14 ❝ l u j u r i a❞

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Aquellos gemidos que inundaban la habitación lo había puesto a cien, estaba demasiado excitado como para quedarse en brazos cruzados.

Pero el hecho de que su amiga, compañera de piso, ex enfermera, haya gemido su nombre en una madrugada lo había sacado de sus casillas.

Sonaba tan dulce saliendo por sus seductores labios...

La excitación le estaba pasando factura, su notable erección estaba tomando control de sus pensamientos.

Su mente se estaban inundando de sucias fantasías, se estaba yendo fuera de sí.

Pero los gemidos de parte de pooja no cesaban, se estaba descontrolando.

Él se masturbó a la par que ella, pero Hoseok era silencioso, salían de su boca sólo algunos suspiros de placer, pero su rostro era un poema.

No aguantaba más, la tentación lo carcomía por dentro. Sentía la necesidad de zanjar este asunto.

Era demasiada provocación para él.

Pero se desesperó, no aguantaba por más tiempo.
Salió de la cama, con sólo sus boxers puestos, se acercó hasta la habitación de Pooja a paso silencioso.

Pero cuando estaba por abrir la puerta, un sonoro gemido de parte de la chica resonó en sus oídos.

—Ahhhh, ¡por dios Hoseok! —Concluyó con un orgasmo y cayendo rendida a la cama.

Pero el calentón de la chica no había acabado.

Hobi decidido, abrió la puerta desconcertando a la india.

—¡Hoseok! —casi le daba un infarto al verlo, la vergüenza reflejaba su rojo rostro— ¿Qué-qué h-haces aquí?

Con paso acelerado, el coreano juntó sus labios con los de la morena, sellando un húmedo beso.

Había mucha tensión sexual en el ambiente, la erótica atmósfera era muy obvia.

Pooja estaba estupefacta, esa no se la esperaba, pero enseguida correspondió aquel beso.

Hoseok no se quedó atrás, movió sus labios en una armónica sincronización que llevó a la chica en un éxtasis total.

Con hobi encima de ella, la recostaba poco a poco mientras se saboreaban el uno al otro.

El chico lo confirmó, los labios de Pooja eran muy dulces, muy adictivos.

Encajaban a la perfección, como si hubieran nacido para estar juntos.

Jugaron con las lenguas, explorando sus cavidades bucales con detalle. Acariciaban mutuamente cada rastro de piel descubierto.

Con las manos de ella en el cabello del asiático, profundizando el húmedo beso, las de él en la cintura de la enfermera tocando sucesivamente.

La temperatura cada vez aumentaba más, así con ella la lujuria de ambos.

Hoseok, rozaba su caliente entrepierna con la húmeda intimidad de Pooja, creando una fricción que les estaba volviendo locos a los dos.

Movimientos circulares que simulaban una penetración, chocando caderas formando una deliciosa electricidad en las intimidades de ambos.

Caricias con las manos mientras que con las bocas se saboreaban mutuamente.

Hoseok le mordió el labio inferior excitándolas más de lo que estaba. Con un apetito insaciable, el chico empezó a besar el cuello de la morena, dejando rastros de chupetones con sigo.

Por el placer que éste le generaba, ella le clavaba sus largas uñas por su fornida espalda como respuestas a sus múltiples estimulaciones.

El asiático bajo su rostro dejando rastros de besos en el cuerpo de Pooja, abriéndola de piernas y hundir su cabeza entre ellas.

Hobi estaba haciendo realidad una de sus sucias fantasías con ésta.

Besando por encima de la tela, le bajó las bragas con habilidad.

Había un poco de vello púbico creciendo después de días sin depilación, pero a él no le importó. Divisó el clítoris y con su habilidosa lengua empezó a darle placer mientras succionaba esa zona.

Corrientes eléctricas pasaban por su cuerpo, el coreano lo hacía de maravilla, su primer oral la estaba volviendo loca.

Inundó su filosa lengua en la entrada, sabía demasiado bien, era muy adictivo.

—No puedo más... Metela ya...

Las súplicas de Pooja rompieron el silencio, música para los oídos del chico.

Sin poder esperar más, Hoseok se quitó la única prenda que tenía y enterró su masculinidad en la chica.

Pooja gritó, se sentía extraño. Ella le dolía pero el placer no tardó en aparecer. Hobi no se movió, estaba paralizado al escuchar el grito.

Ella sentía toda la extensión del falo, la increíble anatomía de su miembro viril.

Cuando ya supo que era el momento, la india movió sus caderas de forma lenta y circular dando una señal de que éste se moviera.

Estaba siendo gentil, dando estocadas lentas y profundas provocando un gran placer a la enfermera.

Jamás se sintió así, ni siquiera cuando perdió su virginidad de adolescente con aquella prostituta de la esquina de su barrio.

Aquel vaivén creaba una ola de satisfacción que la hacía arquear la espalda.

El mejor sexo de su vida, eso sin duda.

Hoseok por su parte estaba concentrado en las penetraciones, en estimular a Pooja.

Adentro, afuera, adentro, afuera. Así seguían mientras hacían rechinar la cama por sus movimientos.

De un momento a otro la gentileza se fue, dejando así a un Hoseok que daba potentes estocadas que hacían que la chica pusiese los ojos en blanco.

Cambiaron de posición a un hobi de rodillas y penetrándola así llegando más profundo. Había tocado el punto "G" haciéndola jadear y gemir con más intensidad.

Gruñidos salían de la boca de el asiático, suspiros que eran excitantes al oído de Pooja.

Una presión se estaba formando en los vientres de ambos, el clímax se estaba avecinando.

Un par de estocadas más y llegaron los dos al tan deseado orgasmo así dando un gemido al unísono.

Hoseok cayó encima de ella abatido sin aplastarla.

Sin duda, el mejor sexo que había tenido.

Pero algo malo había en esa situación, un error que era muy imposible de erradicar.

pastillas »j-hopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora