Bajaron al calabozo en busca de Heysel, mientras caminaban, Robelo le preguntó:
—¿Después que los Matemos pediremos el deseo?
—Ah, sí, si. —respondió Diddier, ya que más o menos sabía, pues el mismo Chicho le había dicho sobre el amuleto.
Diddier tenía su libertad y la de todos en sus propias manos, ahora tenía que pensar en un gran plan para lograr salir, tenía que deshacerse de Robelo para que no se le interponiera.
Estando a punto de llegar donde Heysel, Diddier tomó en sus manos una botella de vidrio le pego un gran golpe en la cabeza a Robelo, quien cayó al suelo, le quitó su arma, luego lo arrastró y lo metió en una selda y ahí lo encerró, luego fue donde Heysel y le habló:
—Hola, mi chica linda ¿Cómo estás?
—Tengo hambre, por favor.
—No temas, no voy hacerte daño, te sacaré de aquí y te llevaré de regreso a casa.
—¿Qué? Podrías repetirme por favor.
—Sí, así como lo oyes, yo no soy el que era antes... Si te explico, probablemente no entenderás.
—Si de verdad no eres cómo antes, entonces sácame de aquí ahora y dame comida, tengo hambre.
—¡Claro que lo haré!, pero prometeme que no, vas a causarme nada malo.
—Está bien, lo prometo.
—Correcto, por favor no vayas a hacer ningún ruido.
Diddier la sacó de su celda, la pobre chica estaba tan pálida, y muy maltratada.
—¡Ves! —le dijo él — mira al Zorro donde lo he metido, por eso tienes que creerme.
—Entiendo, pero tengo hambre, por favor llevame a comer algo.
Diddier la llevó a la cocina y ella comió hasta saciarse.
—Que cambiado se ve hoy señor —dijo la cocinera muy sorprendida.
—¡Ah! Claro siempre me cambio ropa.
—No, me refiero a su personalidad.
—No, no para nada yo soy el mismo, no cambio nunca, ¡así que ponte a trabajar!
—Sí, si, si señor.
—Aquí quédate, no te nuevas —ordenó a Heysel.
Diddier salió hacia la oficina, al llegar allí se encontró con Reyli.
—¿Qué pasa con ustedes Chicho?
—¿Qué pasa de que?
—Veo que van a matar a sus esclavos, ¿ah? ¿cómo van a trabajar ahora?
Diddier no hallaba como responder, pero logro decir algo:
—Los que tenemos todos están muy mal y ya tenemos nuevos esclavos pa' que nos ayuden.
—¿Y dónde los tienen eh? Porqué a mi no me han reportado nada.
—El Zorro los anda trayendo, todavía no ha vuelto cuando el regresará te lo íbamos a decir.
—Mmmm —ronroneó— pues eso espero, por que de no ser así a ustedes también los mataremos, ya sabes bien que aquí yo soy la mano derecha del Rey.
—¡Por supuesto que lo se! Pero te recuerdo, nosotros también les dejamos gran producción.
Reyli se fijó en el amuleto que llevaba colgado en el pecho Diddier.
—¿Y ese talismán?
—Esta, es una joya muy fina, que compré ayer en la ciudad.
—Es muy linda, a de ser muy costosa.
—Pues sí, es muy cara.
—Oye te la compro.
—Por supuesto que no la vendo, esto no es un amuleto cualquiera
—¿Cómo así?
—Es un amuleto mágico.
—¡Mágico! Ja ja ja ja.
—Si me querés creer creeme, sino me da igual.
—Mmm, así que por eso no me podrás vendérmelo, pero sabes algo y te lo recuerdo, jamas jamas podrás tener lo que yo tengo, el poder, yo soy la mano derecha del rey.
—Iiiii.
—Y que yo te mando a ti, tú tienes que hacer lo que yo te diga y tú, oyeme bien, tú podras tener ese amuleto pero yo te mandaré siempre y harás lo que yo te ordene, y tu jamás me mandaras a mí, jamás, jamas.
Al decir aquellas palabras, el amuleto empezó a brillar y una gran luz en forma de remolino se formó en la oficina, luego de aquello, Reyli cayó a los pies de Diddier y le dijo:
—Dime que debo de hacer tu eres mi superior, aunque no entiendo lo que está pasando se supone que soy yo quien te debe dar ordenes, pero hay una gran fuerza que me lo pide.
Diddier comprendió entonces que era el amuleto mágico el que había hecho todo eso también comprendió que concedía los deseos al revés. Ahora Reyli obedecería todo lo que el le ordenará y eso le facilitaba lograr salir más fácil de ese lugar y liberar a todos los oprimidos.
Luego de pensar y pensar en un gran plan, logtro hallar la clave principal para lograr salir:
—Mira Reyli lo que tienes que hacer es ordenarle a Erick lo siguiente: debe avisarle a todos los socios que deben reunirse en el salón principal, porque tu tienes algo nuevo que decirles y que es orden del rey.
—Aja, está bien, ahora mismo voy a decirle.
—Eso me gusta, tienes buena actitud, anda rápido dile.
Reyli se fue y Diddier quedó pensando y al msymo tiempo estaba alegre, estaba apunto de abandonar aquel lugar, pero no sin antes avisar a la policía de lo que estaba ocurriendo, pero todo esto lo tenía que hacer con absoluta discreción.
Fue a traer a Heysel, para decirle todo, tal vez lograba convencerla de que él era su amigo.
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El Amuleto Mágico
خيال (فانتازيا)¿Qué deseos te atreves pedir? Un amuleto que es mágico, pero tiene un problema y es que cumple los deseos al revés. No esperes que te la cuenten, emprende en tu imaginación esta gran aventura. Aviso : Queda estrictamente prohibido cualquier adulte...