Me quedo unos segundo viendo la tarta de cumpleaños con un dieciocho en forma de vela y sé que tendré que empezar a buscar un trabajo.
Un año ha pasado desde que decidí dejar atrás a mis supuestos amigos y tres desde que me tomaron como la niña pequeña del grupo y se comportaron como mis niñeras. Algo un poco incongruente ya que, si eres niñera no te llevas a la niña de fiesta. Es algo simple y lógico. Pero, sus cerebros estaban demasiado fritos por lo que fuera que se metían, que no lograban entenderlo.
En el último año había hecho nuevos amigos, con los que tenía muchísimas cosas en común y habían pasado cosas similares a las mías. Resumiendo: sus amigos también se habían vuelto gilipollas con la edad.
Soplo las velas encendidas mientras mi familia, los cinco hermanos de mi madre con sus respectivas parejas y mis ocho primos, y los tres hermanos de mi padre, todos solteros por suerte, canta el cumpleaños feliz.
Pido un deseo: recuperar el tiempo perdido. Y es que no hay nada que odie más que haber pasado casi toda mi adolescencia con quienes no merecían la pena. Viendo como estaba viviendo una vida que, en realidad, no quería. Todo por no quedarme sola. Qué tarde aprendí eso de que mejor sola que mal acompañada.
Cuando toda la familia se marcha, dejándome sola con mi hermana y mis padres, les aviso que saldré a dar una vuelta. No es completamente cierto. Voy a buscar mi primer empleo. Nada más ni nada menos que de camarera. Lo sé, no es el mejor trabajo y, seguramente, es uno de los peores pagados; para nadie es un secreto la explotación que sufren los trabajadores de la hostelería, pero es justo lo que necesito. Un trabajo fácil, discreto y con el que obtener dinero sin tener que depender de mis padres. Al fin y al cabo, en pocos meses empezaría la universidad y me vendría bien tener mis propios ahorros.
Decidida, me encamino al primer bar que encuentro por la zona, pero antes de entrar, decido no hacerlo. Será mejor encontrar algo más lejos de casa y, si es posible, a las afueras de la ciudad. No quiero que todos los del pueblo se enteren y, mucho menos, que mis padres se enteren, o peor aún, que tengan la tentación de ir a verme, eso podría ser catastrófico.
Doy media vuelta y entro en el garaje, cojo las llaves de la scooter y la arranco, poniendo rumbo a las afueras.
Conduzco veinte minutos hasta llegar al primer bar que, a decir verdad, se ve aceptable.
Aparcó y camino al interior, encontrando a varios tipos con tatuajes tomando una cerveza y hablando entre ellos.
No tardó mucho en darme cuenta de que aquí todos se conocen entre ellos y eso es algo que no me viene bien, así que rápidamente salgo y vuelvo a a la moto, esperando tener suerte en la próxima parada. Aunque algo me dice que es improbable y que tardaré más de lo esperado en conseguir un trabajo en un bar en el que no corra ningún riesgo de ser descubierta.
∞∞∞
Después de lo que parece una eternidad, justo cuando ya estoy de vuelta a casa, encuentro un pequeño bar, un poco apartado de la carretera, que me llama la atención. Busco rápidamente aparcamiento, que no resulta muy difícil ya que solo hay unos pocos vehículos estacionados y bajo de la moto, mirando el cartel de neón del bar.
En él está escrito «Bad Souls» lo que supongo que será el nombre de aquel local.
A pesar de que se encuentra en medio de la nada y a casi una hora de la ciudad, no tiene mala pinta y tengo el presentimiento que por dentro será mejor.
Sin pensarlo mucho, subo las escaleras que me separan de la entrada y abro la pesada puerta, haciendo que ésta chirríe.
El interior del bar está repleto de luces de neón, similar al del cartel de la entrada. Hay en total unas treinta mesas rellenando el espacio, aunque, al ser tan temprano, solo un par están ocupadas por un grupo de jóvenes. A la izquierda hay una barra, en la que hay dos chicos atendiendo y, a la derecha, hay unos taburetes altos, sin mesa, en las que están sentadas cuatro chicas, que tendrán entre veinte y treinta y cinco años, que supongo serán las camareras y que estarán ahí para esperar cuando tienen que llevar algo a alguna mesa.
La verdad es que es el mejor bar que he visitado hasta ahora.
Cuando termino de detallar el alrededor, me acerco hasta las chicas y me apresuro a preguntar dónde puedo encontrar a un encargado.
—¿Para qué quieres ver al encargado?-pregunta la más mayor de ellas.
—Quisiera saber si hay algún puesto de trabajo libre-contesto encogiéndome de hombros.
Las cuatro me miran confundidas y con el ceño fruncido.
—¿Por qué querrías trabajar en un lugar como este?-me pregunta esta vez la que parece más joven, una linda rubia de ojos castaños.
—Necesito el dinero —miento.
—¿Seguro que no tienes algún lugar mejor en el que buscar?-vuelve a insistir la más mayor.
Ahora soy yo quién las mira confundidas, ¿por qué tienen tanto interés en que no consiga el trabajo?
—Mira, yo sólo quiero saber dónde está el encargado, si no me vais a ayudar, yo misma iré a buscarlo- las miré fijamente esperando una respuesta, pero lo único que hicieron fue mirarse entre ellas debatiéndose y, finalmente, asentir y mirar en mi dirección.
—Al final del local, a la derecha, hay una puerta que da a un pasillo, al fondo hay un despacho. Allí lo encontrarás- me indica una de las chica que no había hablado hasta ahora. Una castaña de ojos negros.
Asiento en su dirección y le doy las gracias. Me doy media vuelta y voy a esa puerta sintiendo las miradas de esas cuatro chicas en mi nuca. Suspiro y me lanzo al picaporte y lo giro, sintiendo que estoy a un solo paso de encontrar mi liberación.
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Pensamientos censurados
RomanceKenna Fletcher ha vivido siempre para contentar a los demás. Censurándose por completo. Censurando sus pensamientos. Pero ya no puede más. Se ha estado conteniendo. Pero se acabó. La verdadera Kenna va a surgir y va a arrasar con aquel que intente i...