kendra, no quiero que estés enojada conmigo. Te veo afuera en 10 min. Guarda mi numero.—Wayne.

Valla sorpresa.

Bien yo tampoco quiero estar en situaciones incomodas con Wayne, tendré que hablar con el. No tengo opción si quiero encontrar a mi madre.












#TeamSean o #TeamWayne.

¿En quien deberá confiar?









Gracias por leer.

Secretos a KendraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora