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Sophia seguía viendo la fotografía en sus manos. Quería llorar. ¿Esto era parte del destino? ¿Un mal juego del universo? ¿Cómo era posible que ella terminase en el club de BDSM que su hermano solía frecuentar?

—Lamento haberlo ocultado, Sophia, pero recuerdo haberte preguntado de él y preferiste no decirme nada —gruñó Dominic.

Ella alzó el rostro hacia él, sentado tras su escritorio, de brazos cruzados y mirando más allá de su hombro con cierta frustración. Que frunciera sus labios, y sus cejas se unieran en una línea recta, le dejaba claro a Sophia lo difícil que esto era para Dominic.

Desde el incidente con su hermano menor, regresar a Sanctasanctórum cada día, había sido más difícil. Sentía pavor que, en su camino, pudiera encontrarse a Alex y...

¡Dios! No quería ni imaginarlo. Todavía temblaba cuando lo recordaba sobre ella, tocándola. No se había sentido segura aquí desde entonces, aunque Dominic procuraba no dejar la oficina, y si lo hacía, la llevaba consigo.

—¿Desde cuándo lo sabías? —murmuró contrariada.

No estaba enojada con él. Aunque debería. Por meses ella quiso dar con el paradero de su hermano. Pero el dinero, sus estudios, y el club, lo impedían. Ser independiente, consumía sus ahorros para contratar a un investigador privado.

—¿Acaso importa, Sophia? Creo que es suficiente con que sepas que lo conozco, y que Vanesa intenta contactarse con él...

Su reticencia la tenía sorprendida. Sophia estaba muy segura que esto no era debido a sentimientos entre ellos. Apreciaba a Dominic, pero no tenía comparación cuando intentaba compararlo por Sebastián. Amaba al segundo, aunque jamás lo admitiese a su Amo.

—¿Seguiré trabajando para ti si él regresa al DF?

Dom encogió un hombro.

—Seguimos bajo un contrato, primor. Pero conozco a Fernando, intentará hacerme desistir de él.

Ella frunció el ceño.

—No dejaré la deuda de mi padre sin saldar —replicó molesta.

—Él no es un pobre diablo, primor. Tu hermano es alguien pudiente, podría pagarme con un puto cheque si se lo propone... estúpido granjero —musitó entre dientes.

—También tienes historia con él. ¿No es así? Justo como la tienes con Sebastián. ¿Lo aborreces?

Su jefe suspiró con pesadez, apretando el puente de su nariz con sus dedos por unos segundos. Sophia se quedó mirando la tensión en Dominic, que manaba de él a cántaros. Aunque negase un odio a su hermano, era obvio que sus movimientos decían lo contrario.

—Tuve una disputa con él que no terminó muy bien. ¿Feliz?

Sophia bufó con amargura.

—¿Una disputa? Vives entre conflictos con todos, Dominic —resopló frustrada—. ¿Hay alguien que no te odie?

Él alzó las cejas, sorprendido.

—Creo que ahora... ya no.

Su respuesta la serenó. Él la había salvado de un asesino, y de su hermano menor. No importa qué tan gruñón y obstinado fuese su jefe, jamás odiaría a Dominic. Solo que era difícil comprender la forma en que el ruso resolvía sus problemas.

—No te odio —musitó reticente, haciendo un puchero—, solo que, a veces eres muy irritante. Eso es todo.

Dominic asintió con suavidad, una sonrisa crispó sus labios por apenas unos segundos. Fue el fantasma de sonrisa más bonito que le había visto en meses. Había estado estresado por demasiado tiempo, ella no tenía explicación para su mal humor, como su jefe le decía, eran problemas ajenos.

SEBASTIAN [serie amantes 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora