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El sol radiante que salía de la montaña iluminada la casona y la mina. Chicho y Robelo fueron nuevamente a la montaña y salieron a las cinco y media de la mañana, dejaron a Reyli a cargo de los esclavos y éste mando a Erick .

Listos para un nuevo día se encontraban los tres esclavos de Chicho y Robelo.

- ¿Qué tal vamos muchacho? -preguntó Beyto.

-Ya me siento un poco mejor -respondió Diddier.

-Eso si es bueno -añadió Arnulfo-. Yo sigo bien mal de esta pierna ya lo único que espero es la muerte.

Arnulfo sobrevivía gracias a los ánimos de sus amigos.

Luego de estar trabajando duramente dentro de la mina, llego Erick a supervisarlos.

-¿Todo bien? -enfatizó.

-Sí -respondió Diddier dándose la vuelta para ver a Erick.

-Hoy van a estar bajo mi mando.

-Y eso. -preguntó Arnulfo.

-Sus amos no están y yo seré su amo por hoy -dijo mirándolos con soberbio desdén.

-No te creas tan importante -respondió Beyto-. Mira, es verdad que a nosotros no nos pagan y lo único que ganamos es nuestro alimento diario y en cambio a ti...

-¡Amo por favor! -replicó.

-Disculpe mi amo -añadió con respeto-. Ellos lo tienen privado de su libertad, con ese reloj de oro que anda en su mano mi amo, usted no puede salir a ningún lado, porque también está igual que nuestro brazalete con sus señales y es verdad que camina en moto; pero solo se da el lujo de dar la vuelta por alrededor de la mina.

-Pero por lo menos yo me doy el lujo de roliarme en mi moto y ¿ustedes? Su vida es solo trabajar dormir y comer.

-Tiene razón mi amo.

Erick se marchó y ellos continuaron su duró y difícil trabajo.


Llegada la hora de salida, agotados y cansados por la jornada diaria, cada quien iba en busca de su refugio para descansar y meditar su cruel vida y sin la esperanza de lograr algún día salir de ese lugar.

Didier llegó al calabozo, no se fue a su lugar correspondiente, sino que se fue al lugar donde están la chica. Allí estuvo toda la media noche con ella acariciándose mutuamente, platicando, olvidando de su mal vida que estaban viviendo sin importar lo que pasara a sus alrededores.

No se percataron de que alguien los estaba vigilando, y se fue acercando lentamente hasta ellos, y con paso sigiloso sacó su pistola, mientras ellos disfrutaban de un apasionado beso un disparo interrumpió su feliz momento.

Sus cuerpos estremecieron de temor y el miedo invadió sus pensamientos.

-Por favor no nos maten -gritó Heisel aterrorizada.

-¿Cómo te atreviste a tocar a mi chica? -Jadeó Chicho.

-Yo no soy tu chica, estúpido.

Chicho se llenó de cólera y con la caja de su pistola golpeó fuertemente la cabeza de la chica, quien inmediatamente cayó al suelo desmayada.

Al ver esto Diddier, intentó golpear a Chicho.

-No te atrevas o te mató -ordenó Chicho apuntándole con su pistola-. Bueno te voy a matar pero no ahorita, primero voy a vivir a cuerpo de Rey.

-¿Como así?

Chicho le mostró un amuleto que colgaba de su Cuello y le dijo:

-¿Ves esto? Esto es un amuleto mágico, con este amuleto yo pido un deseo y se me cumplirá.

-Y ¿Qué deseo pedirá?.

-Mi deseo será que yo... No, no te diré jamás, pero creeme que con este amuleto -lo estrechó en su mano derecha - es como que tengas el mundo y es capás de trasladar almas.

-Uy si -se burló-_ como el de la novela en otra piel.

-No se, ni la he visto.

-Ni yo. Me contaron.

-Pero lo que me has hecho no tiene perdón y hoy si vas a ser castigado y duramente, y te toca pena de muerte.

Diddier tembló de miedo, su corazón palpitó lentamente.

-Por favor no.

-¡Eso es lo único que te mereces! -le gritó furiosamente - nadie toca lo que es mío y tu lo has hecho ahora si ya nadie podrá defenderte.

-¡No me mates! -le suplicó de rodillas.

-Claro que ahora no, tu muerte será lenta y será presenciada por todos y mañana ella también vera la luz del sol y será castigada nuevamente y esta vez por un año. Para que aprendan que nadie se mete con lo mío.

Esa misma noche Chicho lo llevó al patio luego lo ató de pies y manos en un poste y lo abofeteó y pateó y lo dejó sólo allí bajo la luna llena toda la noche. Luego fue donde Heysel la violó y la golpeó tratándola como un animal y la dejo allí tirada toda la noche y él se fue a dormir para el día siguiente hacer lo que tanto había anhelado.

El Amuleto MágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora