Sellado ↔ MYG ff. ✔️(resubiendo)

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Nunca se las entregué.

Para empezar, no tenía los medios para hacerlo. Para terminar, tampoco tenía el coraje suficiente para que quien me inspiró a hacerlas las leyera y analizara.

Por alguna razón, me aterraba la simple idea de imaginarlo con aquellas cartas en sus manos, era una especie de pánico incontrolable, mi mente estaba tan deteriorada en ese punto que creia que desataría un caos equivalente a una bomba atómica, no solo entre nosotros dos, sino en todo lo que nos rodeaba y en lo que se hallaba dentro de nuestras emociones.

Han pasado cuatro meses desde la última vez que lo ví.

Y esta vez, tal ausencia no sería remunerada en un encuentro sanador como aquella vez que estuvimos tanto tiempo sin vernos y nos reencontramos después de mi accidente. Esta vez, era posible que la palabra reencuentro desapareciera por completo en nuestro vocabulario.

Eran miles de kilómetros de distancia ahora, ya no eran solo un par de calles ni horarios incompatibles, mucho menos cuestiones de salud las cuales requerían todo nuestro tiempo. Ahora era un océano de distancia y diferencias de horario abismales.

Estados Unidos es tan diferente. En todos los sentidos, no me acostumbraba aun, mucho menos disfrutaba el estar sola en este lugar. Por mucha compañía que tuviese seguía sintiendo la falta de familiaridad que me brindaba mi propia tierra, supongo que integrarse en algo tan personal llevaba una considerable cantidad de tiempo, aun así…lo veía tan lejos. Veía todo tan lejos que ni con un telescopio se acercaba, observaba todas las cosas de una forma demasiado ajena, no me acomodaba, no me fusionaba.

No compactaba. Necesitaba familiaridad. 

Al principio era muchísimo más doloroso. Todo. Empezando por esa abrupta y desagradable despedida. Ese alejamiento tan acerrimo y sin tacto que sufrí por parte de él y que ni una simple llamada para remediarlo en mínima escala llegó a mi móvil desde aquel momento tan tortuoso. Por obvias razones, después de haber sido empujada a las fauces del lobo como aquella vez, no tuve de otra más que marcharme.

Marcharme sin mirar atrás. Corriendo mil y un peligros, arriesgándome a sufrir nuevamente otra desgracia más que se hubiese podido unir a mi larguisima lista de acontecimientos negativos de los que fui protagonista pero que por milagro pude evitar.

La última frase que me ofreció fue un "no quiero que estés aquí", frase que hasta el sol de hoy siento como si estuviese presenciando en dónde quiera que me encuentre. Es como si un eco interminable se tatuó en mi subconsciente desde el preciso instante que mis oídos captaron a su voz diciendo aquello. Duré semanas tratando de eliminar por completo esa frase de mi mente pero lo único que podía pensar al respecto es que eso fue lo último que escuché de él.

Nunca quise que todo terminase así, por esa razón llegué a insistir tanto en hablarlo luego, en el fondo sabía que si hablaba con él esa vez las cosas iban a terminar mal, no quería meditarlo pero era un hecho. Sin equivocarme, sucedió. Todo terminó de la forma más negativa de todas.

Las primeras semanas aquí fueron un infierno. Desahogarme ayudó en parte, las cartas fueron una especie de hombro en el cual llorar hechos de papel, no sentía la confianza suficiente para hablar de esto con mi compañera de cuarto así que tuve que encerrarme muchas veces en el baño a llorar y a escribir, a derramar lágrimas mientras derramaba tinta sobre esas hojas blancas. Perdí mi libreta de composiciones en el viaje y tuve que recurrir a papeles vacíos y sin ningún valor emocional como lo conservaba ese instrumento tan preciado para mí. Quien quiera que lo haya conseguido…solo espero que mis composiciones no terminen en creaciones ajenas.

Hay días en los que me pregunto qué será de él. Sabía que era autodestructivo y también estaba al tanto de que ponía en riesgo todo el avance que había logrado en los últimos días, pero era simplemente inevitable. Únicamente quería saber cómo estaba. Solo eso. Era uno de mis mayores deseos actualmente, no pensaba en otros factores, no tenía en mente ningún tipo de plan respecto a él que conllevara un reencuentro, una reconciliación, ni siquiera una mínima interacción, después de aquella última vez…me había resignado a qué ocurriese algo referente.