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  El crepúsculo de la tarde se aproximaba y Doña María comenzaba a preocuparse, ya qie su hijo no llegaba.

  Le comenzó a preparar la cena y un café, para cuando su hijo llegara, pensó que a lo mejor su hijo se había entretenido jugando fútbol con sus amigos del barrio, ya que su casa está más retirada de la montaña y es por el campo donde juegan fútbol por donde pasan primero.

  Luego miró la hora en su reloj de pared que tenía en la sala y ya eran las seis con cinco minutos. Justamente cuando miraba la hora pasaba el bus de su comunidad y se detuvo, ella se sorprendió, ya que el bus siempre pasa de paso. Entonces Doña María salió afuera, y no esperaba tal visita; era su hija, la señorita Sofía de quince años una adolescente muy bonita pelo rubio, ojos azules y venía con un vestido negro y como tenía un lindo cuerpo se miraba tan bella y también venía la pequeña Camila una niña muy simpática parecida también a su hermana, ella tenía siete años.

  Su madre al verlas corrió a su encuentro.

  —¡Buenas noches mami! —dijo la pequeña Camila, abrasando a su madre y dándole un beso en la mejilla—, te extrañé mucho mucho.

  —¡Buenas mi amor! —respondió jovial ella; pues por un momento olvidó a su hijo—. Yo también las extrañé mucho, pero ¿cómo no me avisaron que venían?

  —¡Buenas noches mami! —le dijo su otra hija Sofía, abrasando a su madre y dándole también un beso en la mejilla—. ¿Cómo ha estado?

  —Pues más o menos. —dijo ella un poco triste.

  —¡Ah! es que fíjese que no le avisamos porque era una sorpresa— dijo la pequeña Camila, mientras caminaban y entraban a la Cocina y colocaban en la mesa unas bolsas que traíllan provisión de la ciudad.

  —Y el Dirien ¿Anda en el campo mami? —preguntó Sofía.

  —Pues Diddier se fue desde la mañana...

  —¿Y para donde se fue mami? -interrumpió Sofía, muy intrigada, sentándose en una silla cercana de la mesa.

  —Se fue para la montaña y no a regresado y dijo que a las tres iba a regresar y mirá la hora que es y no ha regresado.

—A lo mejor se quedó donde su chava, mami —dijo Camila sonriendo.

  —Sí, eso es lo que pienso yo —comentó Doña María—. Pero ya verá ese muchachito...

  —Le mandó saludes mi tía mami —interrumpió Sofía intentando cambiar de plática

  —Ay que bueno ¿y cómo están allá? —preguntó mientras les servía una taza de café a ambas.

  —Ellos todos están bien —respondio Sofía—, iban a venir pero una amiga de ella se iba a casar y la invitó a la boda y es éste sábado y dijo que no le daba venir y mejor iba a venir para navidad. A nosotros nos invitó también pero como ya días no veníamos y esta semana como aprobamos el semestre entonces tuvimos libres y mas la otra semana que es la semana del estudiante, entonces tendremos dos semanas libres.

  —¡Ah ya! que bueno.

  Mientras tomaba café, Sofía
Comenzó a desempacar y sacó una bandeja de uvas y se las dio a su madre luego sacó otras cosas más. Camila sacó también una imagen de la Virgen de y se la enseñó a su madre.

  —Mire mami lo que me regaló el sacerdote.

  —¡Que linda! —exclamó jovial mientras la agarraba en sus manos.

  —¿Sabe a quien se la voy a dar mami?

  —¿A quién hija?

  —Se la voy a dar al Dirien para que la coloque en su cuarto.

El Amuleto MágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora