5

4.3K 260 32
                                    

Las gotas saladas de sudor, perlaban la frente de Dominic. Su respiración agitada coincidía con la de su sumisa. Este movió el recipiente de nuevo hacia ella, y un pequeño chorro de cera roja se solidificó en la tersa piel desnuda de la mujer. Su pecho derecho, ahora tenía la misma línea de cera hasta su ansiado pezón cobrizo.

Se escuchó el jadeó de más de una mujer en la sala, la suave música con bajos excitantes, tenía a muchos tragando seco. De pronto, Sebastián sintió la opresión en sus pantalones por una mano ajena. Esas uñas femeninas acariciaron su contorno, mientras que la suave fragancia a frambuesas lo mareó un poco en su deseo.

Fernando había elegido una sumisa encantadora, tenía que reconocer la habilidad de su aprendiz. La mujer se deshacía entre ambos, con sus manos muy ocupadas en la bragueta de sus pantalones.

Si bien varios ya estaban dando un espectáculo en sus respectivos reservados, agradeció que la mujer mantuviera el juego al mínimo. Sebastián dejó de prestar atención a la escena de Dominic frente a ellos, y se fijó en la mano que Fernando desaparecía dentro de la falda de la sumisa.

Esta echó su cabeza hacia atrás, y sus dorados cabellos se esparcieron en su hombro. Sus rojos labios formaron una pequeña "o", ofreciéndose a él. Su amigo, parecía muy satisfecho al ver a Melissa probando la polla de Dominic en su boca, mientras acariciaba a su propia sumisa. Sus mejillas enrojecidas delataban lo excitado que se sentía...

Esto era demencial, no aguantarían otro acto sin la necesidad de follar a la curvilínea mujer que jugaba con ambos. Sebastián se obligó a esperar que la escena diera su fin, incluso cerró sus ojos, y tuvo que respirar un par de veces para calmar su incipiente libido.

El gemido desgarrador de la sumisa de Dominic rompió la poca cordura en él. Había obtenido un buen orgasmo, y seguro si abría sus ojos estaría a tiempo de verla. Sin embargo, prefirió mantener la mirada aparte, nunca se había sentido incapaz de contener su orgasmo, hasta hoy.

—¿Viejo? —lo llamó Fernando, con incrédula y grave voz— ¿Cerraste los ojos?

La mujer a su lado, se pegó a su brazo, escuchó su dulce risa cerca de su cuello, esta le dio un tierno besito que alteró más su pulso cardiaco. Sebastián estaba que se moría.

—Parece que alguien no puede contenerse... —murmuró ella, con diversión.

Entonces abrió sus ojos, apenas dos rendijas de sagaz azul con avellana que fulminaron a la chica. Sebastián esbozó media sonrisa, sujetando su nuca con una mano. Haló sus mechones rubios, inclinando su rostro hacia atrás.

—Y parece que alguien acaba de ganarse una nalgada, Samantha —sentenció serio.

La mujer sonrió, con evidente emoción. Sus oscuros ojos verdes, refulgieron con picardía.

—¿Y qué hago para ganarme dos?

La velada todavía no terminaba, pero Sebastián ya se había cansado de seguir sentando al lado de una provocativa mujer que no paraba de acariciarlo. Fernando casi había llorado del alivio cuando los obligó a los dos a ponerse en pie y seguirlo. Él encabezó el camino de salida, tomando la mano de Samantha que a su vez sujetaba la mano de Fernando detrás de ella.

Nadie especuló en su partida, todos parecían muy concentrados en sus propias parejas. Sebastián los llevó hasta el final del amplio lobby, donde se escondían las escaleras de caracol al segundo piso del enorme penthouse. Los pasos detrás de él, sonaban igual de ansiosos que los suyos.

—Wow... esto es increíble.

—Aww, cariño —se conmovió Samantha, ante la voz maravillada de Fernando al ver la parte superior del club—, ¿No habías estado aquí antes?

SEBASTIAN [serie amantes 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora