1 ❝ t r a g e d i a ❞

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La tranquilidad inundaba la sala, estaba él solo mirando los mensajes en su celular.

Estaba en su rostro su típica sonrisa que jamás la abandonaba.

Estaba feliz porque lo habían llamado para hacer un espectáculo de baile en un club muy reconocido, eso sería la clave para su futuro como bailarín.

Era por la tarde y hacía más temperatura que acostumbraba hacer en aquel lugar.

De cierto modo se sentía agradable pero a él le incomodaba poco. El sudor le bajaba por la sien, sus axilas empezaron a oler. No tenía mucho tiempo como para malgastar los pocos minutos para darse una ducha en condiciones, optó por una opción más rápida.

Se vistió, se puso un poco de desodorante y colonia para disimular la peste a sudor, agarró su teléfono y salió afuera para dar un paseo.

Caminando por las calles de Seúl, con sus auriculares y metido en sus pensamientos. Caminar lo hacía sentir bien, lo relajaba por completo.

Mirando hacia el frente y observando la gente de su alrededor. Él siempre había sido diferente, pero nadie aún no se había dado cuenta. No encajaba en la sociedad, sus pensamientos eran complejos y precisos, opiniones que los demás consideraban tabú, una forma de ver el mundo desde un punto de vista especial.
Eso sin contar sus gustos, eso sí que era peculiar.

Le gustaba refugiarse en lugar oscuros por horas cuando nadie lo veía, bailar con una habilidad especial a medianoche en los cementerios, mirarse a sí mismo en un espejo y observarse completamente durante una eternidad.

Esos eran hábitos que él encontraba comunes, pero los demás lo veían como algo anormal.

Nunca estuvo medio cuerdo y lo sabía, Hoseok se conocía a la perfección.

Con algo de hambre se acercó hasta una cafetería cercana y entró llamando un poco la atención, típico de él.

—Un caramel macchiato por favor. —Pidió sonriendo a la muchacha que lo estaba atendiendo.

—¿Algo más? —Preguntó devolviendole la sonrisa.

Hoseok negó y esperó a que fuera servido. Ese día se sentía extraño, diferente a los demás días. Un mal presentimiento lo estaba empezando a carcomer por dentro, de tal manera que hasta se le quitó el hambre.

Cuando se disponía a beber su café recién servido, alguien ajeno se acercó y se sentó a su lado acaparando toda su atención.
Este al percatarse que sólo era su mejor amigo bajó la guardia y se relajó.

—¡Hola Namjoon! —Saludó con la misma alegría de siempre.

—¿Qué haces por aquí? es raro que salgas de día a la calle.

Ese chico de piel morena, alto de ojos profundos, el cual se trataba de su mejor amigo, era el único en quien podía confiar, que sabía hasta sus secretos más oscuros. Hermanos de distinta sangre, el que comprendía y aceptaba la forma de ser de Hoseok.

De repente se le revolvía el estómago, no sabía el porqué. Un escalofrío le recorrió por la espalda, estremeciendo su cuerpo por completo.

Odiaba esa sensación, le ponía los pelos de punta.

En medio de una conversación agradable, estaban hablando de trivialidades después de no saber noticia uno del otro por una semana entera.

—Me tengo que ir, hasta luego.

Después de que Namjoon se despidiera saliendo por la puerta de aquel establecimiento, Hoseok repitió la acción.

Con la mente perdida decidió volver a casa, quería dormir porque el sueño lo inundaba de repente, relajar cada uno de sus músculos mientras disfruta el calor de las sábanas.

Lo que no se había dado cuenta era que se había alejado bastante de su casa, supuso que su hermana estaría preocupada por él, pero le dio menor importancia y siguió su camino.

Con cada paso que daba, una sensación extraña revolucionando por todo su cuerpo, dando escalofríos dejando la piel de gallina.

Tenía un mal presentimiento, un muy mal presentimiento.

Algo había pasado y lo sabía, eso lo hizo alarmar bastante.

Como si fuese poseído por el mismísimo diablo, corrió con una velocidad increíble hasta su hogar.

Pero su carrera no duró mucho, a mitad de camino se detuvo jadeando y retomando el oxígeno para regular su respiración.

En su cabeza pasó el pensamiento de que sólo estaba paranoico y que nada había ocurrido, pero decidió hacer caso de su instinto que nunca fallaba.

Pero al abrir la puerta de su casa se llevó la peor desgracia que le pudiera haber ocurrido.

—¡Mamá, papá! ¡¿Jiwoo?! —Gritó al ver la cabeza de su madre rodando por la sala.

La casa estaba destrozada, había sido víctima de un robo. Pero más bien esta masacre era tan horrenda que parecía sacada de un libro de tortura medieval.

El que había cometido tal acto no lo hizo con la finalidad de robar sus pertenencias, sino por algo más oscuro, había más cosas ocultas.

Hoseok se había quedado en shock, había charcos de sangre en el suelo, los muebles patas arriba, las ventanas rotas.

Pero lo que más le dolió fue ver a su hermana mutilada en la bañera.

Cada uno de sus dedos habían sido cortados, su vagina le mutilaron el clítoris y los labios mayores, le faltaba las orejas y la nariz.

Se acercó hasta el cadáver y beso la frente se su ahora fallecida hermana. No paraba de observar con los ojos llorosos su desfigurado rostro.

Si el cuerpo de su hermana era un desastre, ni hablar de sus padres.

Ellos habían sido totalmente desmembrados, el asesino los habían destrozado tanto que parecían irreconocibles.

Al contemplar todo eso, algo hizo "click" en su cabeza.

La poca cordura que le quedaba desapareció.
Ver aquello le había dejado un horrible trauma de por vida.

Ver a sus seres más queridos en ese horrible estado, era un gran paso para caer en la demencia.

«Corre»

No lo dudó ni un segundo más, salió de casa y no miró atrás.

«Vete y no vuelvas jamás»

Con las llaves del auto de sus padres, entró en el vehículo y aceleró alejándose de su hogar, alejándose de su pasado.

pastillas »j-hopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora