Capítulo 34

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Pdv de Mikan

Ni siquiera se como fue que ahora, las personas que creía que sólo estaban en mi cabeza, se encontraban delante mío con una sonrisa enorme.

- Hola~ Mikan-chan -dijo Nagisa con una gran sonrisa amable, cosa que no me la trague del todo. ¿Nagisa? ¿Amable? Ni de broma.

- H-ola -solté aún sorprendida. ¿Como demonios lo habían hecho!

- Es magia -ironizo Makoto alzando una ceja - No ya. Veamos, tal vez esto sea importante y no te haya dicho antes porque bueno, no te iba a gustar para nada. Todos los poderes que nos pertenecen y que te han sido dados por nosotros, nos los quedamos. Vamos, que tu ya no los tienes.

Un momento. ¿Cuales eran sus poderes?

- El mío es el de los elementos y el de la muerte -alzo la mano Nagisa, sonriendo macabramente. Acorde a ti mira tu por donde.

- El mío es el de la vida y el prohibido. -dijo Makoto encogiéndose de hombros. - Por lo cual no te quedan mucho alices que te puedan servir en esta guerra Mikan.

Ambos se miraron y sonrieron levemente.

- ¿En que bando están? -pregunte la cuestión que llevaba rondando en mi cabeza desde hace tiempo.

- En el bando ganador.

Me calle de golpe. En el bando ganador. Como no haberlo visto antes.

- Dicho esto ~ Nos vamos. Te ayudaremos un poco y según como vallan las cosas... Pues tal vez nos quedamos.

Ambos sonrieron y con un chasquido de dedos desaparecieron delante de mi. Me quedé un rato paralizada, hasta que una bomba más chocó contra mi barrera. Mi brazo derecha cayó a mi costado en un golpe seco, y observé algo asustada que no lo sentía. Mordí mi labio inferior y tras varios intentos por fin pude mover los dedos.

Jadee en busca de aire justo cuando dos grandes bombas chocaron contra mi barrera, destrozando lo que yo tanto estaba protegiendo. Poco a poco desapareció, dejando tan solo una barrera que suplicaba por que el Hana Hime Den intentara mantenerla en pie.

- ¡Mikan! -gire un poco mi cabeza, observando como Yuichi se acercaba a mi con una mueca preocupada. Se arrodilló a mi lado mientras lloraba - ¡Perdon Onee-san! ¡He sido un mal hermano!

Empezó a gritar el pequeño, haciendo que yo sonriera.

- Tranquilo pequeño. Mira me curo en un instante -y tras decir aquello un brillo verde me rodeo todo el cuerpo. Unos segundos después estaba intacto. - ¿Ves?

Yuichi sonrió entre lágrimas mientras me apretujaba contra él.

- Perdoname -sollozo tembloroso - Por favor perdoname.

Suspire mientras le devolvía el abrazo.

- Te perdonó Yuichi. Siempre te he perdonado. -reí suavemente mientras le acariciaba el cabello - Pero ahora no es buen miembro para que estés en medio del campo de batalla.

En un segundo me teletrasnporte hacia una de las entradas más cercanas para el refugio subterráneo.

- Te quiero Yuichi -le abracé, antes de que alguien le agarrará del brazo y se lo llevará al interior de las vías subterráneas.

- ¡Mikan! ¡Te necesitamos! -la voz de Ryu me sacó de mis pensamientos.

- ¿Que haces fuera? -exclame algo asustada, mirando a todos lados - ¡Tienes que meterte en el atajo! Venga vamos.

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