Tinieblas
Sydney Carton se detuvo en la calle, indeciso acerca de lo que debía hacer.
—A las nueve en el Banco Tellson —se dijo— pero hasta entonces conviene dejarme ver, para que esa gente sepa que existe un hombre como yo. Es una buena precaución y una excelente preparación. Pero hay que andar con pies de plomo y pensarlo muy bien.
Reflexionó unos instantes y se decidió por seguir su primera idea. Y de acuerdo con ella tomó la dirección de San Antonio.
No le fue difícil encontrar la taberna de Defarge. Después de haberla visto, se fue a cenar y se quedó dormido. Por primera vez en muchos años, no bebió en abundancia. A cosa de las siete de la tarde se despertó con la cabeza clara y se dirigió de nuevo hacia San Antonio, no sin haberse arreglado ligeramente el cabello, la corbata y el cuello de su traje. Hecho, esto se encaminó directamente hacia la taberna de Defarge y entró.
Estaba casi desocupada. En un extremo Jaime Tres estaba bebiendo y hablando, al mismo tiempo, con el matrimonio, y La Venganza también tomaba parte en la conversación.
Cuando Carton, en mal francés, pidió que le sirvieran vino, la señora Defarge lo miró distraídamente al principio, pero luego con la mayor atención, hasta que acudió a su lado y le preguntó qué deseaba. Él repitió su petición y tan pronunciado era su acento, que la tabernera le preguntó:
—¿Sois inglés?
—Sí, señora, inglés —contestó en francés malísimo y después de escuchar con la mayor atención a su interlocutora como si le costase entender lo que decía.
La señora Defarge se alejó para servirle, en tanto que él se aplicaba a leer un periódico jacobino, como si tratara de descifrar lo que allí estaba impreso. Entonces oyó que ella decía:
—Se parece extraordinariamente a Evremonde.
Defarge le sirvió el vino y dio las buenas noches al parroquiano, el cual fingió que apenas entendía lo que le decían, aunque luego correspondió al saludo.
—Sí, se le parece algo —dijo Defarge junto al mostrador.
—Te digo que mucho.
—¡Bah, es que lo recuerdas tanto!...— observó La Venganza—. Y esperas el día de mañana para verlo de nuevo.
Carton fingía leer con la mayor aplicación y dificultad, en tanto que el matrimonio, Jaime Tres y La Venganza lo miraban desde el mostrador con la mayor atención. Luego reanudaron la conversación en voz baja.
—Tiene razón tu mujer —decía Jaime Tres— ¿Por qué detenernos?
—Está bien —replicó Defarge—, pero hemos de detenernos en alguna parte.
—Cuando hayamos logrado el exterminio.
—Nada tengo que decir en contra —observó el tabernero— pero ese pobre doctor ha sufrido ya mucho.
—Estoy segura de que si de ti dependiera, serias capaz de salvar a ese hombre —dijo la tabernera a su marido.
—Nada de eso —le contestó Defarge— pero me daría por satisfecho y consideraría acabada mi obra.
—¡Ya lo oís! —exclamó airada la tabernera—. Esa raza maldita ya hace tiempo que figura en mis registros por crímenes que nada tienen que ver con la tiranía y la opresión.
—Es verdad —dijo Defarge.
—Cuando, después de la toma de la Bastilla, encontramos el documento del doctor, lo leímos aquí una noche y, terminada que fue la lectura, revelé un secreto a mi marido. Le dije que me había criado entre pescadores y que la familia tan ultrajada por los Evremonde era mi propia familia. Que la pobre muchacha y el desgraciado joven que cuidó el doctor Manette eran mis hermanos y el padre muerto de dolor era mi padre. Ya veis, pues, que tengo motivos más qué sobrados para vengarme y para procurar el exterminio de todos ellos.
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Historia de dos ciudades
ClassicsHistoria de dos ciudades transcurre entre Londres y París, durante la época de la Revolución Francesa. Londres simboliza, hasta cierto punto, la paz y la tranquilidad de una sociedad ordenada en donde la vida es relativamente sencilla incluso para...