5. PENTE

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"Rare is the soul who holds my heart" -Segovia Amil.

"Rara es el alma que tiene mi corazón" - Segovia Amil

POV Veronica

Cuando una de las nereidas que trabajaban en el castillo me levanto de la cama después de que hubiera caído en un sueño profundo, estaba a punto de salir gritando por la salida más cercana.

Estas cosas no se hacen, uno no levanta a una persona para que fuera a apreciar los jardines porque simplemente no son lo mismo con la luz del día. Que por cierto, ¿Aquí hay día, en realidad? Quiero decir. Ahora todo estaba decorado con un azul y plata parecido al brillo de la luna y en el día todo adquirida un brillo propio del sol, pero eso tenía que ser mera ilusión óptica, ¿no? Resistí la urgencia de correr a mirar mis ojos en el espejo, medio esperando que estuvieran negros como los de las demás.

Me puse los mismos pantalones y blusa que habían aparecido sobre mi nada mas cruzar las fronteras del palacio y camine siguiendo a la chica delgada y envuelta en un atuendo blanco.  Se había presentado como Peregrina y me había sonreído a modo de disculpa, lo que en seguida acallo mis ganas de vengarme.

Un escalofrío me recorrió recordándome que no tenía nada que cubriera mis brazos del frío. El mármol era frío al contacto y aun sobre mis zapatos podía sentirlo subir por mis plantas de los pies hasta mis pechos erizados.

- Solo unos minutos más. - dijo la voz dulce de la chica mientras caminaba frente a mi en una serie de lineas y curvas que me hicieron preguntarme cuantas veces me iba a perder en el camino de regreso a mi habitación.

- Claro. - respondí intentando no aparentar cansancio. Había viajado sabrá dios cuantos kilómetros para llegar aquí, ahora que la parte uno y dos de mi plan se habían completado, solo quedaba la más difícil: salvar a mi madre, al mundo y a mi misma.

La chica me llevo por un estrecho pasillo decorado de flores que jamas había visto, sus fragancias estaban sincronizadas para dar un regusto a cítricos y notas florales. Sus colores eran diversos y me animaron nada más presenciarlos. Pronto me di cuenta que eran esencias calmantes, mis músculos se relajaron un tanto e incluso bostece avergonzada.

- Estas son las favoritas de su majestad, suele venir dos veces al día.

- ¿Y que le gusta hacer? - pregunté curiosa.

- ¿A la reina? - inquirió sorprendía. Se quedo pensando un rato antes de contestar. - supongo que solo admira las flores, suele sentarse aquí por horas.

- ¿Sin hacer nada? - tuve que ocultar mi sorpresa mientras me preguntaba como iba a sobrevivir no hacer nada de nada durante sabrá Dios cuantas horas al día. Me recordé traer algún libro o algo que juguetear para no perder la poca  cordura que me quedaba.

- Antes solía tener visitas y tomar el té. - la mirada de la chica se oscureció, sus cejas fruncidas en señal de preocupación. - la reina esta muy cansada últimamente. - me regaló una sonrisa. - por eso estamos todos muy agradecidos que haya elegido a alguien como dama de compañía.

el resto del camino transcurrido en un silencio amigable. Admire todo cuanto pude pero después de tantos cuadros, esculturas y arreglos tuve que rendirme y dejarlo en mi lista de "cosas por hacer".

- Hemos llegado. - Peregrina se detuvo a un lado de dos puertas enormes con metales de apariencia dura y cristales amarillos. La chica abrió la puerta y me urgió entrar. Camine sin saber que iba encontrarme, una parte de mi esperaba ver una versión modificada de "Alicia en el país de las maravillas" pero lo que tenía frente a mi era mil veces mejor.

Enamorando A Poseidón. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora