Epilogo: Lejos.

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Ya estaba despierto, pero no quería abrir los ojos, porque temía que al abrirlos estuviera solo y darse cuenta que todo lo que había pasado fuera un sueño, pero ese miedo desapareció cuando unos brazos le rodearon con ternura. Soltó un suspiro, correspondiendo el abrazo con gozo y hundió la cabeza en el cuello de su compañera. Suya. Susy era de él y de nadie más...

Bueno, en el sentido romántico y de pareja, porque de familia ella tenía a sus padres y ahora, al parecer, al pequeño Daniel.

Recorrió con sus labios la piel que hace unas horas mordió y chupo, las marcas en el cuello ahora eran visibles con la luz del sol y eso le encantaba. Era extraño, él llego a creer absurdo eso de marcar a su compañera, que llevara algo más que el aroma para que supieran de que tenían a quien socorrer si algo malo pasara, que si se metían con ellas estarían en serios problemas; pero ahora lo entendía. Él quería que nadie le hiciese daño a su compañera.

— Jericho, estás despertando de más. – eso lo hizo reírse, se separó un poco de ella y si, ya estaba erecto. No era una sorpresa precisamente, pero si impresionaba un poco; todo lo que hizo con Susy y ya estaba listo para una nueva ronda.

— ¿Te molesta?

— Diablos, sí. – ella sonrió de lado. – Me molesta porque estoy herida y cansada, no puedo hacerte todo lo quiero.

— Cuando sanes, encárgate de hacerlo al doble.

Susy soltó la carcajada, eso lo hizo sentir demasiado fuerte y no dudo en besarla, en recorrerle el cuerpo con las manos para asegurarse que aquello no fuera un sueño. Logro tomar asiento, llevándosela junto con él y asir las mantas para cubrir el cuerpo desnudo de Susy, ambos admirando el paisaje blanco que era visible gracias a que la tela que servía como puerta estuviera rota.

Beso el hombro, nuca y cuello, mientras escuchaba con admiración los ronroneos de su pareja.

— Entonces – dijo, pegándola más a él para sentir aquel corazón latir. – eres una hibrida, ¿por eso eras así?

— ¿"Así" cómo?

— Cruel; al menos con Lusy lo eres.

— Yo... bueno, es extraño. – soltó un suspiro. – Las voraces caninas tienen un temperamento muy extremo y los machos felinos, ni que los menciones. Conoces a Demmon, él es... era alguien que todo macho temía: posesivo con todo, hasta con su familia, pero ¿Lucy? ¿Gian? ¡¿Dysis?! Corre que te muerden con la mirada. Yo soy un total conflicto interno, un temperamento que viene y va, sólo por ser canina y felina, algo que, naturalmente, son enemigos.

— Entonces, ¿eras así con los demás, como lo eras con Lucy?

— Si, incluso con Calista, por amor de dios esa chica ni matar una mosca podía, pero al verla sólo...

— Entiendo, tranquila.

— Gracias. – le vio sobre el hombro, él se dio cuenta que quería esa sonrisa siempre en los labios de su compañera. – Oye.

— ¿Sí?

— ¿Serás mi compañero, verdad?

— ¿Te quedo alguna duda después de lo de ayer?

— Sólo quiero corroborarlo.

— Si, Susy, quiero ser tu compañero y ahora lo soy. – Ella le beso en los labios, le gustaba eso.

— ¿Y qué piensas de tener hijos?

— Yo...

— No nuestros, no sé si podamos siquiera tener uno propio, pero Daniel... Le salve y es un chico maravilloso, un humor un tanto escalofriante, pero es porque ha vivido en la calle y quiero adoptarlo, en verdad lo quiero y estaría feliz si tú me ayudaras a criarlo, pero si no quieres lo entenderé. Aunque claro que me dolerá, pero...

Jericho (Nuevas Especies 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora