Una mañana enternecedora, con un solo enternecedor, a lado de un hombre enternecedor.
Es lo que me gustaría decir si no fuese porque despierto en una cama con un hombre desesperado, con una lluvia violenta, y...
¿El sol?
-¿¡Te sientes bien!?, ¿Tienes náuseas?.-Preguntaba Jaehyo entre preocupado y dulce-.
-Me siento mejor.-Me reía-. Estos ocho meses si que has sido de un dolor de culo terrible.
Se ríe a carcajada y me mira dulce.-Siempre tan delicada-.
-¿Disculpa?.-Le lanzo una mirada acusadora-.
-Es que el embarazo te puso poco femenina.-Se reía mientras decía aquello-.
-Y deberías de aguantarme un poco más.
-Pero, ¿Por qué?.
-¿Qué esperabas?, yo no me hice este bebé sola.
-¿Es que ya te arrepentiste?.-Me preguntaba mientras le caían lágrimas de los ojos-.
Últimamente, o más bien desde que le dije que estoy embarazada, Jaehyo se puso INSOPORTABLEMENTE sensible.
-No mi amor.-Sonrío ante su estúpida pregunta.- Que sensible, madre mía.