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Mamá estaba enojada de nuevo. Él no recordaba la última vez que su madre se enojó tanto que lo sacó de casa a la fuerza. Debía haber tenido unos siete años la primera vez que pasó, esa fue la semana que conoció nuevas amistades, donde su amiga le presentó a Amadeo. Y este empezó a envenenarle el cerebro.

Al principio el tipo lo ignoró, pero pronto comprendió que él era un mal permanente en la vida de Mercedes. El hombre se marchó por días, y su mamá lo culpó de no tener "su ración" diaria. Lo hizo dormir fuera del apartamento, justo como ahora. La historia se había repetido de nuevo, solo que esta vez Sebastián se había deshecho de las drogas de su mamá y eso provocó la rabia del hombre.

—¿Sebastián? —lo llamó Doña Celia, desde el umbral de su puerta.

La luz del interior de su casa, alumbraba la oscuridad del corredor. Él entrecerró los ojos, mientras la vecina se acercaba a él con cautela. Había regresado hace unos días, y Sebastián había estado aliviado por ello.

—Querido ¿qué haces fuera de casa? Es tarde, más de la media noche.

—Yo...

¿Qué? ¿Le mentiría de nuevo? Esta era la sexta vez en el mes que su mamá lo sacaba del apartamento, pero su vecina pensaba que era la segunda. A veces se preguntaba si tener a Amadeo en la casa volvía a su madre más tolerable. Claro que ella siempre pasaba dormida, casi inconsciente y lo dejaba solo, mucho más solo que ahora.

—Mercedes te dejó fuera de nuevo ¿No es así? —siseó su vecina, incrédula.

Los ojos oscuros de la mujer condenaban a su mamá. Miraba sobre su cabeza, reprochando a la puerta como si pudiese intimidarla. Un grito de diversión cortó el silencio, y luego botellas se quebraron dentro del apartamento. Sebastián respingó sentando en el suelo, con una de esas botellas golpeó la puerta detrás de él.

—¡No vayas a entrar, niño! ¡Es una advertencia! —gritó una mujer, su voz pastosa amortiguada por la puerta—. ¡No eres bienvenido aquí!

—¿Quién es ella?

—No lo sé —susurró asustado, encogiéndose de hombros—. Irene o Rocio. Está con varias amigas.

—Ya. "Amigas".

Doña Celia sacudió su cabeza, otra botella se estrelló contra la puerta y las risas se desataron en el interior. Sebastián tuvo que levantarse del suelo cuando el líquido se coló bajo la rendija mojando su pantalón sucio.

—¿Por qué está enojada esta vez, Sebastián?

—Amadeo no aparece hace semanas. Es mi culpa, y no quiere verme.

La expresión de la mujer cambió al instante, lo atrajo a su calor y lo abrazó mientras él se encogía al escuchar la voz de su madre gritándole que se fuera. No sería la primera ni la última vez que ella lo corría estando intoxicada.

—Te quedarás conmigo, ¿de acuerdo?

El fin de semana lo pasó en casa de su vecina, sus hijos lo aceptaron como a un hermano más, eran tres pequeños revoltosos que adoraban jugar a la pelota. Sebastián intentó evitar a su mamá, desaparecer de su vista como ella deseaba. Cuando llegó el lunes, Amadeo había vuelto con su madre...


[Presente]

Dos años sonaban a exageración, pero ese era el tiempo que llevaba conociendo a Fernando. El suficiente para saber que este estaba loco. Sebastián lo subestimaba muy seguido, como cuando creyó que podía instarlo a alejarse del licor. Lo logró, como por catorce meses.

SEBASTIAN [serie amantes 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora