Atravesé medio bosque, cayendo y rodando por la tierra, abriendo más mi colección de heridas. Estaba cansada. Sentía que iba a morir y la verdad con ese pensamiento, sentí un gran alivio ya que de esa forma, abandonaría la maldición que era mi vida.
Tomé la decisión y me derrumbe en el suelo para que el lobo viniera y me comiera. Pero de nuevo, sin poder controlar mi cuerpo, me vi arrastrándome en el fango hacía una pequeña edificación que estaba a unos cuantos pasos de mí. Sin importar lo que sentía y pensaba, parecía desesperada por buscar ayuda.
Logré ponerme en pie, temiendo vomitar y volverme a caer al darme cuenta de que todo me daba vueltas. Con pasos arrastrados, me acerqué. Abrí la puerta y ésta chirrió. Sin pensarlo dos veces, entré. Y ahí me di cuenta, de que en verdad, todo este tiempo, supe realmente a donde me dirigía pese a como me encontraba mental y físicamente. Conocía la cabaña y a las personas que estaban adentro.