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Al abrir los ojos, no ubiqué donde estaba. Miré el techo blanco, sentí picadas en mi pecho y que mi corazón volvía a latir gracias a la electricidad que acababa de recibir. Sentí que mi alama se acoplaba a mi cuerpo y a mi vida después del accidente de coche y escuché las palabras de alguien que susurraba antes de abrazarme con demasiada fuerza: