Una leve capa de sudor cubría parte de mi cara. Mi respiración estaba agitada, pero no me era imposible llenar mis pulmones de oxígeno. Me senté para tomar un poco de agua. Dejé mi mochila a un lado del solitario camino de tierra.
— No creo soportar más tiempo. — Dijo mi novia, Lauren, mientras se sentaba a mi lado bajo la sombra de un enorme pino.
— ¿Cómo es que estas tan cansada? Mírame, yo apenas estoy sudando. — Le sonreí. — ¡Amor esto apenas comienza!
— ¡No es justo! Tú tienes un excelente estado físico. — Dijo mi novia mientras se cruzaba de brazos.
Le pasé mi cantimplora con agua para que mi novia saciara su sed. Lauren, ni corta ni perezosa, le dio tres largos sorbos al recipiente. Tomé de regresó mi cantimplora y la metí en mi pesada mochila. Creo que mi mochila era más grande que yo, y pesaba el doble de mi peso. Pero todo lo que llevaba ahí era esencial para sobrevivir los siete días que estaríamos en la reserva natural. Lugar que era conocido por sus enormes montañas, extensos bosques y su rica fauna.
— ¿Falta mucho? — Volvió a hablar mi novia mientras con dificultad se ponía de pie.
— Amor, tan solo hemos caminado veinte minutos. — Le dije con paciencia.
— Camz, ya estoy cansada.
En ese momento, empecé a preguntarme si había sido buena idea llevar a Lauren conmigo. Lauren no era la más atlética, o la más preparada para sobrevivir a la intemperie, pero yo la quería a mi lado en, por lo menos, una de mis aventuras. Acampar era algo tan común para mí y para mi hermana, pero para mi novia era algo completamente nuevo ya que a lo largo de nuestros tres años de relación esa era la primera vez que había logrado llevarla conmigo.
Habíamos estado preparando aquella excursión con bastante anterioridad. Nos aseguramos de llevar suficiente comida enlatada para toda la semana que estaríamos fuera de casa. Los otros chicos también cargaban en sus equipajes lo suficiente para resistir solo esa semana. Ni más ni menos. Lamentablemente, eso sería un enorme problema más adelante.
Nuestro grupo se conformaba por cinco personas. La primera, Lauren Jauregui, mi novia desde hacía tres años atrás. La segunda, Ally Brooke Cabello, mi hermana adoptiva. El tercero, Blake Morgan, mi mejor amigo desde la universidad. Como cuarto, Luke Wells, a quien no conocía hasta el día en que partimos a la reserva. Blake lo invitó de último minuto, y él acepto acompañarnos. Y, finalmente, estaba yo, Karla Camila Cabello quien había tenido la iniciativa de ir a pasar tiempo fuera de casa.
— ¡Karla! — Gritó mi hermana adoptiva. No le podía ver por la gran acumulación de árboles que nos empezaban a rodear. — ¡Camila espéranos!
— ¡Sigue el camino, idiota! — Le grité.
Ally y los demás no conocían el lugar, y a decir verdad, tampoco yo lo conocía. Solo nos habíamos dejado llevar por un impulso de aventura. Días atrás, habíamos descargado e impreso un mapa que encontramos disponible en una página web. En ese momento, pensamos que con eso y un par de brújulas, que a la final ninguno de nosotros sabía utilizar, nos bastaría para no perder el camino ¡Que ingenuos fuimos!
Minutos después, apareció mi hermana junto con Blake y Wells. Tanto ellos como Lauren y yo, cargábamos con nuestras pertenencias en nuestras espaldas. Entre nuestros objetos se podían encontrar: carpas y bolsas para dormir, suéteres, comida enlatada y comida para cocinar, algo de ropa limpia, un par de sogas y encendedores, un par de cuchillos y un machete, entre otras cosas.
— ¿Por qué van tan despacio, camaradas? — Les dije con una sonrisa burlona desde donde estaba sentada con Lauren. Creo que Lauren no hablaba porque le faltaba el aire. No era un secreto que mi novia era de las personas que prefería quedarse en casa viendo series, que salir a correr.
— ¿Cómo es que tienes tanta energía? — Comentó Blake mientras se acercaba a donde estábamos sentadas.
— Supongo que es porque es la más joven de nosotros. — Dijo mi hermana adoptiva mientras tiraba su enorme mochila azul sobre el camino de tierra.
— Supongo que es por la edad. — Habló mi novia con la respiración un poco más normal.
— Soy un año menor que todos ustedes ¡Solo un año! — Me defendí. — Tengo veintisiete y ustedes creen que tengo la energía de una puberta.
— Debe ser por todo el azúcar que consume a diario. — Fue Blake quien habló.
Después de un rato, tomamos nuestras pertenencias y continuamos nuestro largo camino entre los árboles. Al cabo de dos horas, llegamos a un pequeño riachuelo. Aprovechamos para rellenar nuestras cantimploras.
— Es raro que en todo este tiempo caminando no hayamos visto a nadie más. — Dijo Wells. Quien trabajaba como policía en la ciudad vecina.
— Es porque las masas prefieren ser esclavas de redes sociales que salir a sentir la naturaleza. — Dije mientras me mojaba la cara con el agua del arrollo.
— Supongo que es por eso. — Dijo Wells restándole importancia al asunto.
Continuamos nuestro camino. Íbamos despacio por Lauren y Blake quienes eran los que siempre iban atrás. La conglomeración de árboles era todo lo que podíamos ver. El silencio era como un enorme mar de calma. El aire era tan puro y tan agradable al respirar. Era tan extrañamente perfecto.
A eso de las 6:00 PM decidimos levantar nuestro campamento en un pequeño claro que encontramos. Después de media hora, eran un total de tres tiendas las que yacían en medio del claro. Como era de esperarse, yo compartiría mi tienda con mi novia. Entre Wells y yo encendimos una pequeña fogata que utilizaríamos para calentarnos y ahuyentar los animales salvajes de la zona. Como estábamos cansados, cenamos y cada quien se fue a descansar a su respectiva carpa.
— Amor, ¿Estas despierta? — Susurró mi novia después de un largo rato acostadas.
— No. — Bromeé.
— Tengo miedo, Camz.
— ¿Qué te da miedo? — Pregunté.
— La oscuridad me asusta.
— Toma. — Le entregué mi teléfono celular que yacía tirado a mi lado. — Puedes iluminar todo lo que quieras con él.
— Gracias Camz.
— ¿Algo más? — Le pregunté mientras ella iluminaba la tienda con mi teléfono.
— Sí. Abrázame.
Esa noche dormimos abrazadas. Fue cuando me di cuenta que su calor era mejor que el calor de cualquier fogata.
Así comenzó nuestro gran viaje. Un deseo de aventura que posteriormente, se convirtió en nuestra pesadilla colectiva.
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Perdidas | Camren
FanfictionUno de mis pasatiempos favoritos cuando era adolescente era tomar mi mochila e irme a explotar la enorme reserva natural que esta cerca de la cuidad. Tenía cierta fascinación por atravesar, y soportar desiertos y nieve. Caminar entre la acumulación...