Los recuerdos bombardearon mi mente como un rayo desde el momento en que llegó un ser del cielo. Descendió, prometiéndonos lo imposible. Nos atormentó. Recordaba esa historia aun fresca en los labios de mi madre. Antes de que muriera, me contaba cómo se originó todo, como se creó este nuevo sistema y su razón. Imágenes de mí entrando a un cuarto de metal con chicas y chicos de mi edad se ilumina en mi cabeza; luego, yo con Patrick. Se supone que deberíamos ser los padres de un niño más, para hacer crecer la raza humana que por poco se extingue. Las bombas cayendo en Arian, atacando el norte de Thais... Pude sentir el humo en mi nariz. Recordé como Will me acompañaba a las ruinas donde encontraba los libros amarillentos y carcomidos por moho. Recordé el estudio que le hice a la fortaleza, al kaligii, sus guardias, su vida. Recordé como me sometí a vivir explorando el mundo vacío, enfrentando a los naliences que habían sobrevivido al choque del asteroide, los feroces demonios, las bestias, recordé cada batalla con un nítido detalle.
Cada momento de mi vida, pasó delante mío. Vi los rostros de los seguidores a la rebelión que habían triunfado. Will se acercó a mí, noté que su brazo se iba a posar en mis hombros; pero en ese momento, las luces de la ciudad se apagaron. Una nave surcó el cielo, luego otra y otra. Y una descendió al campamento donde nos encontrábamos.