7. HEPTA

21.4K 2.1K 251
                                    

"She wears fire for a skin but a storm lives in her soul "

"Ella usa fuego como piel, pero tiene una tormenta en su alma"

- ¿Na-nada grave? - repetí incrédula, mirando a un tranquilo Poseidón que acababa de decir la única frase que jamás creí escuchar. - ¿¡nada grave?!.

Hécate se rió.

Ambos la miraremos como si pudiéramos matarla solo con la mirada. Una gran mentira por mi parte, pero una amenaza no del todo falsa por parte de Poseidón.

- Lo siento. - dijo aun riéndose. - solo que... ella no es como me la imaginaba. Por favor... - me señaló - ¿Ella va acabar con nuestro panteón? ¿ella?

Poseidon rechinó los dientes.

- Ella no va acabar con nada.

Hécate le lanzo una mirada dudosa.

- Las Moiras nunca se equivocan.

Poseidon bufó.

- Las Moiras son unas perras amargadas con un gusto peor que Jesucristo por las metáforas. - le espetó irritado - Todo esta abierto a la interpretación.

Lo miré como si estuviera demente.

- ¿Cómo es, "el fin del mundo", algo abierto a la interpretación? - pregunté intentando controlar mis temblores.

Era algo que odiaba de mi, siempre temblaba cuando algo me contrariaba, ni siquiera tenía que ser algo importante, una vez, tarde mucho en decidir que bolsa comprarme y mi mano comenzó a temblar como loca.

Poseidón paso una mano grande por mi espalda y masajeó los músculos tensos hasta que suspire un poco más tranquila.

- Okey, bueno. - dije tomando una respiración calmada. - ¿Qué hacemos al respecto? Quiero decir, ahora que se que tengo algo que ver con el fin del mundo y todo eso.

Hécate se encogió de hombros.

- Puedes dejar que alguno de nosotros te asesine y absorba tus poderes.

- Hécate. - gruñó Poseidón acercando su cuerpo hacia mi. - Como permitas que esta información salga de nosotros tres o intentas si quiera ponerle un dedo encima a Veronica, no tendrás que preocuparte por el fin del mundo, por que estarás siendo torturada por el resto de la eternidad en el Tártaro.

Ella lo fulmino con la mirada.

- Tienes suerte de ser el gran Poseidón. - dijo fríamente - pero incluso a ti puedo prohibir la entrada a mi templo.

El le sonrió con descaro.

- No me retes, hechicera. Hoy no es mi día.

Yo bufé cruzando de brazos.

- El mío tampoco.

Hécate hizo un puchero con los labios antes de hacer aparecer otro garabato en su nube de vapor personalizada.

Poseidon soltó otra maldición. Me removí nerviosa.

- ¿cuantas maldiciones estamos esperando en esta visita? - pregunté mirando a Hécate - sólo un estimado. ¿dos? ¿cinco? ¿diez?

- Es difícil de decir. - dijo ella ocultado una sonrisa a su pesar. Sus ojos se cerraron unos momentos, como si estuviera teniendo una conversación consigo misma. Miré a Poseidón, su cara era todo un poema, y si la situación no fuera tan catastrófica me hubiera reído, fuerte.

Enamorando A Poseidón. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora