Capitulo 33

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Se quedo estática, con los recuerdos de aquel hecho desastroso flotar en su cabeza como nubes. La risa de Nagisa y Makoto resonaban en su cabeza en eco, burlándose de ella, de saber que el verdadero asesino de sus padre no era nada mas y nada menos que Mikan. Eso era lo que ellos querían, destrozar a Mikan para que no pudiera volver a levantarse. Tras años de no saber que había pasado exactamente en aquella organización había encontrado una respuesta. Una respuesta que ella hubiera preferido mantener oculta en el mar del olvido. 

— ¿Problemas en el paraíso? — se burlo Nagisa, soltando un quejido seguramente por el golpe que le había dado Makoto.

— Ahora ese no es el problema. Nosotros tenemos que intentar que no mueras. Si tu mueres nosotros también. — explico el chico, suspirando — En serio a veces creo que estoy rodeado de tontos.

Mikan no dijo nada, tal vez le hubiera ofendido pero sabia que en el interior eso es lo que quería el chico. Que perdiera la poca cordura que le quedaba para tomar su cuerpo. Los rostros de sus amigos y los pensamientos antes de conocer la verdad volvieron a su mente como un rayo. La guerra, estaban en guerra. No podía preocuparse únicamente por ella, tenia que proteger a la Academia.

— Mikan — el suave susurro a su espalda le despertó finalmente de su ensoñación. Tal vez era por el dolor pegado a ella, o por que su corazón se acelero, aun no había podido olvidarle. Se giro lentamente, chocando sus orbes ámbar con los rojizos de el, de...

— Natsume — ambos se miraron en silencio, de frente. Preguntadose a si mismo que habría pasado si hubieran estado en distintas circunstancias. La castaña negó con la cabeza, no era momento de pensar en un "si hubiera... ", el ahora era eso, el ahora. Nunca existió un si hubiera.

— Vengo a ayudarte — rompió la atmósfera Natsume en un susurro, seguramente pensando que si hablaba mas alto ella volvería desaparecer.

Mikan simplemente asintió, incapaz de decir algo mas. Desvió la mirada concentrándose lo mejor que podía en mantener la barrera. Si esta se rompía no tenían ninguna posibilidad en sobrevivir.

— Lo único en lo que podrías ayudar es en hacer trampas — ambos miraban al cielo, sabiendo que posiblemente esa seria la ultima vez antes de morir.

Natsume asintió, dándose la vuelta dispuesto a irse, pero pareció pensarlo unos instantes por que se dio la vuelta y se posiono al lado Mikan nuevamente.

— Me gustas —solto de un tirón haciendo que la castaña casi muriera de un paro cardíaco ahí mismo — Y eso no ha cambiado. Pero, tu, me preguntaba si tal vez...

Mikan le miro de reojo para después asnetir.

— En realidad tu me gustabas desde antes —explicó con una rara mueca en la cara — Pero debido a la guerra y muchas más cosas no podía pensar en mí y en ti ¿comprendes?

Natsume bajo la mirada, intentando ocultar la felicidad que recorría su cara.

— Vale —dijo antes de darse la vuelta.

Cuando lo vio Mikan suspiro aliviada, lo menos que quería era seguir hablando de algo tan importante en medio de la preparación para la guerra.

— Bueno a concentrarse —si, le hubiera gustado que aquellas palabras hubieran salido definitivamente, todo en un frase. Que pena que la frase hubiera quedado muerta cuando empezó la palabra concentrarse.

Los labios de Natsume se encontraban posados sobre su boca, con los ojos cerrados y un leve sonrojo en sus mejillas. Mikan se sonrojo al máximo, con los ojos súper abiertos.

— Mh —intentó decir algo lo que provocó que la lengua del contrario se adentra en su cavidad.

Antes de que se dará cuenta, Natsume se había separado de ella con una sonrisa triunfante y se dio la vuelta, esta vez marchándose definitivamente.

— Idiota —musitó al aire, mientras una sonrisa tonta afloraba en su rostro — Mi idiota.

Justo cuando creía que todo estaba marchando bien. Una explosión en su barrera hizo que se quedará sin aire. Jadeo fuertemente, sintiendo un horrible dolor en el estómago.

— ¿Que demonios...? —solto mientras expulsaba un poco de sangre por la boca.

— ¿¡Mikan!? —la voz de Ruka a su espalda le hizo sobresaltarse. Giro su cabeza rápidamente, observándole.

El rubio le observó con terror para después agarrarle de un brazo.

— Dejalo —le suplico con la voz rota — Por favor. Te hace mal.

Pero Mikan le ignoro y siguió sosteniéndola.

— No. Es la segunda barrera debo hacer que dure lo más rápido posible para que los demás puedan hacer trampas. Tu también Ruka. Haz que algunos animales salvajes del bosque norte se mantengan aquí para que los ataquen.

El rubio se mordió el labio inferior pero después asintió resignado y se fue corriendo hacia donde le había mandado la castaña.

— Maldición — una segunda y tercera bomba chocaron contra la barrera, y el cuerpo de Mikan se sacudió violentamente.

— Idiota ¡Dejalo! ¡Nos matarás! —geito Nagisa enfadada, seguida de un suspiro se Makoto — Aún no he hecho la masacre que siempre he deseado.

Mokoto se rió cínicamente.

En la cabeza de Mikan.

— MUEVETE — le gritó a Nagisa, colocándose perfectamente la pajarita en su cuello — Ponte guapa hermanita mía. Es hora de nuestra bienvenida explosiva.

Nagisa llevaba un vestido blanco y Makoto un traje azul oscuro.

— Bien bien. Es nuestra hora de brillar —aclamó Nagisa riendo. — Mikan exteriorizanos por favor.

— ¿Como se hace eso? —sono en eco la voz de la castaña.

— Tu simplemente debes dejarnos unos segundos tú cuerpo. Tranquila, que la barrera seguirá —explicó Makoto peinándose levemente.

Al instante ambos desaparecieron de su cabeza  dejando absolutamente todo vacío.

— Vamos a divertirnos —se oyó el último canturreo de Nagisa por toda su cabeza.

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