45

597 56 4
                                    

— No me puedo creer que vayas a ser mamá hermanita — dice Ana tocándome la pancita y sonriendo —. Por fin un primito para Santino.

Sonrío y abrazo a mi hermana, la cuál está más que feliz porque la familia se agranda.

— ¿Quisieron tenerlo? — me pregunta.

— Emm, en realidad no. No lo esperábamos. Queríamos tenerlo más adelante pero bueno, ya que ha venido, bienvenido sea.

— Obvio, un bebé siempre te alegra la vida Lali. Mira Santino, siempre que está en casa, todos estamos felices, pues con tu nene o nena igual. Va a alegrar todas las reuniones familiares, además, ahora va a poder jugar con Santi, van a ser muy amigos ellos dos.

De repente, Claudia irrumpe en la cocina sonriendo mientras me ayuda a recoger todo los platos y el resto de la comida que había en la mesa:

— Va a ser nena. Hable con Majo y también quiere nena.

— A mí me da igual lo que venga, mientras que sea un bebé sano, me da todo igual — digo sonriendo —. A Peter le gustaría más tener un nene.

— Siempre los papás quieren nenes — dice Claudia sonriendo —, pero yo después de haber tenido 4 varones, quiero tener por fin una nietita. Una nena por fin. Vuestra mamá tuvo dos nenas, pero yo nunca experimenté lo que era tener una nena, quiero tener una nieta.

Río:

— No se sabe aún Claudia. Tenemos que esperar aún. Puede ser nene o nena, y por mi parte van a ser ambas igual de queridos.

— Ya sé Lali... — Claudia me abraza —, ya sabés, cualquier cosa que necesites me llamás y listo. Yo ahora me tengo que ir, Bautista tiene campeonato de fútbol y quiere que vayamos a verlo Juan y yo. Así que cuídense mucho Lali — me da un beso en el cachete, se despide de Ana y sale de la cocina.

Ana me mira sonriendo:

— Buena persona parece tu suegra.

— Es una buena persona Ana. La conozco de hace mucho y nunca me hizo nada malo.

La tarde siguió transcurriendo de manera muy tranquila. Al principio, nos dejaron Juan, Clau y Bauti, y tras un rato, los hermanos mayores de Peter se marcharon, por último toda mi familia entera.

Peter y yo nos quedamos solos, felices de haber visto a ambas familias unidas y contentas tras saber la noticia de la llegada del nuevo miembro de la familia, nuestro hijo. Y tras tanta felicidad, volvían a mi cabeza los malos recuerdos. Los recuerdos de la noche pasada, con Tini, con Jorgelina... Había que terminar con esto de una vez, los malos recuerdos tenían que dejar de molestarnos, para por fin poder ser felices. Ahora mismo, Peter y yo necesitábamos tranquilidad para poder criar a gusto a nuestro pequeño. Y nadie, nos podía robar todo el lindo tiempo del embarazo.

— Estuvo bueno que todos se reunieran para saber la noticia — dice Peter mientras me saca de los malos pensamientos y recuerdos.

— Sí, muy bueno — lo miro un poco nerviosa —, ahora nos toca actuar a nosotros y terminar con toda la mierda que nos está ocurriendo por el otro lado.

— ¿Qué pasa, La? — pregunta, notando enseguida que estoy nerviosa, que no me siento nada bien.

— Lo de siempre — respondo apenada —. Siempre pasa lo mismo desde hace unos meses, los pensamientos malos que me vienen a la cabeza, lo de tus viejos, lo de Jorgelina, lo de Tini... Es algo que me da miedo, ya que se puede volver a repetir.

— Yo nunca voy a abandonar a mi hijo, ni me voy a drogar como hizo la puta de Elisabeth. Tené en cuenta que eso no va a pasar. Y tampoco te voy a lastimar como lo hacía mi viejo. El problema es el presente, no el pasado.

— Tengo miedo — digo suspirando y abrazándolo.

— Vamos a salir de esta.

— Quiero que llamemos a la policía y que toda la mierda se acabe de una vez. Quiero ser feliz, con vos, con mi hijo, con toda nuestra familia que nos apoya y que nos quiere. Ellos son los más importantes Peter, y no la tarada de Jorgelina. Hay que terminar con ella de una vez, y sé bien que a vos no te va a pasar nada, pero hay que acabar con ella, como sea. Aunque sea por la vía judicial. Tus relaciones — trago saliva, aún no supero todas las relaciones que ha tenido Peter con sus sumisas, y mucho menos oporto que algunas de ellas sean conocidas mías —, es decir, vos nunca obligaste a esas chicas a que se acostaran con vos, así que no van a hablar mal de vos en ningún momento mi amor...

Él me mira y me abraza fuerte:

— ¿Querés que llamemos a la policía y le contamos?

— Pero no quiero que Jorgelina los haga nada...

— No nos va a hacer nada, la policía va a estar de nuestra parte, nos va a ayudar, nos va a defender de esa vieja loca. Confiá. ¿Llamo?

— Llamá.

Agarro el celular y marco el número de emergencias:

— Con la policía por favor — digo cuando me pregunta el contestador electrónico.

Al rato, estoy hablando con la policía:

— ¿Si?

— Buenas noches, soy Mariana Espósito. Con mi marido estamos teniendo problemas con una persona que nos acosa, se mete en nuestra casa. Yo ahora mismo estoy esperando un embarazo, y necesitamos ayuda, porque cada vez sus actuaciones son más violentas.

— ¿Ahora mismo está en la casa?

— No, pero nos acosa por teléfono. Necesitamos su ayuda.

— Ahora mismo vamos a su casa, señorita Espósito.


50 Sombras Laliter (2º Parte) - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora