6 ❝ p a r a n o i a ❞

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El doctor había entrado nuevamente interrumpiendo el monólogo de Pooja. No era el mismo que estaba antes, era otro diferente.

Algo que le sorprendió es que era asiático como el, dedujo que también coreano. Pero lo que más le llamó la atención fue la belleza de éste, era realmente apuesto.

Los miraba con sorpresa a los dos, ninguno de sus pacientes hablaba tan tranquilo con la enfermera como si fuesen amigos de toda la vida.

—Hoseok —nombró acercándose a él— me gustaría hablar contigo— hablaba en coreano.

Éste asintió, no tenía ninguna gana de hablar pero tenía que hacerlo para demostrar que estaba cuerdo y salir de allí.

Sacó una libreta y empezó a hacerle preguntas.

—Según los informes, tu tuviste un trauma ¿Verdad? —volvió a asentir con tristeza en su mirada, que de un segundo a otro se volvió a una de terror— cuéntame por favor en detalle.

Con un nudo en la garganta, contó todo cómo pasó. Desde el principio a fin, hasta con todos los detalles. Le dolía bastante narrar ver a su hermana mutilada y en aquel estado, cuando entró y vio la cabeza de su dulce madre en el suelo, al lado de ella su padre sin ojos con varios desmembramiento dejando el cadáver irreconocible.
Todo en inglés ya que quería que la enfermera escuchara y ahorrarse contar la historia dos veces.

Los efectos de la pastilla que le dio antes estaban haciendo efectos. Eran sólo unos calmantes para que él no se pusiera violento.

También le contó sobre el incidente en el bar y el señor que casi mata pero está vivo de milagro.

El doctor escuchaba atento y apuntaba todo en la libreta.

Pooja se encontraba en el fondo de la habitación escuchando. Hasta se le habían colado unas lágrimas por el relato del asiático, sentía bastante lástima por él.

—Sabes Hoseok... Estás más cuerdo de lo que creía —eso lo hizo sonreír y tener esperanza— una hora hablando y ya tengo diagnóstico.

Su sonrisa se borró rápidamente, lo de "diagnóstico" no lo convenció del todo. No se consideraba alguien que estaba mal de la cabeza, solo alguien que sufrió una terrible desgracia.

—Por cierto, disculpa. —saludó formalmente— no me presenté, soy el doctor Kim Seokjin.

Le hizo gracia el acento que el doctor poseía, como el suyo, pero él dominaba bien el inglés.

Los dos salieron y se despidieron del paciente hasta salir de la habitación y dejarlo dormir.

En la libreta estaba escrito toda la información:

"Jung Hoseok, paciente 7.
18/02/1994

Síntomas: ansiedad, paranoia, ataques de ira, depresión.

Características: Bastante seguro de lo que habla, coherencia al hablar. Tranquilo con suministro de calmantes.

Diagnóstico: Trastorno de estrés post traumático y paranoia.

Aún en observación"

Sonrió y los dos continuaron com su trabajo.

Sin embargo Hoseok estaba sumergido bajo los efectos del calmantes. Eran más fuertes que las drogas, eso que él probó algunas en su adolescencia.

Se sentía relajado, su mente le había dado tregua. Pero después de unas horas el efecto desapareció, sintió ansiedad. Su respiración se volvió agitada, empezó a jadear, estaba visualizando a alguien persiguiendolo.

«La muerte te acecha»

Un cuchillo se incrustó en su corazón, en vez de sangre salía un líquido con muchos colores que se esparcieron por toda la habitación.

Se despertó de golpe, bastante agitado.

Una pesadilla.

Se tranquilizó al verse encima de esa blanca camilla y en las cuatro paredes de aquélla estrecha habitación.

Miró a todos lados con pánico y enterró su cabeza entre su piernas abrazándose a sí mismo.
Se sentía acosado, perseguido por alguien desconocido que podía ser no real. No quería volver a casa.

La confusión inundaba sus pensamientos.

Visualizó encima de la mesa el bote de pastillas. Sacó unas dos de ahí y las tragó con dificultad.

Quería dejar de pensar, sumergirse en la tranquilidad.
Sabía que se estaba drogando así pero no le importó.

Esperó y esperó hasta que éstas hicieran efecto.

pastillas »j-hopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora