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~El sueño de Lali~

Creo que estoy en un auto, aunque no estoy muy segura. Dos hombres charlan en la parte de delante del vehículo alegremente. No me acuerdo absolutamente de nada de lo que ha pasado. ¿Por qué carajo estoy acá? ¿Dónde estaba antes? Sí, creo que con Peter, pero me duele tanto la cabeza que me cuesta recordarlo. Estoy como en una nube... Es una sensación horrible, de adormilamiento y dolor de cabeza, mezclado con cansancio. Ni siquiera tengo fuerza para abrir los ojos. Así que ignoro lo que está pasando a mí alrededor, y vuelvo a cerrar los ojos.

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Narra Peter:

 De inmediato llame a la policía y me fui a casa a esperar a los agentes. No entendía lo que estaba pasando. Pero seguro, que había sido obra de Jorgelina. ¿Por qué esa vieja no me dejaba en paz? Me arruinaba más la vida cada día. Yo no la había hecho nada, nada más que estar con Lali. Estaba celosa sin motivo de una chica que no había hecho nada más en la vida que amarme con locura. Ambos nos amábamos con locura, no entendía porque ella seguía metiéndose en nuestra perfecta y ordenada vida.

Ahora me arrepentía de haber sacado a Lali de casa con los caballos, si la pasaba algo no iba a poder perdonármelo nunca. Todo por mi culpa. Rufi en peligro por mi culpa, pero no solo aquella pequeña, también el amor de mi vida. Años habíamos tardado en volver, y ahora, en menos de una hora, todo se me arruina por culpa de una actriz con problemas psicológicos. No sé cuando se la van a llevar al manicomio y n0s va a dejar a todos en paz de una vez.

Por fin, la policía toca en mi puerta. Rápidamente voy a abrir:

— Señor Lanzani supongo — me dice el agente con una gorra típica de la profesión calada hasta los ojos y el uniforme. Otro policía más alto espera atrás de él.

— Sí, pasen por favor.

— Desaparición de la señorita...

— Mariana Espósito, mi novia.

El policía bajito me mira perplejo.

— No quiero que comenten nada de que estamos de novios. No quiero que salga de acá nada, por favor.

— Será secreto, está bien — dice el policía más alto sentándose en el viejo sillón —. ¿Tiene café, té?

— Café si gustan.

— Gustamos — dice el policía bajito —. Con dos terrones de azúcar para mí, por favor.

— Marchando — digo, girándome para ir a la cocina.

— Espere — me frena el policía alto —. Antes explíquenos el porqué del "secuestro".

— Okey... — comienzo a narrar —. Lali y yo estamos acá tomándonos un descanso, por unos días, y entonces salimos a dar una vuelta con los caballos. Ella no sabía montar no manejar a la yegua, y entonces se metió por otro camino distinto al mío — tomo aire y prosigo —. Cuando me quise volver para ayudarla, a ella ya se la habían llevado.

— ¿Quién?

— Un auto — digo.

— ¿El color? ¿La matrícula?

— Un furgón de color grisáceo. La matrícula ni idea, no pude verla.

— Llamaremos a la oficina de peaje, controla todo el tráfico de por acá. Ellos tendrán que saber algo.

— De acuerdo.

— ¿El celular iba con ella? — me pregunta el policía bajito.

— No, tengo el celular de ella arriba.

— ¿Puede bajarlo? 

— Por supuesto — digo asintiendo con la cabeza, mientras me siento un poco tonto, puesto que me están interrogando como si yo hubiera sido el que la ha secuestrado. ¿Secuestrar al amor de mi vida? ¿Qué estúpido se cree eso? Además, ¿por qué iba a hacerlo? Sería una estupidez.

Subo arriba, agarro el celu de La y bajo para dárselo a los agentes. Mientras ellos hacen las llamadas a la oficina de tráfico y peaje, y revisan el celular de Lali, yo voy a la cocina a preparar tres tazas de café. A los 15 minutos, regreso a la sala.

— El furgón está localizado — me dice el agente más alto —. Hemos mandado a una patrulla para detenerlo. Si tiene suerte, su novia estará acá antes de cenar.

— Y el celular está limpio — dice el policía bajito tendiéndome el celu de La. Obviamente,¿qué cosa rara iba a tener mi chiquitita en el celu?

— Muchísimas gracias... de verdad agentes.

— Es nuestro trabajo señor Lanzani, para esto hemos estudiado. Por cierto, buenísima su última película — dice el policía alto agarrando la taza de café caliente.

— Gracias, es mi trabajo y me esmero mucho haciéndolo.

— Igual que las canciones de su novia. Además de ser una gran cantante es una gran bailarina.

Siendo sincero, me pongo un poco celoso cuando la dicen a Lali que baila tan bien. Eso es porque se fijan mucho en ella. "Debes dejar de ser tan celoso Pitt" me avisa mi subconsciente.

— ¿Me disculpan que tengo que hacer una llamada a una amiga?

— Por supuesto — me dicen los agentes al unísono.

Agarro mi celu y el de Lali y voy a la cocina. Marco el número de Euge. No voy a contarla lo de Lali porque podría preocuparse, pero voy a preguntarla por si saben algo más de Rufi.

— ¿Si? — atiende mi gran amiga.

— Euge, soy Peter.

— Oh, Peter. ¿Estás bien?

— Sí, ¿pero cómo estás vos?

— Bueno — noto la voz de Euge rara —. Estoy bien sí.

— ¿Pudiste dormir algo? ¿Sigue Nico con vos?

— Oh. Bueno, no dormí del todo mal, y Nico se fue anoche, temprano. Nos peleamos, la verdad es que nunca terminamos de congeniar.

— ¿Y de Rufi? ¿Sabés algo?

— Me llamo la inspectora esta mañana, no han podido encontrar nada aún.

— Bueno, ya verás como todo vuelve a ser como antes en menos de lo que te esperas.

— Ojalá amigo, ojalá.

— Te mando besos de parte de ambos.

— Besos Pitt — y sin otra dilación, corta la llamada.

Algo la pasa, estoy seguro de que a Eugenia la está pasando algo. Y no es por lo de Rufi. 

50 Sombras Laliter (2º Parte) - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora