Suspiros...

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Sus manos recorren mi cuerpo desesperadamente mientras tiene su cabeza enterrada en mi cuello. Llega hasta la parte inferior de mi camiseta y mete la mano en ella entrando en contacto con mi piel. Está frío, pero su roce sienta como si me quemara, con necesidad busco sus labios para perdernos en un beso apasionado en el que él es quien marca el ritmo, brusco y desesperado por conquistar todo el espacio de mi boca, nuestras lenguas van en un vaivén que me hace sentir como nunca antes, ansioso de más.

Coge la camiseta y la saca por mi cabeza, no tarda en volver el contacto de sus manos contra mi piel, anhelantes, deseosas por seguir tocándome, al percatarme de ello no puedo evitar gemir sobre sus labios a lo que me responde moviendo sus caderas hacia delante y vuelvo gemir, esta vez más fuerte apartándome de él en busca de aire. Aprovecho el momento para quitarle la camiseta, dejando a la vista esos perfectos músculos.

Vuelve a enterrar su cabeza en mi cuello y empieza a besar y a lamer en una zona que me hace jadear, llevo una mano hasta su nuca para que no se aleje hasta que noto un pequeño dolor y le hago retroceder.

– ¿Qué haces?

– Nada…- me sonríe de lado.

No le creo, pero al ver sus pupilas tan dilatadas, sus ojos verdes oscurecidos por el placer y sus labios hinchados por la profundidad de los besos no puedo evitar acercarlo a mí para volver a besarle, ahora soy yo el que le busca desesperado. Siento que sonríe y al notarlo yo también lo hago. En un momento del beso para contener otro gemido le muerdo el labio inferior.

– ¡Joder, Stiles!- me gruñe, pero no cabreado…- vas a volverme loco.

Volvemos a profundizar el beso y sus manos van bajando lentamente hasta llegar a mi pantalón, se separa lo suficiente para poder mirarme directamente a los ojos. Con movimientos lentos y pausados empieza a desabrocharme y bajarme los pantalones, intercalándolo con un reguero de besos desde el cuello hasta el ombligo, cuando sus labios llegan ahí ya tengo los pantalones fuera, quedando ante él solo con calzoncillos, me contempla maravillado y no puedo evitar preguntarme el por qué, tampoco me deja pensarlo demasiado ya que vuelve a cortar la distancia que hay entre nosotros.

Avanzamos como podemos sin separarnos ni un segundo hasta llegar a la cama, en la que me tumba para volver a contemplarme desde arriba, veo el brillo que desprenden sus ojos y noto calor en mis mejillas.

– Deja de mirarme ya.- Le digo e intento incorporarme, pero Derek posa una mano en mi pecho y me empuja otra vez contra el colchón.

– No puedo.- Dice devorándome con los ojos-. Eres demasiado perfecto. No puedo, ni quiero, dejar de mirarte.

Intento decir algo, pero sus palabras me han dejado mudo. Consigo enderezarme y colocarme de rodillas con una rapidez asombrosa, pongo una mano en su nuca y le atraigo hacia mí, uniendo nuestros labios en un beso tierno y lleno de sentimientos intentando expresar lo que siento ahora mismo. Sus manos se colocan a ambos lados de mi cara, acunándola, sus pulgares masajean suavemente mis mejillas. Este beso es diferente a todos los anteriores, no soy el único que intenta expresar lo que siente, él también lo hace.

Nos separamos solamente por la necesidad de aire, apoya su frente contra la mía sin apartar las manos de mi rostro y lo único que se escucha en la habitación son nuestras respiraciones agitadas.

Pasados unos minutos vuelvo a recostarme en la cama con la mano en la nuca de Derek todavía, lo que hace que él también se acueste en ella encima de mí. Seguimos besándonos cuando noto que Derek pasa sus dedos por debajo de la tela de mis calzoncillos, coge el elástico y sin pensarlo los baja con rapidez hasta mis tobillos. Me deshago de ellos como puedo. Que vergüenza. Estoy desnudo, siento subir el rubor a mis mejillas y me arden las orejas. Derek se apiada de mí y se queda en igualdad de condiciones quitándose los pantalones y los calzoncillos de una. Yo me quedo mirando a la pared que hay detrás de él, no puedo mirarle, no sé qué hacer ahora mismo, estoy de los nervios.

Se acerca. Muy lento. Demasiado lento.
Está disfrutando, está disfrutando de mis nervios.

Se coloca con cada brazo a un lado de mi cuerpo, apoyando los puños en la cama a muy poca distancia. Me atrevo a mirarle. Sus ojos se muestran divertidos.

– ¿Tanta gracia te hace?- le digo con un deje de enfado- Si quieres me visto y nos reímos juntos.

– No. Reírme no es lo que quiero hacer contigo ahora mismo- dice sobre mi cuello, se aparta para mirarme a los ojos otra vez-. La verdad, tampoco quiero que te vistas. Nunca.

– No seas idio…- me besa antes de que termine de hablar.

Se me olvida todo. Que estoy desnudo delante de él, que estoy mosqueado, que él está desnudo delante… bueno… encima de mí.

Sus manos se deslizan por el colchón hasta quedar enterradas debajo de la almohada en la que tengo la cabeza y termina sujetándose con los antebrazos, quedando así mucho más cerca nuestros cuerpos.

Un suspiro se escapa entre mis labios atropelladamente y por primera vez noto la rapidez de los latidos de mi corazón. Estoy seguro de que quiero esto y esa certeza en vez de ser reconfortante me asusta.

Un segundo suspiro se desliza fuera de mi boca justo antes de ver como Derek abre la boca y empieza a decir mi nombre cada vez más alto, pero no es su voz... Es Scott.

-¡Stiles vas a hacer que lleguemos tarde!

Abro los ojos de golpe y veo que Scott está bastante cerca de mí y me está zarandeando. Estoy demasiado confundido.

-¡Levanta!- dice mientras me sigue meneando como si fuese un saco o algo por el estilo.

-¡VOY! DAME UN MINUTO- le grito-. Acabo de abrir los ojos. Cálmate.

Un Lobo De Dos Caras // SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora