Capitulo 11 ¿12?

17 0 0
                                    


-¿En verdad hiciste eso Eduardo?

-Claro que lo hice, estaba en Sinaloa, por favor, tenía que hacerlo.

-Tu siempre tan alocado y mira esa playera ¿Con que venados de Mazatlán he?

-No me juzgues Miranda, el béisbol es muy conocido en ese sitio, Iván la compro para mí, algo así como un obsequio.

Miranda se levanta de la banqueta y se dirige a una pequeña barda en una casa abandonada, recuesta su cabeza en la pared y se deja llevar por la brisa de la noche.

-¿Que miras Eduardo?

-No lo sé, solo te ves tan bien ahí.

¿Qué diablos está pasando? ¿Qué rayos me está sucediendo? No lo entiendo. ¡No! ¡No!

¿Por qué? ¿Que esta pasándome? No puedo dejar de verla, pero ¿Por qué? Sera acaso... No, no puede ser...

-Eduardo ¿Te encuentras bien?

-Lo siento Miranda supongo que el sueño comienza a afectarme, ha sido un largo viaje y bueno ya no se ni lo que me pasa.

Miranda solo me observa y se gira de lado, es increíble jamás me pareció verla tan hermosa, miro hacia el cielo, la luna ilumina sus ojos, lucen encantadores y su cabello negro y quebradizo, se desliza entre las bocanadas de aire que lo tocan, una piel morena envidiable que luce dorada ante los rayos de la suave noche; me encanta, me siento tranquilo y con mucha energía, es como si todo mi mundo diera vueltas y siento como si nada en esta vida fuera difícil de conseguir.

-¡Eduardo!

-Lo siento, ¿Qué pasa?

-Parece que el viaje de verdad te afecto muchacho, lo mejor será dejarte ir a tu casa y te pongas a descansar.

Miranda se levanta y se despide de mí, comienza a caminar hasta la entrada de su casa.

-¡Miranda espera!

¿Qué es este impulso que siento? No puede ser, no puedo hacer esto.

-¿Que pasa Eduar...

Tomo a Miranda por el cuello y la dejo sin habla, rápidamente acerco mis labios hacia los suyos y logro plantar un beso, es indescriptible, sus labios son cálidos y su manera de besar se adapta plenamente a mis deseos.

-Eduardo ¿Qué fue eso?

-Supongo que un beso de buenas noches, mi pequeña.

Los días han pasado sumamente lentos, después de ese beso Miranda y yo no hemos hablado nada, nos hemos distanciado y aun no entiendo que fue lo que hice mal. Salgo de la oficina y me dirijo a casa, ¿Qué fue lo que paso? Tomo el autobús a casa, en el camino no puedo dejar de pensar en Miranda y como hare para que ella perdone mi acto.

-Parece que usted está pasando por un proceso de enamoramiento joven.

Miro hacia mi izquierda, al lado mío un anciano que se dirige hacia mí.

-¿Señor?

-Discúlpame jovencito, pero no pude evitar notarlo, usted se está interesando profundamente en alguien en específico.

-Bueno para serle sincero, tiene usted toda la razón.

-Y dígame, ¿Se dirige usted a ver a esa persona?

-No señor, verá hace unos días hice algo que quizá no fue lo correcto y bueno ella quizá lo tomo a mal.

-Ya veo jovencito, verá en mi humilde opinión, debería buscarla, si ya tuvo el valor para realizar un acto que pudo disgustar, debería tener el valor para reparar sus errores.

Las palabras de aquel anciano me ponen a pensar, tiene razón, no puedo dejar que Miranda se vaya de mi vida, quizá sea un poco precipitado pero, creo que Miranda me gusta.

-¡Pare el autobús!

Bajo precipitado del camión y comienzo a correr, no me importa más nada, solo quiero llegar a casa de Miranda y decirle lo que siento por ella, tengo que hacerlo, vamos Eduardo ¡Corre!

Al llegar a casa de Miranda arreglo mi camisa y acomodo mi pantalón, me acerco lentamente a la puerta, levanto mi mano y toco en ella; mientras espero me doy cuenta de que realmente puedo querer y/o estar enamorado de Miranda, es imposible jure que después de Rebeca jamás volvería a sentir nada por nadie ¡No me entiendo! La puerta poco a poco se entre abre, mientras espero a que abra por completo una revelación llega a mí.

-¡Maldición! ¡Está pasando de nuevo!

Del Amor Al OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora