Ventanas

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Cuando estas a punto de caer pero logras mantener el equilibrio, puedes sentir ese alivio de no haber sentido la caída, el golpe.

Cuando sentí el cuerpo inmóvil de ese ser encima mío, sentí algo así pero mucho más grande, podía sentir que mis manos temblaban por los momentos vividos antes, definitivamente estaba demasiado consternada.

En el momento en que pude reaccionar después de unos momentos de estar en suelo, sentí que alguien avanzaba hacia mí, miré hacia la casa, a no muchos metros caminaba hacia mí alguien con un arma bastante grande en las manos.

Me incorporé, y empecé a tratar de quitar el cuerpo que estaba descansando en mis piernas, pero, en mi vida había levantada peso, mi mamá solía decir que estaba muy pequeña y que podía lastimarme mi columna, ahora sé que es mentira, mi inocencia era demasiado grande para mi edad en ese entonces.

Llegó entonces, mientras intentaba retirar el cadáver, lo apartó sin problemas, no lo veía porque me daba mucha vergüenza, pero sabía que era hombre, sus piernas eran gruesas y sus pies se notaban grandes, cuando al fin me libré, vi una mano que se me ponía enfrente, mi pequeña mano se alzó para tomar la de él, mis dedos, se entrelazaron con los suyos haciéndose notar que nunca en mi vida había realizado muchos trabajos duros, el en cambio tenía las manos grandes, pero sobre todo porosas por lo que suponía yo, el trabajo duro.

Ya en pie, me sacudí toda la tierra que tenía pegada a la ropa gracias a la pelea de hacía unos momentos.

Entonces lo miré, era guapo, no lo podía negar, me miraba serio, tenía ojos cafés, su piel estaba ligeramente bronceada, tenía los labios delgados, su cabello estaba un poco despeinado pero definitivamente se veía suave.

-¿Estas bien?-Dijo al fin, haciendo saberme que su voz era gruesa pero bonita.

-Supongo que... No estoy muerta-le dije con una sonrisa combinada con alivio pero también con miedo, de nuevo sentí lagrimas anunciando su llegada, pero traté de detenerlas respiré mirando los árboles y de nuevo alcé mi rostro para verlo, sin duda era alto.-Muchas gracias, me... me salvaste la vida.

Sonrió haciendo notar que en sus comisuras se formaban una arruguitas que le favorecían mucho.

-No es nada, supongo que ahora es lo que menos podemos hacer ¿No? Ayudarnos los unos a los otros.

-Sí-me sentía nerviosa, no por el hecho de que el me gustara, pero en sí siempre la presencia de otro humano que no fueran mis padres me ponía nerviosa.

-Necesitas cambiarte de ropa y comer algo, ¿Ves esa casita de allí?-Me dijo señalando la casita en la que antes yo había querido entrar-Es mi casa, tengo ropa y frutas que puedo compartir.

Dudé un momento, ¿Era seguro?, supongo que otra situación hubiera corrido, pero estaba demasiado hambrienta y comida enlatada no sonaba tentador, así que asentí arriesgándome, pero al fin él me había salvado, creo que eso le daba puntos a favor para ganarse mi confianza.

****

Entré a la casa, estaba muy cuidada y parecía que solo vivía él en ella, pero decidí no preguntar, la protegía con maderas como lo había hecho mi papá, era pequeña, al fondo había una cama y junto a ella un sofá, me senté en el.

Él se acercó a su cama, debajo de ella sacó una maleta, que abrió y sacó una camisa gruesa que me dio.

-Toma es mejor que la camisa que tienes, te cubrirá mejor.

-Tengo otra en la mochila-dije en un susurro.

-No importa quédate la.-Asentí.

-Puedes ducharte allí-señaló una puerta que estaba junto a la cama.

Entré al baño, estaba muy limpio, y era pequeño, me quité la blusa que olía bastante mal, y entré a la ducha, traté de abrir la regadera, pero parecía no tener agua, junto a ella había un cubo de agua, y me duché con ella. Me puse su camisa, olía bien, era cómoda y muy abrigadora. Metí mi ropa a mi mochila, me vi en el espejo, me veía mejor, pero mi rostro gritaba cansancio y hambre. Salí.

No había nadie, dejé mi mochila en el sofá y salí para ver si lo encontraba. Cerca de la casa no había señales de nadie, alargué mi cuello y v hacía un pequeño lago que estaba un poco a lo lejos, ahí vi a alguien, parecía él. Entré de nuevo, me daba mucho miedo afuera.

Me senté de nuevo, y mire el cuchillo que estaba a un lado de la mochila, no era capa de usarlo ¿Cómo iba a sobrevivir? Me sentía segura allí pero ¿Y cuando el no estuviera? ¿Qué haría? No siempre iba a haber un ser humano que me salvara de caídas como las que había sufrido hacía unas horas.

-Hey- me sobresalté y miré a la puerta, era el de nuevo-No sé si te gustan los huevos, pero es lo que tengo, aunque si quieres solo tienes que comer fruta.-Puso el plato en la mesita que estaba junto a la mini cocina que tenía.

-Sí, me gustan—sonreí, me dirigí a la mesa y me senté.

Los huevos olían muy bien, hacía horas que no probaba nada, me serví la mitad y comencé a devorarlo, el hizo lo mismo. La cena estuvo en un ambiente silencioso, cuando terminamos, lo miré parecía satisfecho.

- ¿Sigues con hambre...-Me miro interrogante, y me di cuenta de que no nos habíamos presentado.

-Anna-dije-¿Y tú?

-Aldiran-dijo sonriente-Pero dime Aldi.-Asentí.

-No, estoy bien, gracias por todo.

-No tienes que agradecer, y bueno-trató de continuar pero fue interrumpido por un bostezo-Creo que deberíamos dormir un poco.

-Aldi, no quiero que sientas que planeo quedarme, no deseo molestarte.-Susurré, en serio me era muy difícil dirigirme a otras personas.

-No eres ninguna molestia me gusta la compañía-me miro serio- a menos que tu no quieras estar aquí.

-No, no-dije frunciendo el ceño- me agradas, es solo... que no quiero ser una carga.

-No lo eres Anna, en serio.

-Gracias.-Volví decir por milésima vez por ese día.

-No tienes nada que agradecer-se paró y tomó algo de la maleta, me paré yo también y fui hasta donde el- aquí hay algunas sabanas, puedes dormir aquí en la cama, yo iré al sofá.

-No, no te quitaré tu espacio-dije bajito.

-Debes descansar Anna, no pareces haber pasado por días muy fáciles ¿Me equivoco?- No dije nada al respecto, y ese silencio respondió a su pregunta-Dormirás aquí.

Tomé la sabana y me cubrí con ella, me acurruque y miré a Aldi, que se había sentado en la cama, no había luz allí, y solo la poca iluminación que daba la luna me permitía ver su rostro, no estaba dormido y miraba a un punto indefinido, estaba pensativo, me preguntaba que tanto había sido de él, no parecía tan grande, calculaba que me llevaba dos o tres años, pero estaba más preparado para este mundo que yo.

Cambié de posición, no quería que supiera que lo miraba, y pensé un poco en todo lo que había pasado, me di cuenta de que siempre había tenido una ventana por la que salir cuando había situaciones complicadas, y esperaba que así siguiera siendo, esa noche, mientras aún a flor de piel(1) tenía lo que les había pasado a mis padres, me prometí ser más valiente, matar a esos seres y sobrevivir, sobrevivir a costa de todo, iba a cambiar y no volvería a ser la niña cuidada , sería más ruda y lucharía contra todo, no quería ser una carga para nadie.

Entre esos pensamientos, caí ligeramente dormida, porque después de todo, dormir sin estar alerta ya no existía para mí.

1. Que esta sensible o que se muestra con facilidad, en la historia se refiere a que la situación aún es muy resiente y es dolorosa.

Cuando el miedo gobiernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora