CUARENTA

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CAOS≈

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CAOS

Ladón se encontraba acostado en el frío pasto húmedo de aquel bosque qué llevaba habitando desde hace un par de años.

Todas sus cabezas estaban acomodadas sobre el pasto, algunas se ocultaban entre los árboles mientras qué otras se camuflajeaban con las rocas.

Sus ojos se mantenían cerrados, disfrutando de su pacifico día de paz, ya qué por fin se había librado de aquella mocosa, quién había salido del bosque a pasar un día en la playa.

A ella le gustaba el mar así que ambos ganaban ese día.

Estuvo tranquilo la mayor parte del día, hasta que el crepúsculo qué marcaba el fin del día llego. Era tarde y la mocosa aún no llegaba.

Comenzó a pensar en algo como poner reglas, horarios, para que aquella muchacha no se volviera una vaga irresponsable, aunque tal vez él compartía un poco de culpa, por no acompañarla, finalmente aún era una mocosa.

Los ojos de una de sus cabezas se abrieron con rapidez  cuando sus oídos lograron captar un grito agudo, lleno de pánico y terror.

«Ella nunca grita»  «Nunca tiene miedo»  «Ella está en peligro»

Con suma preocupación y rapidez aquel dragón se levantó, cada una de sus cabezas se elevaron en el aire, mientras qué la mirada de cada una solo prometía muerte hacia aquel que le haya echo gritar.

Cuando menos se dio cuenta ya había emprendido vuelo, y se dirigió con rapidez hacia donde su ofalto le indicaba qué estaba.

—¡Tranquila! ¡Tranquila! Por favor calmate, ya te dije que no te voy a hacer nada. ¡Juro que soy inofensivo!  - Era un hombre más grande que cualquier hombre convencional, mucho más robusto, calvo y con un solo ojo qué estaba justo en medio de su frente.

Regina chilló nuevamente cuando este quiso acercarse, aquel ojo era enorme y le miraba con intensidad lo cual le provocaba fuertes ganas de salir corriendo.

Pero se había metido justo en la reserva de cíclopes, estaba segura de que si corría se encontraría con varios más.

—No, no, no, no, no... - La menor se encontraba tartamudeando, jamás en su vida había estado tan cerca de alguien como el.

Pero su delirio vino cuando vio a más cíclopes llegar y observarla con recelo y curiosidad.

Otro grito salio de su garganta y retrocedió lo más posible hasta que su espalda choco con un árbol, su día definitivamente no podía ir peor.

Los Sentimientos Del Dragón ✓→ [Steve Rogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora